Después de conocerse en detalle el acuerdo entre la derecha, la ex-Concertación y gran parte del Frente Amplio para la realización de un plebiscito que enfrente a una "Convención Mixta" con una "Convención Constitucional" como los mecanismos para cambiar la Constitución, en redes sociales se hizo manifiesta la sospecha de que esta última no sea llamada "Asamblea Constituyente", como también causó extrañeza la cara risueña de Van Rysselberghe durante la conferencia de prensa que dio a conocer la noticia.
La astuta jugada de la UDI supone que al obtener la derecha un porcentaje de al menos 33,4% de los convencionistas podrán vetar TODOS los acuerdos constitucionales e imponerse sobre una gran mayoría representada en un 66,6%, el retorno al derogado sistema binominal, aún presente en la cultura política de la élite chilena.
No es un tema de nombres, una verdadera Asamblea Constituyente supone por definición la libertad de establecer autónomamente cuál será su función y su duración, mientras que a la Convención Constitucional se le preestablece en el pacto solo la función de ser exclusivamente un mecanismo redactor en un periodo de nueve meses. ¡Una vergüenza! Una AC también debe tener la capacidad de acabar en la marcha con el sistema económico.
Es importante señalar que en la propia teoría liberal un poder ya constituído, como el legislativo representado en el Congreso; no puede sobreponerse a un poder constituyente originario. De este modo, convertiría a la convocatoria de la Convención en un órgano más dentro de la institucionalidad burguesa, limitado por mecanismos similares a los impuestos por Jaime Guzmán.
La Convención Constitucional propuesta por la UDI tiene intenciones de parecerse a la realizada en 1994 en Argentina que terminó reformando su Carta Magna solo en algunos apartados concertados personalmente por Carlos Menem y Raúl Alfonsín en el Pacto de Olivos, a espaldas del pueblo.
La cocina de Boric, Walker, Desbordes y compañía, resolvió el peor camino para el pueblo, despojándolo de unos de los principales anhelos expuestos en la movilización, el fin a la herencia de la dictadura. Están resguardando por igual los intereses del gran empresariado y sosteniendo al gobierno criminal, que durante la noche valoró la firma del texto hablando de una nueva Constitución como "la nueva casa de todos" y felicitando a los partidos que le dieron este bochornoso salvataje.
Para detener la farsa impuesta desde los hijos de la Concertación hasta la derecha recalcitrante, es necesario que todas las fuerzas populares tanto sociales como políticas, convoquen de inmediato a una Huelga General indefinida que haga caer a Piñera y que de paso a una Asamblea Constituyente libre en definir su labor y que se sobreponga a todos los poderes del Estado, para hacer pagar a los ricos por nuestros derechos. ¡No hay que pedirlos, hay que exigirlos!
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