Presentamos a continuación la primera de una serie de tres notas sobre las manifestaciones y la crisis política y social en Irán, que se puede ver en su versión original en alemán aquí
En las primeras horas de la mañana del viernes 22 de noviembre, el precio de la gasolina en Irán se triplicó y el gobierno ordenó el racionamiento. Un gran shock para la clase obrera, las masas rurales empobrecidas de la ciudad e incluso para los sectores más bajos de la pequeña burguesía urbana y los campesinos, porque son conscientes de que este aumento de precios desencadenará un “tsunami” de inflación.
El aumento de los precios de la gasolina y su racionamiento también se han producido en el pasado reciente, que también desataron protestas. La diferencia esta vez es que la participación y el radicalidad son mucho mayores. El precio de la gasolina en Irán es considerado como el verdadero "detonante de la inflación" y las masas saben que serán los principales perjudicados.
Así, la crisis política y económica en Irán alcanzó una nueva etapa, hacia una fase todavía más convulsiva. Las masas no quieren continuar así; si el régimen todavía puede hacerlo se verá en los próximos días. Las condiciones de vida no pueden ser mejoradas por el régimen. Por el contrario, el régimen insiste en descargar la crisis sobre las masas, manteniendo sus medidas antipopulares a pesar de las protestas.
Incluso se están planeando nuevos planes económicos de ajuste a través de una nueva institución bajo el mando de Alí Jamenei, líder supremo de la casta religiosa islámica. Se trata del Consejo Supremo de Coordinación Económica del Poder Ejecutivo, el Poder Judicial y el Poder Legislativo. Después que el gobierno de Trump se retiró del tratado nuclear, el ayatolá Jamenei ordenó a tres altos funcionarios del gobierno de estas áreas (Hassan Rouhani, Sayed Ebrahim Reisi y Ali Larijani) que se reunieran regularmente para resolver problemas económicos: el llamado "plan de contingencia económica". Un ejemplo de estas decisiones y supuestas soluciones es el aumento del precio de la gasolina y de todos los demás combustibles.
Los detalles de estos nuevos "planes económicos" se anunciaron la semana pasada de forma abrupta en las primeras horas de la mañana, para controlar la reacción pública. La última "operación del capitalismo iraní" como resultado de las negociaciones entre el Fondo Monetario Internacional y las autoridades de la República Islámica provoca los ataques más duros contra la clase obrera del país.
Crisis económica en Irán
La segunda economía más grande de la región, que está concentrada predominantemente (entre el 70 y 80%) en manos de los gobernantes teocráticos o fundaciones religiosas del país (Bonyad), está experimentando actualmente una importante crisis económica.
Los sectores económicos más importantes son, sobre todo, la industria del petróleo y del gas. Sin embargo, las exportaciones de petróleo del cuarto mayor productor mundial de petróleo han caído más que un 80% a principios de octubre como resultado de las nuevas sanciones punitivas impuestas por el imperialismo estadounidense. Esta política imperialista de subyugación llevó a un deterioro significativo de la situación económica. Bajo el mando de instituciones imperialistas como el FMI, el rial iraní (IRR) ha perdido el 75% de su valor frente al euro desde principios del 2018; la depreciación actual es de alrededor del 60%.
La crisis es tan profunda que el gobierno del presidente Hassan Rohani, ha introducido la repartición de cupones de alimentos por primera vez en 31 años. En otras palabras, la situación económica actual es similar a la de la guerra con Irak que tuvo lugar entre 1980 y 1988. Además, la reducción de las subvenciones a los precios de la energía se está aplicando masivamente.
La crisis política interna de las dos fracciones del régimen, los "duros" y los "reformistas", se profundizó después de que los primeros culparon a Rohani de la creciente miseria. Una posible solución temporal a la crisis actual podría ser la destitución de Rohani por parte de los partidarios de la línea dura, como hizo el régimen con Bani-Sadr durante el período de fundación de la república en 1979.
Los monopolios económicos de las fundaciones religiosas controlan alrededor del 80% del valor añadido. Con medidas de privatización neoliberal masiva, el gobierno corrupto planea expandir significativamente el sector privado, lo que en última instancia significa que las ganancias terminan en los bolsillos privados de la élite gobernante y sus familias. Los Bonyads tienen en sus manos los monopolios de exportación, aduanas, puertos, materiales de construcción (concreto), compañías navieras y petroquímicas, hoteles, universidades y bancos, gozando de ventajas fiscales. El capitalismo iraní ha encontrado su propia representación económica en forma de fundaciones religiosas, algunas de las cuales se han fusionado con el aparato estatal, mientras que los trabajadores deben sostener toda esta estructura con su trabajo y sus impuestos.
La inflación actualmente supera el 40% y la tasa de desempleo está en torno al 11%, flagelo que entre los jóvenes (de entre 15 y 29 años) se dispara al 25,3%. En Irán, el 40 por ciento de los graduados universitarios están actualmente desempleados. Según la autoridad estadística iraní, los precios de la vivienda se han disparado por un 104%, de forma similar a los alimentos entre los cuales resaltan la papa cuyo precio se ha cuadruplicado, el tomate con un 140% de aumento y el azúcar con casi 120%. Estos son los alimentos básicos de la clase obrera y de la población empobrecida, ya que otros como la carne directamente se han convertido en artículos de lujo.
Además, en muchas áreas los trabajadores ya no son remunerados. En los últimos años y meses, por ejemplo, los trabajadores ferroviarios se han declarado repetidamente en huelga. Han bloqueado repetidamente las rutas ferroviarias entre la capital, Teherán, y la importante ciudad portuaria de Bandar Abbas, por atrasos en el pago de salarios de hasta tres meses. Los maestros se declararon en huelga en todo el país porque ya no pueden vivir de su salario. También en las automotrices, la mayor azucarera del país Haft Tapeh, la siderúrgica Fulad o, más recientemente, la fábrica de agua mineral Damash, se producen disturbios repetidos porque los propietarios no adquirieron materias primas ni pagaron salarios.
En la segunda parte se analizarán las protestas dentro de la nueva situación a nivel mundial donde la lucha de clases pasa al centro de la escena.
Traducción del Alemán al Español: Amanda Trelles Aquino |