La lucha de los hermanos chilenos despertó enorme simpatía entre los trabajadores y jóvenes de Argentina. De manera contradictoria existe cierto sentimiento de que los chilenos están haciendo lo que debería haber hecho el pueblo trabajador argentino, combinado con la esperanza de que el próximo gobierno resuelva la crítica situación económica que afecta a los trabajadores y a las familias del pueblo pobre.
El miércoles pasado por la noche en el programa de TN "A dos voces", Alberto Fernández hizo referencia a la situación en Chile. Reivindicó "la paciencia de los argentinos", contraponiendo a la situación chilena el cauce electoral que ha tenido, por ahora, la crisis económica en nuestro país. Este planteo se viene escuchando en varios medios de comunicación y se convirtió en la línea editorial de los medios y periodistas afines al Frente de Todos que analizando la situación en Latinoamérica destaca el rechazo extendido a los gobiernos de la región, remarcando que en Argentina se dio a través de las urnas. Igualan los conflictos en Chile y Ecuador con el proceso electoral argentino para evitar “el contagio” de la energía extraordinaria desplegada por el pueblo chileno que vienen expresando su profundo rechazo al presidente y al régimen de conjunto, hijo y heredero del pinochetismo.
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Es verdad que en las elecciones primó un enorme voto castigo que fue capitalizado por el Frente de Todos. Lo que no dicen es que durante estos últimos cuatro años la inmensa mayoria del peronismo (la CGT, la CTA, los legisladores y diputados peronistas) fue garante del ajuste macrista, votando las principales leyes que exigía el ejecutivo, y evitando cualquier expresión de bronca en las calles. Mientras que el peronismo preparaba la operación “Hay 2019”, los grandes empresarios y los amigos del poder se enriquecieron de manera extraordinaria, haciendo cada vez más penosa la vida de millones.
El engaño de la vía institucional
El viernes tuvo lugar “La Marcha Más Grande”, en la Plaza Italia de Santiago de Chile con más de un millón de personas movilizadas.Tras la movilización, el gobierno ha adoptado un giro dialoguista al mismo tiempo que intenta demonizar las movilizaciones y mantiene una muy dura represión sobre quienes se manifiestan. Es un engaño para descomprimir la situación, cediendo algunas demandas pero sin perder los privilegios esenciales del modelo pinochetista. Además se ha montado un gran andamiaje de partidos y organizaciones (desde el Frente Amplio y el Partido Comunista que dirige la Central Única de Trabajadores hasta los viejos partidos de La Concertación) que ubicándose discursivamente como opositores al gobierno preservan al presidente de una posible caída a través de la movilización popular y la huelga general. Buscan sacar a la gente de la calle y encauzar la situación a través de las sagradas instituciones del régimen.
Salvando las distancias y las particularidades con nuestro país, es importante ver la dinámica chilena y el desarrollo de los diferentes actores políticos para distinguir amigos de enemigos. Actuando bajo una misma lógica política las oposiciones a los gobiernos de la "nueva derecha" continental (que vienen fracasando uno tras otro), se desviven por administrar el ajuste dentro de la "normalidad institucional". En Chile, intentan llevar la lucha de las calles al Congreso.
En Argentina, luego de la pelea contra la reforma previsional durante las jornadas del 14 y 18 de Diciembre de 2017, el peronismo comenzó su plan de contención a través de la vía electoral. Si se desarrollaba la dinámica que pudo observarse en esas jornadas, la situación podría haber cambiado drásticamente. El despliegue de esa política de desmovilización allanó el camino para la entrada del FMI al país.
En Chile, la política del PC y el Frente Amplio de diálogo con el gobierno y de acusación constitucional es criminal por tratarse de un conflicto por lejos de mayor relevancia y magnitud que el caso argentino que mencionamos.
Esta dinámica, entre una enorme energía desplegada en las calles y la relación de las masas con las organizaciones que intervienen dentro del mismo movimiento, refuerza la idea que solo el espontaneismo de la bronca popular es insuficiente. Principalmente por la intervención de corrientes políticas y organizaciones que son parte de estos movimientos, pero que no pretenden dar una lucha a fondo, sino que se limitan a organizar medidas parciales con el objetivo de descomprimir. Es decir, actúan como salvaguardas de los gobiernos y regímenes que enfrentan las masas. Por eso es fundamental desnudar las orientaciones estratégicas que se esconden detrás de los discursos encendidos o que están a tono con el malestar generalizado.
En el boxeo, se sabe que un peleador que se precie sube al ring para ganar y si puede por knock out en el primer round, mejor. Por otro lado, es sabido que quien sube al ring para rasquetear unos puntos y lograr “terminar” la pelea de pie está destinado a la derrota. En Chile, el PC y el Frente Amplio quieren sacar algunos puntos, mientras las masas tienen a Piñera contra las cuerdas. El Frente de Todos y su propuesta de que “Argentina esté de pie” nos permite jugar también con esta metáfora. ¿De qué manera y a costa de quién se podrá mantener el -probable- futuro gobierno del Frente de Todos a la cabeza de consensuar los planes del FMI con las urgentes necesidades del pueblo trabajador? ¿Van a tirar atrás los aumentos impagables de los tarifazos? ¿Van a echar atrás la reforma previsional que echó a nuestros abuelos a la muerte silenciosa del hambre insufrible?
El peronismo es incapaz de explicar cuál será su plan económico para evitar el descontento social ahora que el endeudamiento con el FMI implica destinarle a este organismo miles de millones de dólares cada año. Lo que sí viene diciendo Alberto es que “todos tendremos que colaborar”, haciendo referencia al Pacto Social que se preparan para establecer. Esa es la propuesta de quienes tuvieron la llave para garantizar y dejar correr el plan de ajuste macrista.
En oposición a las políticas de ajuste del macrismo y las perspectivas para lo que se viene bajo el mando del FMI, el Frente de Izquierda Unidad fue la única coalición que peleó para imponer la agenda de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Y es que se trata de una coalición electoral que expresa en su totalidad un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. Un programa en lucha política contra quienes quieren endulzar los oídos de los trabajadores con el mal menorismo cada vez más utópico y así debilitar el proyecto empresarial de descargar la crisis sobre nuestras espaldas.
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A menos de 24hs de saberse ganador, Alberto Fernandez devolvió el afectuoso saludo de Piñera y prometió trabajar junto a él. Aunque el traspaso de mando sea el 10 de diciembre, de esta manera comienza una nueva experiencia con el peronismo en el gobierno.
Nuevos aires recorren América Latina, donde la acción de masas abrirá nuevas situaciones. Es tarea esencial seguir estas irrupciones populares y poder mirar más allá de la inmediatez de los hechos que se nos presentarán.
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