Se suceden las movilizaciones que exigen la renuncia del presidente hondureño, vinculado al crimen organizado durante el juicio llevado a cabo en Estados Unidos contra su hermano Juan Antonio “Tony” Hernández.
Este jueves 24 de octubre se llevó a cabo una manifestación en Tegucigalpa, capital hondureña. Inició en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán para marchar a la sede presidencial. Pero al pasar por el Colegio Médico, las fuerzas policiales dispararon gases lacrimógenos contra los manifestantes.
En paralelo, este mismo jueves se realizó una protesta frente a las oficinas del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados contra los racionamientos de agua en la misma ciudad. El descontento se multiplica.
Mientras el descontento avanza, el gobierno de Hernández se hunde en una crisis que no parece tener fin. La oposición burguesa pide la renuncia del mandatario, con ansias de entrar al ruedo a administrar los negocios capitalistas, en especial los de las trasnacionales. Entre las figuras que encabezan la oposición se cuenta Salvador Nasralla, una personalidad de la televisión que quedó en segundo lugar después de Hernández en las últimas elecciones.
De acuerdo con Raúl Pineda, exlegislador del Partido Nacional de Hernández, al que pertenece el presidente, declaró que “el país requiere cambios urgentes” y que “Si Hernández no se va voluntariamente, habrá mucha violencia en las calles y Honduras se asumirá en un terrible caos total”.
Romeo Vásquez, un general retirado que participó del golpe contra el ex presidente Manuel Zelaya en 2009, afirmó que las instituciones hondureñas no están funcionando. “Por eso es hora de cambiar el rumbo del país”, expresó.
Incluso el Canal 5 de Honduras, tradicionalmente oficialista, se pasó a la oposición. Una de sus figuras más conocidas, Renato Álvares, sostuvo que “el camino a la paz social de Honduras pasa por la renuncia del presidente”.
La burguesía y el imperialismo estadounidense buscan las vías para desviar con un cambio de gobierno el profundo descontento popular ante una crisis económica, política y social que recorre hace años Honduras y que ahora se conjuga con las huelgas y movilizaciones que recorren América Latina, como en Ecuador y Chile, y otra latitudes.
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