Con el triunfo de Alberto Fernández en la pasada elección a presidente, ya varios sindicatos se aprestaron a renunciar al clásico bono de fin de año o bien a luchar por la tan ansiada recomposición salarial, como si mágicamente los problemas económicos de los trabajadores ya se hubieran resuelto con el triunfo del Frente de Todos. Un caso increíble es el de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) donde su Secretario General, Antonio Caló, afirmó: “Si le dimos una tregua a Macri, ¿cómo no se la vamos a dar a Fernández?”. Este servilismo es común en el actuar de la burocracia sindical y, el gremio petrolero no es la excepción. Sus dirigentes dejan pasar suspensiones, como ocurre en el sur del país; avalan los convenios colectivos flexibilizados como el de Vaca Muerta con un saldo brutal de muertes obreras y además, pactan paritarias muy por debajo de la inflación haciéndoles un gran favor a las petroleras que no dudan un instante en aumentar los precios de los combustibles y golpear en el bolsillo del conjunto de los trabajadores.
La Federación Petrolera y varios sindicatos han tenido un cambio luego de la muerte de Alberto Roberti, gestor de los despidos de 2014 en la entonces multinacional Shell y posteriormente denunciado por un fraude de 170 millones de pesos y vaciamiento de la obra social, el período que fuera Secretario General, investigación que sigue en curso. Para tapar este prontuario la federación y los sindicatos que la conforman, pasaron a mostrar un lavado de cara, como por ejemplo el Sindicato del Petróleo y Gas Privado de Avellaneda (SPYGPA) que actualmente dirige Mario Lavia. Donde no hay grandes cambios, la composición del cuerpo directivo sigue siendo el mismo desde hace décadas mucho de ellos rentado y muy difícilmente se los vea en los lugares de trabajo.
Las discusiones centrales como el salario, categorías, convenio y las condiciones de seguridad y salubridad quedan en manos de la burocracia sindical que nunca se realiza asambleas para que las demandas sean debatidas y votadas por el conjunto de los compañeros. Mantienen extensas reuniones con la empresa para luego bajar a través de un mensaje de Whatsapp lo que ya arreglaron con la patronal. Esta clase de método que llamamos burocrático, se mantiene hace años y hay que desterrarlo.
En estos últimos años el poder adquisitivo perdió enormemente con la inflación, pero los sindicatos no fueron capaces de lanzar medidas de fuerza ni planes de lucha a la altura de los ataques. Es evidente que esa práctica no está en su programa puesto que su lógica es de planchar cualquier reclamo o lucha. De esta manera, las empresas logran cargar el ajuste sobre los trabajadores. Un ejemplo de esto, es lo que ocurrió el año pasado en la refinería bahiense ubicada en el barrio Loma Paraguaya ahora en manos de la empresa Trafigura SA. donde la patronal ajustó con el ofrecimiento de “retiros voluntarios” y “jubilaciones anticipadas”, que claramente son despidos encubiertos, además de flexibilizar las condiciones de trabajo.
Los clasistas peleamos por asambleas democráticas
Desde hace tiempo en la refinería de Shell de Dock Sud, ahora Raizen una de las últimas apariciones de la cúpula sindical fue por la trágica pérdida del compañero Sergio Esquivel en el incendio ocurrido en una parada de planta, y en que en pocos días se cumple un año. Una cuestión que todavía no quedó saldada y como se ve los accidentes siguen ocurriendo en plantas cada vez deterioradas. La demanda por mejores condiciones de trabajo no puede quedar en manos de burócratas sindicales que aparecen de vez en cuando y que nada hacen en beneficio de los petroleros.
Si ahora dicen que las puertas del sindicato están abiertas, no podemos dejar de mencionar lo que ocurrió en la elección de 2016 cuando a la Naranja, la lista opositora, se presentaba en tiempo y forma para que sea oficializada, le cerraron literalmente las puertas del mismo, quebrantando la libertad sindical, impidiendo que cualquier otra lista se presente. De este hecho bochornoso no hemos escuchado hasta la actualidad ningún repudio por parte de algún integrante del sindicato o delegado. Pero esta actitud fue un denominador común, en 2012 impugnaron la lista de un día para otro, con argumento absurdo o en 2014 donde junto a Aranguren dejaron pasar los despidos para que no haya delegados que realmente representen a los trabajadores. Le podrán echar la culpa a las viejas conducciones, pero gran parte cuerpo del directivo sigue desde eso años a la actualidad, en fin, nada cambió.
Esta actitud antidemocrática sigue en la actualidad donde no podemos decidir sobre nuestro salario, o nuestra seguridad.
Los que integramos la agrupación Naranja y formamos parte del Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC), peleamos por una verdadera democracia sindical donde todas las voces estén garantizadas. Recuperar las comisiones internas y los sindicatos es una tarea fundamental para dar respuesta los reclamos de los compañeros y defendernos de los ataques de las empresas que vienen ajustando con Macri y lo seguirán haciendo con Fernández. La cuestión de la salud y la seguridad es crucial, en un gremio donde los accidentes se hicieron moneda corriente. Por esto es importante sumarse a construir desde abajo una fuerte oposición, como proponemos desde la Naranja, junto a compañeros independientes, para terminar con el hecho de que unos pocos decidan por el conjunto de los trabajadores y para que, de una vez por todas, nuestras demandas sean realmente escuchadas. No queremos dejar nuestras vidas en las refinerías y pozos. Nuestras vidas valen más que las ganancias de los empresarios.
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