Este lunes, con los resultados de las elecciones sobre la mesa, la fórmula ganadora para la gobernación de la provincia de Buenos Aires dio una conferencia de prensa en la sede que el Frente Nacional Peronista tiene en La Plata. Axel Kicillof y Verónica Magario se mostraron sonrientes por haber obtenido poco más de la mitad de los votos y por haberle sacado una amplia diferencia a la actual gobernadora María Eugenia Vidal.
En sus discursos, ambos buscaron transmitir una esperanza moderada, planteando los condicionamientos económicos de una provincia a la que caracterizan, tras cuatro años de macrismo, como “tierra arrasada”.
“Terminemos con esta grieta”
La parte “esperanzadora” de la conferencia de prensa le tocó a la intendenta de La Matanza y vicegobernadora electa. Magario arrancó saludando al “pueblo bonaerense que expresó en las urnas fundamentalmente sus sueños, sus deseos y sus preocupaciones”.
La referente peronista afirmó que “hoy es tiempo de ir a la búsqueda de las soluciones reales de aquellas cuestiones posibles y concretas para una nueva provincia que hay que construir a partir de ahora”. En función de eso dijo que cree, “junto a Axel, que es tiempo de terminar con esta grieta, estas peleas y estos odios que nos separan a los bonaerenses y en especial a los argentinos”.
Al detallar los aliados con los que el próximo gobierno buscará gestionar la provincia, curiosamente quien gobierna el distrito bonaerense más populoso se olvidó de mencionar a los trabajadores y los sectores populares. “Lo vamos a hacer junto a los intendentes, a los empresarios, a los comerciantes y también a los productores del campo, porque todos ellos conforman ese motor productivo que queremos poner en marcha en la provincia”, afirmó Magario.
Tierra arrasada
Cuando tomó el micrófono, Kicillof comenzó hablando de la alegría del triunfo y le asignó un gran mérito en esa conquista a la larga campaña que encaró “en el territorio” hace cuatros años. Pero enseguida se abocó a hablar de números y problemas.
“Se abre una enorme oportunidad para la Argentina y para la provincia”, dijo el gobernador electo. Pero a renglón seguido afirmó que “los indicadores económicos y sociales son todos muy malos y muy preocupantes a nivel nacional y a nivel provincial”.
Volvió a decir, como lo había planteado el domigo a la noche en el bunker nacional del Frente de Todos, que “desde el punto de vista de la situación económica, social y productiva, en cuatro años la provincia de Buenos Aires se ha convertido en tierra arrasada, por la pérdida de fuentes de trabajo, por la creación de nueva vulnerabilidad social, de nueva pobreza, por la pérdida de empresas en todas las ramas de la economía”.
En tal sentido, buscó diferenciarse de Vidal al decir que el suyo “va a ser un gobierno de gestión, no de marketing. Vamos a hacer que se vea al gobierno provincial y a los gobiernos municipales acompañando, ayudando, colaborando, recuperando lo perdido y poniendo en marcha de nuevo la provincia”.
Aunque lo sabe, no está demás recordarle a Kicillof que el peronismo al que él representa gobernó ininterrumpidamente la provincia entre 1987 y 2015, es decir que tuvo mucho que ver en ese arrasamiento del territorio bonaerense. Y no alcanza con que ahora reconozca para la tribuna que muchos de esos problemas son estructurales y se arrastran desde hace años.
Bajando las expectativas
Kicillof negó que por ser “un distrito tan vasto, tan relevante en términos de población (aproximadamente el 40 % de la población argentina) la provincia sea un territorio inviable económica y políticamente”. Por el contrario, dijo, “la provincia no es inviable sino que a ese poder productivo que tiene le falta mayor integración. Vamos a integrar productivamente la provincia, vamos a integrarla más socialmente”.
Sin embargo, anticipó que esa“tarea inmensa” tiene como freno “la situación en la que estamos. Vamos a encontrar una provincia con muchísimas más necesidades, pero con muchos menos recursos. Es un hecho ya conocido el nivel de endeudamiento de la provincia. Hoy tenemos una deuda que asciende U$S 80 mil millones, un 80 % en dólares, y los vencimientos ocurren mayormente durante los cuatro años que vienen. Son U$S 9.000 millones de vencimiento en los cuatro años que vienen”.
Fiel a uno de los postulados centrales del Frente de Todos, Kicillof en ningún momento plenteó la posibilidad de dejar de pagar la enorme deuda que agobia al Estado bonaerense y destinar las riquezas que produce la provincia para solucionar definitivamentelos los “problemas estructurales” que hambrean y dejan sin salud, educación ni vivienda a millones de habitantes.
Para el gobernador electo se trata de “sincerar” los números para demostrar cuán imposible resulta pensar en erradicar de raíz las penurias de las y los bonaerneses. En ese sentido, asegura, es necesario “que la situación real de la provincia en este mes y medio se ponga blanco sobre negro”.
En su primera conferencia de prensa tras el triunfo electoral, la fórmula ganadora no mencionó medidas concretas tendientes a terminar con el hambre, la pobreza y la desocupación en la provincia. Pero sí dejó un mensaje claro: la deuda se paga como sea y para eso hay que cerrar la “grieta”, ayudando al empresariado a encarar la “reactivación” de sus industrias y sus campos.
El problema que enfrentará Kicillof desde el 10 de diciembre es que, por un lado, tendrá una gran dependencia de la "billetera" de Alberto Fernández, quien desde la Casa Rosada será el responsable de enviarle recursos vitales para financiar al Estado provincial; y por el otro lado, deberá negociar diariamente con Cambiemos, sobre todo en el Senado bonaerense, donde Vidal logró consolidar una bancada de peso. Un horizonte complejo para Axel y Verónica, sin dudas. |