Quien sobreviva a estos días y vuelva sano y salvo a casa, se pondrá de puntillas cuando oiga el chocar de unas cacerolas, quien sobreviva a estos días y llegue a la vejez, cada año, en las vísperas de octubre, saludará a sus vecinos y dirá: ¡qué fresco se siente ser libre!, después les mostrará sus cicatrices y les dirá: “estas heridas las sufrí cuando sacamos a Piñera”. [1]
Los viejos olvidan, todo quedará olvidado, pero nosotros recordaremos, mejorándolas, las hazañas de nuestro pueblo y entonces nuestros nombres serán tan familiares como palabras cotidianas, Kevin Gómez [2], Romario Veloz [3], Alex Nuñez [4], José Uribe [5], Salvador y Allende, Víctor y Jara, seremos recordados en las copas rebosantes, y las mujeres y hombres buenos lo transmitirán a sus hijos, y no pasará jamás el mes de octubre, desde hoy hasta el fin del mundo, sin que con él, seamos recordados.
Somos pocos, pero somos felices, porque somos hermanos, pues el que hoy vierta conmigo su sangre, será siempre hermano y los chilenos que hoy guardan silencio y duermen, se considerarán malditos por no haber estado aquí, y su valor les parecerá miserable, cuando alguien les diga que luchó con nosotros el mes de los cacerolazos. |