Este miércoles por la tarde saltaba la noticia de la dimisión en bloque de 15 miembros del Consell Nacional de Catalunya en Comú. Se trata de miembros del sector “Desbordem” que impulsa Anticapitalistes y otros sectores críticos con la dirección de Colau. Una renuncia que se realiza días después de que dicha corriente se negara a presentar candidaturas a la próxima renovación de la dirección y que es la primera en alguna de las fuerzas de la llamada izquierda del “cambio”, desde el anuncio del preacuerdo de gobierno de coalición de Unidas Podemos y el PSOE.
Este preacuerdo, todo un salto de cantidad en calidad en la integración en el régimen del 78, es lo que ha precipitado la decisión, tal y como ha planteado una de las portavoces de Anticapitalistes, Laia Facet, en twitter.
Las razones que han planteado en una carta pública para tomar esta decisión han sido el haberse “pasado de luchar contra la austeridad a aprobar el techo de gasto, de querer tumbar el régimen del 78 a ser el socio minoritario del PSOE del 155, de defender el derecho a decidir de Catalunya a no dar apoyo a la amnistía de las presas políticas (o a no atreverse a llamarlas presas políticas en los comunicados o declaraciones públicas) y todo siempre en base a giros repentinos que se han decidido de forma repentina, sin hablar de forma abierta”.
También cuestionan el “inexistente papel de los órganos de dirección” en la toma de decisiones y la negativa de Catalunya en Comú a respetar en diversas localidades otros proyectos políticos municipalistas preexistentes en las pasadas elecciones de mayo. Sobre esta cuestión desde Anticapitalistes en aquellos comicios ya se dió apoyo a candidaturas ligadas a la CUP y que competían con las de los Comunes en localidades como Badalona o Girona.
La deriva que denuncian desde Anticapitalistes y los sectores críticos, ha sido la seña de identidad de este proyecto político del que han sido parte desde su fundación. Catalunya en Comú, en una senda muy similar a la de su socio estatal de Podemos, ha estado incluso a la cabeza en esta integración en el régimen por medio del gobierno del Ayuntamiento de Barcelona y su política ante el movimiento democrático catalán.
El equipo de Colau asumió la austeridad sin cuestionar la Ley Montoro y el pago de la deuda, no ha tomado ninguna medida contra los grandes tenedores de vivienda vacía, ha mantenido todos los privilegios de la casta del PSC, CiU e ICV en empresas públicas como TMB, recrudecido las políticas de racismo institucional como la guerra al top manta o ha dado la espalda a un sin fin de movilizaciones de trabajadores que peleaban por la remunicipalización de servicios -como la atención domiciliaria en manos de Florentino Pérez- o la huelga de Movistar nada más asumir el cargo en 2014.
Una política que nada tenía de diferente que la aplicada por los consistorios socialistas en los más de 30 años que gobernaron la ciudad. De ahí que su cogobierno con el PSC hasta 2017 y el actual equipo bipartito -que contó con el aval de la derecha españolista y racista de Valls- esté funcionando sin apenas contradicciones.
En el Parlament de Catalunya y en su política en clave catalana, han jugado a una equidistancia respecto a la lucha por el derecho a decidir cada vez más escorada hacia el bloque monárquico. Sumándose por momentos al coro del constitucionalismo, como en septiembre de 2017, negándose a dar legitimidad al referéndum del 1 de octubre y, recientemente, llamando a acatar la sentencia, criminalizando las protestas contra la misma y hasta absteniéndose, este mismo jueves, sobre la retirada del privilegio de Felipe VI de poder hacer uso privado del Palauet Albéniz de propiedad municipal.
Toda esta deriva explica el salto que significa el anuncio del preacuerdo de gobierno de Unidas Podemos (coalición de la que Catalunya en Comú forma parte) con el PSOE. Los Comunes, encabezados en el Congreso por Jaume Asens, se quieren sumar con entusiasmo a la integración del gobierno imperialista de la quinta potencia de la UE.
Un gobierno que ya ha dejado claro que asumirá las recetas de la Comisión Europea y el BCE, tanto en lo relativo a la austeridad como a las llamadas reformas estructurales. El PSOE se prepara, ahora auxiliado por Unidas Podemos, a aplicar ajustes como los que acostumbran a hacer los gobiernos social liberales, recordemos a Zapatero. Un gobierno que mantendrá lo esencial de la política de Estado -dictada por la Casa Real el 3-O- contra el independentismo y los derechos democráticos. Un gobierno que aplicará las políticas de fronteras de la UE y el bipartidismo, y que seguirá defendiendo los intereses de las multinacionales españolas en todo el mundo, lo que incluye diplomacia de sangre, misiones militares y apoyo a golpes como el de Guaidó en Venezuela.
Este acuerdo ha generado críticas de diferentes referentes de Anticapitalistas en el resto del Estado. Incluso uno de sus portavoces, Raúl Camargo, en respuesta a una pregunta sobre si su organización era ya un proyecto por fuera de Podemos respondía que “En algunos territorios no, seguimos dentro de Podemos, pero en la mayoría ya estamos fuera. (…) En marzo, tendremos una conferencia política confederal de Anticapitalistas para elegir nuestra apuesta política para los próximos años. Durante estos meses, estaremos debatiendo, pero es una evidencia que este gobierno de coalición, si se concreta y consiguen finalmente los números, demuestra que la distancia es cada vez más grande”.
La posición en Catalunya de Anticapitalistes es que después de la decisión tomada “seguiremos trabajando por una reorganización de las izquierdas en Catalunya en clave rupturista i de mayorías a la altura de la crisis económica, social y política que vivimos y que recoja las experiencias de una nueva generación de activistas”.
Desde la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras planteamos recientemente en una carta abierta a Anticapitalistas la urgencia de que tomen la decisión de romper con Podemos (y en el caso catalán con Catalunya en Comú), “denunciando el acuerdo y llamando a un reagrupamiento de todas las fuerzas políticas, sociales y sindicales combativas que estén dispuestas a organizar la oposición independiente a un gobierno de coalición”, algo que podría “darle una perspectiva a muchísimas personas que consideran la entrada de UP al gobierno como una capitulación histórica”. No hacerlo significaría un “embelleciendo al futuro gobierno, que no será ni “progresista” ni “reformista”, sino un gobierno neoliberal de un estado imperialista con cobertura “progre” por parte de Unidas Podemos”.
Coincidimos en señalar que “Si no logramos poner en pie una alternativa política de izquierda ante el inevitable fracaso de UP en un gobierno que no cambiará nada, quienes cosecharán el descontento serán la derecha y la extrema derecha”. Si bien para nosotros esto no pasa por defender una posición de dar el apoyo en la investidura al PSOE o buscar un acuerdo programático con él, sino, en el sentido que plantea la CUP en el Congreso de“no brindarle ningún apoyo al gobierno de coalición, no legitimar al régimen y seguir luchando por el derecho a decidir, la amnistía y por derechos sociales”, lo cual sería “un buen punto de partida para proponer un reagrupamiento estatal de una izquierda anticapitalista e independiente del régimen político.”
Ante la decisión tomada por Anticapitalistes queremos retomar este llamamiento a las compañeras y compañeros de esta organización. Es el momento que, junto con la CUP y las organizaciones de la izquierda independentista y aquellos grupos de la izquierda anticapitalista que quieran ser parte, impulsemos en común asambleas abiertas, actos y encuentros donde debatir cómo podemos construir una fuerte izquierda anticapitalista y combativa. Una izquierda que se prepare para plantar cara al próximo gobierno, marque una clara línea de independencia de los partidos del procesismo, se proponga enfrentar al régimen monárquico y luche por procesos constituyentes verdaderamente democráticos, por un programa obrero y popular para dar respuesta a las demandas sociales de salario, vivienda, salud y educación, y para que la crisis la paguen de una vez los capitalistas. No hay tiempo que perder. |