Presentamos aquí un balance de las elecciones presidenciales, producto no solo de un debate interno que venimos desarrollando en nuestro partido (muy distinto a los partidos del régimen cuya militancia –abrumadoramente relacionada con la administración de puestos estatales o parlamentarios– se entera de las decisiones de las “conducciones” por los diarios), sino de un amplio intercambio que hemos comenzado con las y los trabajadores, jóvenes y simpatizantes del FIT-U, cuyas opiniones estamos expresando en notas publicadas en este medio (ver abajo las primeras). La primera conclusión que vamos a desarrollar en este artículo es que logramos ampliar el auditorio, respeto y conocimiento de nuestras ideas (influencia política), sobre todo en la juventud, aunque la fuerte polarización nos llevó a tener menos votos (respecto a las PASO y a las elecciones presidenciales del 2015).
Una polarización nacida de la negativa de la dirección sindical a luchar contra el macrismo
El escenario político cuidadosamente construido por las direcciones peronistas y centroizquierdistas de los sindicatos (que si bien representan una minoría de la clase trabajadora, son por lejos las que cuentan con más poder de movilización) y de los llamados movimientos sociales (“los cayetanos”), fue el ya famoso “hay 2019”, con el cual abandonaron toda convocatoria de lucha mínimamente seria luego de las jornadas de diciembre del 2017 contra la reforma previsional. Estas jornadas llenaron de terror al poder capitalista (no solo al gobierno sino también a la oposición peronista) por la posibilidad de enfrentar y derrotar con acciones de masas, en las calles, los tarifazos, despidos y demás ataques. Fueron una especie de anticipo de lo que ahora estamos viendo, en una escala muy superior, en Ecuador primero y en Chile después, con verdaderas jornadas revolucionarias. La situación internacional de revueltas y estallidos crecientes llegó a Latinoamérica en el final del proceso electoral. El desvío de la bronca masiva obrera, juvenil y popular fue impuesto previamente, más allá de la “marea verde” por el derecho al aborto que sacudió al país durante 2018, y varias luchas obreras y populares puntuales y potentes (la última y más importante viene siendo la de docentes y estatales de Chubut, contra un gobernador que apoyó y apoya a Alberto Fernández). Así, los nuevos procesos internacionales no afectaron el escenario nacional más que tangencialmente, predominando la política del peronismo de unificarse para terminar con el gobierno de Macri por la vía del voto, mientras desde el FIT-U, el sindicalismo combativo y el movimiento estudiantil y de mujeres de izquierda, siempre promovimos la autoorganización y la lucha en los años previos, agitando la necesidad de un paro nacional y un plan de lucha que culminara en la huelga general hasta derrotar al gobierno de Macri. En medio de una crisis económica y social profunda, donde las y los trabajadores y jubilados llevan perdidos (hasta octubre) un 20 % promedio de sus ingresos reales y crece la desocupación, la gran burguesía nacional y extranjera festeja haber logrado un cambio de gobierno “pacífico”, gracias a los servicios prestados por el peronismo y la dirigencia sindical y “social” que es parte del Frente de Todos.
Un virtual balotaje que da origen a un “bipartidismo” (de coaliciones) senil
En este marco ya de por sí desfavorable para la izquierda, las fuerzas políticas del régimen transformaron las elecciones de octubre en un virtual balotaje, mientras que las PASO de agosto funcionaron como una “primera vuelta” de ese mismo balotaje. Es decir, en ambas elecciones la gran masa de votantes (de todas las clases) actuó pensando en “quién puede ganar”, concentrándose así el voto en las dos principales fuerzas. Impusieron el cálculo por sobre los programas. El “doble balotaje” significó que en agosto la fórmula Fernández-Fernández sorprendiera con un triunfo aplastante e irremontable como “castigo” a los desastrosos años del gobierno de Macri, mientras en octubre fue Macri quien aprovechó la derrota anterior para recuperarse centralizando todo el voto anti-peronista y anti-kirchnerista que había en las listas de Lavagna, Espert, Gómez Centurión y en las personas que no votaron en las PASO o votaron en blanco, para dar la sorpresa y terminar con un 40 %. Que octubre fue un verdadero balotaje lo confirma también la bajísima cantidad de votos en blanco, solo comparable al balotaje de noviembre del 2015 (muchísimo menos que en las generales de 2011 y 2015). En millones de trabajadores y trabajadoras, la experiencia del balotaje del 2015, donde ganó Macri, reforzó el temor a que se repitiera esa situación.
El escenario de “unir a la derecha peronista (los gobernadores, Massa y los burócratas sindicales, todos colaboracionistas de Macri) con el kirchnerismo para sacar a Macri” esperando 4 años, con las corrientes de la “izquierda popular” (Patria Grande, PTP/PCR, etc.) que luego se sumaron, no fue algo “dado” sino construido por esas fuerzas políticas, al precio de dejar pasar el ajuste y la profundización de la crisis. El resultado fue el 88 % de los votos reunidos por las dos primeras fuerzas, recreando un “bipartidismo” que en realidad no es de “partidos” sino de “coaliciones”. En el FdT están, por un lado, CFK y su bastión en la PBA (que aportó 1,6 de los 2 millones de votos de diferencia con el macrismo) con Kicillof y los intendentes; por otro lado, los gobernadores y la burocracia sindical colaboracionistas directos de Macri; y en medio Alberto Fernández, que está por verse qué gabinete arma. Esta política de coaliciones con fuerzas que hasta ayer eran “enemigas”, el kirchnerismo la está llevando a otros ámbitos, muchas veces contra la izquierda [1]. En Juntos por el Cambio está el macrismo por un lado, con un Macri relativamente fortalecido; por el otro, el radicalismo, que tiene “bastiones” como Mendoza, y la Coalición Cívica en retroceso. Como señalamos en otras notas de LID, se trata de una recomposición senil de un régimen bipartidista (más precisamente de coaliciones) lo cual es un triunfo burgués. Pero es “senil” porque la crisis, la propia forma de “coaliciones” y el hecho de que esas coaliciones se construyan en base a “consensos negativos” (es decir, “en contra de…”), impiden pensar en que tenga estabilidad duradera, a tono con la dinámica internacional de crisis de los regímenes políticos en los más diversos países.
Un “recuento globular de fuerzas” extremadamente distorsionado
Desde fines del siglo XIX, frente a los primeros regímenes basados en el sufragio “universal” (que era solo masculino), Federico Engels los denunciaba como instrumentos de dominación de la burguesía (donde los trabajadores elegían a verdugos cada determinada cantidad de años) a la vez que señalaba que los partidos socialistas obreros podían aprovechar las elecciones para realizar un “recuento de fuerzas” y medir la “madurez” política de la clase trabajadora. Insistía en que esto era todo lo que podían dar esos regímenes donde los parlamentos eran decorativos de las monarquías o, en el caso de las repúblicas, meros “charlatorios” (diría luego Lenin) donde las verdaderas decisiones recaían en los poderes ejecutivos y los ejércitos. Trotsky insistirá luego en que, aun en la más democrática de las repúblicas burguesas, las y los trabajadores actúan en forma “atomizada”, como individuos aislados y no de forma permanente, en contraposición a la organización a partir de los lugares de trabajo, donde se puede debatir y resolver cotidianamente, criterio que sustentó el sistema de los consejos (soviets) obreros y campesinos de la Rusia revolucionaria antes de la burocratización estalinista. En los países capitalistas, si bien aquí no vamos a hacer una historia de las más variadas formas de regímenes, podemos decir que las clases dominantes introdujeron mecanismos que ampliaron el alcance del voto (sobre todo el de las mujeres), pero cooptaron y corrompieron a los partidos de los explotados y oprimidos (como parte de la degeneración de los partidos políticos en general), además de limitar de mil y una maneras la “expresión de la voluntad popular” que supuestamente representa el sufragio universal. Las elecciones para cargos ejecutivos (sobre todo en los regímenes presidencialistas como el nuestro) imponen a los votantes pensar en quién administrará el Estado en sus distintos niveles, diferente a las elecciones parlamentarias donde se votan diputados y diputadas con una cierta lógica de “representación”, aunque en varios países con regímenes parlamentarios hay todo tipo de restricciones. El sistema de balotaje extrema esto con el fin de lograr mayorías artificiales y dar así mayor volumen político a los gobiernos electos. El “recuento globular de fuerzas” se distorsiona casi por completo en esos casos, mientras que las elecciones parlamentarias donde no se eligen cargos ejecutivos (como las que hay en nuestro país cada 4 años) en cierta medida pueden ser utilizadas para ese recuento, con las limitaciones agudas que imponen las campañas millonarias, la “opinión pública” digitada desde los grandes medios y las empresas monopólicas que administran las redes sociales, y el clientelismo.
Los objetivos de la izquierda obrera y socialista en las elecciones y los resultados del FIT-U
Desde el punto de vista de las mejores tradiciones de la izquierda revolucionaria, aprovechamos las campañas electorales para llegar a la clase trabajadora en su conjunto y a la juventud, en un momento especial de politización, explicando los principales aspectos de nuestro programa y perspectiva. El resultado electoral (en votos) depende de las circunstancias políticas, las ilusiones generadas, el desarrollo de la lucha de clases, por lo que no puede ser el criterio único. Nuestro objetivo es lograr que existan trabajadores, trabajadoras, jóvenes, que defiendan un programa para la lucha contra las patronales y el régimen cuando se creen las condiciones para que la clase trabajadora y los sectores oprimidos pasen a la acción (recordemos que Piñera dijo que Chile era “un oasis” de estabilidad pocos días antes del estallido). Por esto, desde el temprano ¿Qué Hacer? (1902), Lenin insistía en que la verdadera actividad revolucionaria (preparatoria) consistía en la combinación entre agitación, propaganda y organización, conquistando “tribunos del pueblo” que tuvieran un diálogo permanente con franjas de masas, tomando las demandas de la clase trabajadora y demás sectores oprimidos para mostrar la necesidad de una lucha de conjunto contra el régimen, el Estado y sus representantes políticos, así como contra la clase capitalista.
Entonces, ¿cómo evaluar la campaña del FIT-U? La fuerte polarización que señalamos arriba explica los magros resultados (en votos) del FIT-U en las PASO y, sobre todo, en octubre. Transformadas en un virtual balotaje, las elecciones de octubre deformaron completamente el “recuento globular de fuerzas”. Por esto, para evaluar nuestro propio resultado, es necesario tomar en cuenta no solo los votos sino qué influencia política conquistamos luego de utilizar la campaña electoral como tribuna, cuestión que se potenció cualitativamente con los debates presidenciales, que fueron centrales, ya que tuvieron una audiencia promedio de 3 y 3,3 millones de personas aproximadamente. Pese a las limitaciones de tiempo (tanto en los debates como en los spots de radio y TV) pudimos desplegar nuestro programa y perspectiva en forma más completa y más clara que en elecciones anteriores e inclusive que en toda la acción parlamentaria (que es seguida solo por un “círculo rojo” de las personas más politizadas, salvo algunas sesiones especiales como las del aborto o la reforma previsional en diciembre del 2017), llevando candidatas y candidatos propios en todo el país.
Votos e influencia política
Se da la situación (que a algunos podría resultar paradójica) de que bajamos en votos en la categoría presidencial, mientras llegamos a casi 800.000 en la categoría de diputados nacionales (un 38 % más que el voto presidencial, muy superior al 2011 y 2015, donde fue 17 y 21 % respectivamente) y, lo más importante, miles de testimonios e informes de nuestra militancia a lo largo de todo el país, así como a través de las redes sociales, señalan que Nicolás del Caño y Myriam Bregman (así como todo el FIT-U) crecieron en influencia política, en especial en la juventud, ganándose un mayor respeto en todo el espectro político de la izquierda (incluyendo a quienes, considerándose de izquierda, votaron bajo la lógica del “mal menor”) e incluso en amplios sectores de trabajadores y trabajadoras votantes del Frente de Todos, del movimiento de mujeres, medioambiental y de las disidencias sexuales, compartiendo varios aspectos del programa que levantamos y las denuncias políticas formuladas por Nico en los debates. Por esto, consideramos que ampliamos el auditorio, respeto y conocimiento de nuestras ideas (influencia política), aunque la polarización nos llevó a tener menos votos. Luego de los debates, en especial del segundo, todos los partidos integrantes del FIT-U recibimos miles de ejemplos del buen impacto que habían logrado. Una parte de esa gente votó al FIT-U “boleta completa”, otra cortó boleta y otra directamente no nos votó por entrar en la polarización. Pero apoyan varias de las ideas que planteamos. Desde el punto de vista estratégico de la construcción del gran partido revolucionario que necesita la clase trabajadora y la juventud, esta realidad es fundamental.
Una primera muestra está reflejada en las notas que publicamos en estas páginas (ver links abajo) con informes de algunas ciudades y provincias (sumaremos las que vayan llegando). Allí se pueden leer comentarios como: “la campaña del FIT-U tuvo más visibilidad que en el 2015”, “Nico fue el único que defendió nuestras banderas”, “la izquierda logró una mayor influencia en la juventud”, “ahora somos una opción política, cuando hace diez años solo votaban a la izquierda un pequeño sector”, “el debate de Nico ayudó a que lo conozca mucha más gente”, “fue como una especie de balotaje pero haber quedado como la cuarta fuerza a nivel nacional es importante, con la crisis que va a seguir estando, es una oportunidad para que la izquierda canalice todo ese descontento y se muestre como la verdadera alternativa para salir de esta crisis”, “la creatividad y el uso de las redes sociales también fue algo que impactó mucho en la juventud”, “lo que me parece muy bueno de la campaña de Nico y del FIT-Unidad es que sembró la idea de que les trabajadores no tenemos que resignarnos, que ni el macrismo ni el peronismo van a romper con el FMI y que no podemos confiar en los que ajustan a nivel nacional ni en las provincias, en los que no les pagan a les docentes, en los que se juntan con la Iglesia para negarnos derechos fundamentales”. Y así gran cantidad de comentarios que destacan además los ejes contra el FMI, el pago de la deuda y otros temas de la campaña. Estas muestras de apoyo son más valiosas en el marco de la polarización y la dificultad que implica la baja lucha de clases, que lleva a que la abrumadora mayoría de la clase trabajadora haya votado con ilusiones en que el gobierno de Alberto Fernández y el peronismo van a lograr salir de la crisis y recuperar algo de lo perdido bajo el macrismo, a la vez que pagar la deuda y no atacar los intereses de los grandes empresarios, lo que lleva por supuesto a no compartir nuestras ideas por considerarlas “utópicas” o “irrealizables”.
Como una muestra del impacto destacado en la juventud, la página de Instagram (medio privilegiado para los jóvenes menores de 25 años) de Nicolás del Caño creció un 123 % en seguidores durante la campaña, decenas de miles de jóvenes, porcentaje de crecimiento solo superado (en relación a los demás candidatos) por Alberto Fernández, y logró 1.030.000 reacciones positivas en sus posteos durante la campaña, con 373.000 solo en octubre; mientras Myriam Bregman también alcanzó el millón de likes en Instagram, con 216.000 en el último mes de campaña. En Facebook (una red más utilizada por mayores de 25 años), el alcance de los posteos fue de 32,6 millones para Nico y 11,5 millones para Myriam. Solo en el mes de octubre, Nico alcanzó 8 millones de usuarios únicos y 2,7 millones Myriam (siendo su campaña centrada en CABA). Un dato muy importante es que la dinámica de las redes continuó luego de las elecciones, teniendo el video de balance de Nicolás del Caño casi 12.000 “me gusta” en solo un par de días en IG, y centenares de comentarios (que cualquier persona puede ver).
El contenido de la campaña
Antes de las PASO, ampliamos el Frente incorporando al MST [2], en base a un programa que actualiza lo esencial del anterior programa del FIT, para ofrecer un polo lo más fuerte posible en defensa de la independencia política de los trabajadores frente a todas las variantes patronales.
El contenido de la campaña fue el más de izquierda de todas las que hizo el FIT hasta ahora, ya que la realidad política permitió desplegar más abiertamente nuestro programa. La crisis y la denuncia del pacto con el FMI nos llevaron a plantear sistemáticamente y debatir en los medios contra el pago de la deuda y por la nacionalización de la banca y el sistema energético bajo gestión de los trabajadores, o sea, un programa más abiertamente anticapitalista y antiimperialista, coronado con el lema que agitamos durante toda la campaña de octubre: “que la crisis la paguen los capitalistas, no el pueblo trabajador”. Las jornadas revolucionarias de Ecuador y Chile permitieron introducir abiertamente la lucha de clases en los debates, con formas que impactaron en millones, así como las referencias a la lucha de Chubut. Abordamos además múltiples temas: a) la incompatibilidad de pagar la deuda ilegal e ilegítima con satisfacer las demandas de trabajo, salario, salud y educación; b) la necesidad de atacar a los “ganadores” capitalistas de la crisis (bancos, cerealeras, grandes empresarios, etc.) para que “la paguen ellos”; c) la denuncia del Pacto Social que propone Alberto Fernández con los empresarios y la burocracia sindical; d) el reparto de las horas de trabajo y un plan de construcción de viviendas, hospitales y escuelas bajo gestión de los trabajadores y salario que cubra la canasta familiar, así como el cupo laboral para las personas trans, para terminar con la desocupación; e) terminar con el trabajo precario, en especial de la juventud; f) que no hay “grieta” entre el peronismo y el macrismo en cuanto a la megaminería contaminante y desarrollar el fracking (Vaca Muerta); g) la denuncia del aparato represivo del Estado heredado de la dictadura y la relación entre sectores de las cúpulas policiales con el “gran delito” (narcotráfico, trata, desarmaderos, etc.) en connivencia con sectores del poder político y judicial, contra la criminalización de la pobreza, en contraposición al discurso “securitario” de Macri, Espert y Gómez Centurión (defensor de los genocidas) y el “garantismo” embellecedor del Estado de Alberto Fernández; h) la denuncia del régimen de democracia para ricos y, en contraposición, el planteo de Asamblea Constituyente Libre y Soberana señalando nuestra estrategia de lucha por el gobierno de los trabajadores y el socialismo; i) las banderas democráticas que utilizamos contra los sectores más reaccionarios no solo del macrismo sino también del peronismo, como el aborto legal y todas las demandas del movimiento de mujeres, la legalización de la marihuana, etc. Con varios de estos puntos buscamos ampliar nuestra influencia en la juventud, cuestión que varios ejemplos apuntan a que logramos. El impacto de los debates fue enorme, a nivel nacional, siendo un gran ejercicio de lucha política con los representantes de las distintas alas de la clase dominante, utilizando denuncias, exigencias, preguntas y ataques, que permitieron que Nicolás del Caño se destacara. Organizamos un acto de campaña masivo en la 9 de Julio, escenario que nunca había ocupado la izquierda, y un combativo cierre de campaña frente al Consulado de Chile en Buenos Aires, tomando como eje el apoyo a la rebelión popular trasandina. En el movimiento obrero hicimos una campaña intensa de lucha política contra el “malmenorismo”.
El Frente de Izquierda Unidad sigue siendo una fuerza con representación parlamentaria
Por supuesto que no haber logrado que ingresen Néstor Pitrola y Myriam Bregman a la Cámara de Diputados, salvo la elección de Alejandrina Barry como diputada de la Ciudad, que se suma a las bancas provinciales conquistadas en elecciones provinciales previas en Neuquén y Córdoba, debilita al FIT-U en el escenario político nacional. Sin embargo, la buena elección de Myriam en CABA (que no entró solo por un 0,5 %) y que Nico y Romina Del Plá sigan como diputados nacionales, así como los legisladores y legisladoras que continúan hasta el 2021 en varias provincias (CABA, Provincia de Buenos Aires –donde en marzo asumirá la banca rotativa del FIT Claudio Dellecarbonara–, Jujuy, Mendoza, además de las nombradas Neuquén y Córdoba que tienen mandato hasta el 2023), son una contratendencia a esto. El FIT-U sigue siendo una fuerza con representación parlamentaria (algo que no lograron las extremas derechas de Espert y Gómez Centurión).
La campaña en CABA y otras provincias
La campaña de Myriam en CABA merece una mención especial. Logró una votación histórica en un escenario donde, a la polarización nacional, se sumó la pelea que lanzó el peronismo por forzar un balotaje con Larreta. El PTS y el FIT-U llevamos adelante la campaña por la “boleta completa”, con Nico y Myriam al frente y con un contenido anticapitalista y socialista, junto a Gabriel Solano (PO), que se destacó en el debate de candidatos a Jefe de Gobierno. A su vez, surgió el Comité de Apoyo a la candidatura de Myriam que reunió a referentes intelectuales, artistas y del movimiento de mujeres (como Diana Maffía, Claudia Piñeiro, Candelaria Botto, Mercedes D’Alessandro, Flor Alcorta y muchas actrices y periodistas) y del movimiento LGTB (como Gustavo Pecoraro) que impulsaban el corte de boleta (con simpatías hacia Alberto Fernández en la mayoría). Este Comité ayudó a ganar a un sector de las y los votantes “progresistas” alrededor de un problema vital como el derecho al aborto y toda la política de la mujer y las disidencias sexuales. Myriam obtuvo la votación más alta en la categoría de diputados desde que existe el FIT en la CABA. Una parte importante son votos que le sacamos –en esa categoría– al kirchnerismo (que tenía una buena oferta con Pino Solanas y Donda a diputados y Ofelia Fernández a legisladora), que no hubiéramos sacado de no existir esta política.
Tener políticas de diálogo con estos sectores alrededor de puntos concretos y correctos, siempre y cuando no implique renunciar a nuestros principios revolucionarios, es algo que tenemos que mantener en diversos aspectos de nuestra política (además de las tácticas relacionadas con el Frente Único Obrero). Esto se plantea en el movimiento de mujeres o el movimiento ambientalista, con el que el FIT-U avanzó mucho en esta campaña, con personalidades muy destacadas como Maristella Svampa, que apoyaron públicamente al FIT-U. En la juventud estudiantil la cuestión del medioambiente se ha tornado masiva, como parte del movimiento internacional por el cambio climático.
En la extensa Provincia de Buenos Aires, también se duplicó la polarización con la pelea por la gobernación. Allí, tanto Christian Castillo como Néstor Pitrola, así como las y los demás candidatos del FIT-U, recorrieron decenas de ciudades y pueblos, con amplia repercusión en los medios locales. Siendo que todas las provincias estuvieron recorridas por la polarización presidencial, los porcentajes más altos obtenidos por el FIT-U en el interior fueron los de Neuquén y Jujuy, donde encabezaron las listas de diputados nacionales los dirigentes obreros del PTS Raúl Godoy y Alejandro Vilca.
La acción política en gran escala que queremos mantener
La campaña electoral nos planteó una lucha política a nivel nacional y en cada fábrica, empresa, escuela, colegio o facultad donde actuamos, sobre las perspectivas del país y el programa, contra el gobierno, la oposición (ahora eventual oficialismo) peronista y demás variantes patronales. Utilizamos a fondo las redes sociales, conquistando nuevos canales de comunicación con decenas de miles (en especial jóvenes), así como La Izquierda Diario superó los 3 millones de visitas durante octubre. Desarrollamos una agitación política en la tradición leninista, en el sentido que planteamos arriba. Fue una contratendencia a las presiones permanentes que tenemos a actuar en función de las luchas sindicales o de las demandas particulares de cada movimiento (de la mujer, estudiantil, medioambiental, etc.) y las elecciones de todo tipo en cada estructura, combinadas con alguna propaganda para convencer de la militancia partidaria, artesanalmente, solo a los/as más cercanos/as. El desafío central que tenemos en todos los frentes es no retroceder a una actividad que combine la intervención en las luchas con la propaganda “persona a persona”, abandonando la agitación política permanente mediante campañas e iniciativas políticas nacionales e internacionales, utilizando los medios de diálogo amplio con miles y miles de simpatizantes, como son el “sistema de medios” desarrollado por el PTS (con La Izquierda Diario, El Círculo Rojo, la revista y suplementos dominicales Ideas de Izquierda, los libros y folletos del IPS/CEIP) así como las redes de Nico, Myriam y demás referentes (en particular, Instagram, Facebook y Twitter) que son canales relativamente independientes. El papel de cada militante en esta construcción es fundamental. En varias regionales se organizan, además de los equipos, mesas de trabajo entre compañeros y compañeras que se ayudan mutuamente a mejorar las relaciones, utilizar no solo las redes sino la organización de charlas, actividades sociales, comités, etc., impulsando las iniciativas nacionales o regionales, como el acto en apoyo a la rebelión popular en Chile que estamos convocando para el sábado 16 de noviembre en el Estadio Cubierto de Ferro.
Lo que hemos conquistado en la campaña electoral, pese a todas las dificultades que hemos señalado, nos plantea mantener métodos de acción política “de partido”, no reducidos a pequeños círculos, sino organizando desde ahora a los compañeros y compañeras que vienen colaborando con el PTS en el FIT-U, pero para sumarlos a dialogar con miles y dar pasos en la construcción del gran partido de trabajadores socialista que necesitan la clase trabajadora y la juventud.
Primeras notas con comentarios de simpatizantes
Provincia de Buenos Aires
Morón/Ituzaingó
Opiniones y debates luego de las elecciones: “El debate de Nico ayudó a que lo conozca mucha más gente”
Zona Norte-GBA
Zona norte del GBA: “Una campaña a pulmón del FIT Unidad contra dos frentes que manejan millones”
San Fernando
Elecciones: opiniones de trabajadores de Mondelez Victoria (Ex Stani)
Elecciones: opinan obreros de Fate
Campana
Voces de la campaña de la izquierda en Campana
San Miguel
Voces sobre la campaña del FIT-U en San Miguel
Zona Sur-GBA
Secundarios: "Fue una muy buena campaña, muchos más jóvenes hoy conocen al Frente de Izquierda"
Zona sur GBA: “Lo mejor de Nico y el FIT Unidad es que sembró la idea de no resignarse a la miseria que nos quieren imponer”
Universidad de Buenos Aires
Opinan estudiantes de la UBA: “Cuando voté por primera vez la izquierda no tenía la repercusión que tiene ahora”
Córdoba
“Nico fue el único que defendió nuestras banderas”: la juventud de Córdoba opina sobre la campaña de la izquierda
Voces de la juventud precarizada sobre la campaña de la izquierda en Córdoba
Siguen las repercusiones de la campaña de la izquierda en Córdoba
Santa Fe
"La campaña del FIT-U fue excelente, tuvo mas visibilidad que en el 2015"
Chubut
Testimonios desde Chubut: “La izquierda es mucho más fuerte que los votos que sacó”
Mendoza
“Del Caño fue el único que mencionó problemas claves y reales”: opiniones sobre la campaña del FIT en Mendoza
Neuquén
Voces de la juventud trabajadora en Neuquén sobre la campaña del FITU |