El martes 29 de octubre, una asamblea convocada por sectores del feminismo separatista organizados en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, aprobó impulsar la toma de las instalaciones para el lunes 4 de noviembre a partir de las nueve de la mañana.
La toma, que inicialmente pretende durar 12 horas, exige una disculpa pública y la renuncia de la abogada de género de la facultad. En caso de no hacerlo, se propone extender el paro hasta conseguir esas demandas. Entre los ejes que aglutinan el llamado están, a nivel local, denunciar a las autoridades de la facultad por los murales que borraron y en particular por uno que hacía referencia al amor lésbico.
La asamblea convocada por el separatismo inicialmente se propuso como un espacio mixto (no separatista) pero en los hechos fue una extensión de la asamblea separatista convocada el mismo día pero un par de horas antes. Además, de manera antidemocrática y con cuestionable legitimidad, este sector decidió que a la asamblea no podían asistir miembros de organizaciones de izquierda como el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) ni estudiantes afines. El resultado de ese llamado burocrático fue una asamblea poco nutrida en donde la política de las convocantes se impuso sin mucha discusión.
La asamblea se inserta en el contexto de paros en otras escuelas de la universidad en protesta por los casos de violencia de género. No obstante, esos paros que en su mayoría fueron votados por asambleas pequeñas no han logrado atraer al grueso de sus comunidades. Sin duda, la mejor expresión de estos paros se vio en CCH Sur con un movimiento que se desata a partir de la denuncia de un caso de abuso sexual dentro de las instalaciones del CCH y cuya mayor virtud está en su capacidad para levantar un amplio movimiento que organizó a miles de estudiantes de ese plantel.
Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista creemos que para combatir a fondo la violencia hacia las mujeres el primer paso es aglutinar un movimiento que discuta de manera franca y abierta las formas de organización y lucha que necesitamos para hacer frente a este problema.
También pensamos necesario se conformen comisiones independientes de trabajadoras, académicas y estudiantes que discutan, acompañen y ofrezcan una alternativa a las denuncias de violencia de género.
Fortalecer la organización
Creemos que para acrecentar nuestras fuerzas debemos apostar a que la organización estudiantil se construya sobre bases democráticas y de discusión de ideas. En ese sentido, nos preocupa la práctica política y cuestiones de método que se vienen reproduciendo entre algunos sectores del movimiento estudiantil, en particular de parte del separatismo y un muy pequeño sector que reivindica la acción directa y que, en el último periodo, se traduce en la sustitución del movimiento por parte de ese sector del activismo.
Esta situación se observó claramente durante las jornadas de movilización del 26 de septiembre y el 2 de octubre de este año. En este último caso, sin que hubiera de por medio un espacio de discusión con la base, un grupo minoritario decidió alargar el paro de la FFyL, generando molestia en un amplio sector del estudiantado.
Con cierta independencia de si la medida era adecuada o no, resalta la política que está detrás de ello. Es decir, para ese sector, si el conjunto del movimiento no saca conclusiones políticas a la par del sector de vanguardia del activismo, éste último opta por suplantar al movimiento.
Desde nuestra perspectiva esta medida es peligrosa en la medida que excluye a la mayoría de la toma de decisiones y crea de manera artificial una división entre estudiantes organizados y estudiantes no organizados, convirtiéndose en su contrario y aislando a los activistas.
Algo similar sucede en el actual proceso organizativo de la facultad. En vez de retomar las tradiciones del movimiento estudiantil, como los saloneos, la movilización y el debate de ideas, se impulsan iniciativas sin arraigo, que no terminan de incorporar a un amplio sector a la discusión de las problemáticas más sentidas de la comunidad abonando a la polarización y no a la organización de los estudiantes.
Desde nuestra perspectiva, la fuerza del movimiento estudiantil está en su masividad. Para avanzar y fortalecernos, nuestra primera tarea es llegar a los sectores del estudiantado que aún no convencemos e invitarlos a defender juntos un programa de combate contra los grandes problemas de la juventud y de manera especial contra los casos de violencia de género. Avanzar en esa tarea es tal vez nuestro más grande desafío.
Contra la criminalización y los ataques a la izquierda
Desde hace meses, la universidad es escenario de un ataque sistemático a las agrupaciones estudiantiles y políticas que defienden una bandera de izquierda.
En el marco de esa campaña, que creemos reaccionaria, queremos resaltar que por ejemplo, la asamblea que votó la toma de la FFyL, fue convocada por un sector del feminismo separatista que de manera unilateral y antidemocrática decidió que en esa reunión no podían participar los militantes del MTS, Pan y Rosas, la AJA ni algún otro sector que fuera "afín".
La campaña de la que se hace mención, incluyó pintas con amenazas de muerte al MTS, el caso del compañero militante de la AJA agredido físicamente por autoridades de la FES Acatlán y la expulsión antidemocrática de sectores organizados bajo el criterio de su militancia política.
Quienes nos organizamos en el MTS creemos que estos métodos burocráticos -como forma de evadir diferencias políticas- no ayudan para avanzar en la organización y fortalecimiento del movimiento estudiantil, por el contrario, atacar a los sectores organizados y de izquierda solo es útil para las autoridades y el régimen.
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