El escenario de crisis por las acusaciones contra el primer ministro Benjamin “Bibi” Netanyahu está atravesado por dos elecciones pasadas (abril y septiembre). Debido a que ni Netanyahu (Likud) ni el ex jefe de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, Benjamín Gantz, líder de la oposición (Azul y Blanco) pudieron formar Gobierno: es decir llegar a los 61 diputados de la Knesset (Parlamento) que nominen a un Primer Ministro. Ambos por razones diferentes que luego explicaremos.
Todo indica que habría nuevos comicios en marzo del 2020, mientras dentro del partido de Netanyahu, hay revuelo, con alas que hasta el momento no se habían expresado, para desplazar a su líder. Todos los analistas se preguntan: ¿Es el fin de la era del “Rey Bibi”?
El fracaso del líder derechista del Likud para formar Gobierno, se debió en gran parte al hecho de que no pudo acordar con su oponente Gantz quién iría primero, luego que se pusieron de acuerdo en que compartirían el cargo. Netanyahu no podía ceder el primer lugar porque de su continuidad como Primer Ministro depende su impunidad frente a las imputaciones que recibió.
La situación hasta el momento es que luego de la segunda elección, Netanyahu no consiguió reunir esos 61 diputados necesarios para obtener la mayoría parlamentaria. Hizo acuerdos con los partidos religiosos ultra ortodoxos, pero los bloqueó el ultra derechista laico Avigdor Lieberman, que mantiene una disputa con los religiosos que se niegan a realizar el servicio militar, lo cual no le impide a su base asesinar palestinos desde algunas de las colonias que ocupan.
Este personaje, Lieberman, es ex ministro de Defensa de Netanyahu, que renunció a mediados de noviembre del año pasado por estar en desacuerdo con que el Estado Nacional Judío de Israel dejara de bombardear la Franja de Gaza para establecer una tregua.
Tampoco su rival, Gantz, pudo hacerlo ya que también Lieberman impidió que una posible alianza entre el Likud y Azul y Blanco incluya a la coalición árabe, por lo cual esta salida tampoco fue posible para el régimen israelí. Gantz y sus aliados tampoco están de acuerdo en aceptar una coalición con un Primer Ministro acusado.
Ante esto, el presidente israelí Reuven Rivlin le encargó el jueves al presidente de la Knesset, Yuli Edelstein, que el Parlamento nombre un primer ministro, para lo cual tiene 21 días (hasta el 11 de diciembre).
En esa encerrona se encuentra Netanyahu, el socio menor de Trump, cuando la acusación por corrupción en su contra del fiscal general, Avichai Mandelblit, podría acelerar el fin de la era del "rey Bibi".
El primer ministro tiene 30 días para pedirle a Knesset que le otorgue inmunidad judicial. Si presenta este pedido, una comisión del parlamento (Comité de Cámara) decide si se acepta o no la solicitud, pero un pleno de la knesset tiene la última palabra. Sin eso no puede haber audiencias en el Poder Judicial. Esto puede llevar largo tiempo, incluso si se decide votar en contra de la inmunidad hay instancias de apelación. En síntesis, hay inmunidad para rato.
La acusación está dividida en tres causas, cada una de ellas por fraude, soborno y abuso de confianza. El llamado “caso 1000”, sería por recibir beneficios de alto valor y durante muchos años, para él y su familia.
Los favores serían champán y cigarros de marcas muy costosas, a cambio de favores para un amigo millonario.
El “caso 2.000”, incluye una acusación por el acuerdo al que Bibi llegó con el editor Arnon Mozes, del importante periódico israelí Yediot Ahronot, para promover una legislación para debilitar a un rival, a cambio de una cobertura favorable sobre su gestión.
Por último, el “caso 4.000”, es considerado el más grave porque Netanyahu promovió decisiones regulatorias que beneficiaban financieramente al accionista del grupo de telecomunicaciones Bezeq, Shaul Elovitch, a cambio de una cobertura favorable en el sitio de noticias Wallah.
Netanyahu por otro lado, debe enfrentar una rebelión interna en el Likud. Tras una década de haber construido poder alrededor de su figura, no ha surgido otra que lo suplante dentro de su partido derechista, y parece ser difícil el recambio, ya que en los último 20 años sólo tuvo dos líderes Ariel Sharon y el mismo Benjamin Netanyahu.
Hoy todo su esfuerzo político está puesto en no ser desplazado del principal cargo israelí, lo que frente a las bases puede desprestigiar al partido, con lo cuál surgió un ala interna que plantea el desplazamiento de Netanyahu ya que dicen que “se quiere más a sí mismo que al país”. En este sentido Gideon Sa’ar, miembro importante del Likud, exige realizar unas primarias en su partido, llegado el caso de tener otra vez elecciones en marzo.
Mientras esta crisis interna continúa, que como ya dijimos puede acabar con la carrera política de quien dirige el Estado sionista desde el 2009, desde los primeros días de noviembre Israel volvió a realizar “asesinatos selectivos” en la Franja de Gaza, supuestamente como respuesta a los cohetes arrojados a territorio israelí desde esa zona.
Estos asesinatos consisten en bombardeos “selectivos”, realizados dicho sea de paso por el único Estado de Medio Oriente que posee armamento nuclear (con la venia de los países imperialistas, nótese el trato diferencial con otros países de la región como por ejemplo Irán). De esta manera terminó asesinando a uno de los líderes de la Yijad Islámica, Baha Abu Al Ata, que vivía con su familia en Gaza.
Hamas, que gobierna ese territorio, declaró no ser quien arrojó los cohetes a las ciudades israelíes fronterizas y no esta por romper la tregua declarada (con Egipto como mediador) después de recibir dos días de bombardeos israelíes que dejaron al menos 50 palestinos muertos en Gaza.
A esto se suma una nueva legislación israelí, más restrictiva aún, para los campesinos que poseen parcelas de tierras cultivables en Cisjordania que se encuentran cercanas al muro que separan esas tierras del Estado judío.
A partir de este mes, los palestinos verán reducida la cantidad de veces que puedan acceder a sus propias tierras (cantidad de veces que varía según el cultivo). De esta manera, Israel se apresta a seguir robando tierras palestinas.
La política externa israelí
El Estado de Israel se caracteriza por resolver sus crisis políticas internas con enfrentamientos militares con los árabes o persas, según mejor le convenga. Por esta razón, los últimos bombardeos a posiciones de grupos aliados de Irán en Franja de Gaza y Siria podrían formar parte de una salida para presionar a la formación de un Gobierno de unidad nacional. Esta peligrosa jugada política fue planeada por Lieberman, líder del partido “Hogar Judío”.
Israel vio una oportunidad en este caso para atacar posiciones de aliados iraníes, aprovechando la crisis económica (sobre todo a partir del bloqueo impuesto por Estados Unidos) y política que enfrenta el país persa a partir de las enormes manifestaciones populares que exigen mejores condiciones de vida, como también lo podemos ver en Líbano e Irak, donde tiene aliados estratégicos en función de su objetivo de ubicarse como actor hegemónico en la región.
Para ambos países aumentar las tensiones militares puede transformarse en una forma de canalizar sus problemas internos. La presencia de procesos de lucha de clases en la región puede desestabilizar aún más el débil equilibrio sobre el que se apoyan estos países. Israel en medio de su propia crisis política, deberá calcular seriamente su política exterior. |