Ante un nuevo hecho de violencia machista, las jugadoras dijeron basta y se unieron para crear Futbolistas Unidas Argentinas, el colectivo que sin dudas va a cambiar la historia del fútbol femenino: "No vamos a permitir que la violencia sea protagonista. Nuestro juego no es así".
Otra vez los violentos se llevaron el protagonismo en un partido de fútbol, pero en esta oportunidad sucedió en el clásico femenino entre Excursionistas y Defensores de Belgrano por la novena fecha del Torneo Rexona. Clásico que debería haberse disfrutado hasta el último minuto, por ser el primero en la era semiprofesional, y que lamentablemente quedó opacado por los inadaptados de siempre.
En la previa ya se sentía que algo no andaba bien. Más de veinte policías rodeaban el Coliseo del Bajo Belgrano, algo nunca visto en un partido de fútbol femenino. Las tribunas tenían simpatizantes de ambos equipos. La jueza, María Estefanía Pinto, dio el pitazo inicial y la pelota comenzó a rodar en el clásico.
“Sos horrible siete, hija de puta, la reconcha de tu madre”, le gritaba un “hincha” local a Mariana Toribio mientras el Dragón iba ganando por 1 a 0. “Cerrá el orto, cuatro, sos horrible. Dale, la puta que te parió. Cállate, fea de mierda”, le dijo minutos más tarde a Cecilia Ierrobino. Y como no le alcanzó se la agarró con la jueza, a quien insultaba cada vez que cobraba una falta. “¿Sabés qué pasa? Yo les grito todo esto porque las desconcentro y las saco de partido, es una estrategia”, confesó en voz alta a quienes estaban colgados del alambrado junto a él.
hay un energumenito en la tribuna de excursio que está insultando a la jueza desde el minuto cero y le acaba de gritar BOLUDA a una jugadora y yo estoy por salirme de la vaina.
Fueron noventa minutos de insultos, escupitajos, violencia desmedida. Y bronca. Bronca que manifestaron aquellos y aquellas que no pudieron frenarlo, ni los periodistas que estaban cubriendo el partido, ni las jugadoras que estaban adentro de la cancha, ni los hinchas que solamente querían disfrutar una tarde de fútbol en familia.
Este hecho fue la gota que rebalsó el vaso. Las futbolistas dijeron basta. Se cansaron, y con justa razón. Por todas las veces que las sacaron de las canchas, que las maltrataron y que les negaron sus derechos. “Por este motivo y muchos otros que cotidianamente sufrimos en la práctica de nuestra profesión, decidimos unirnos y manifestarnos en total desacuerdo con que los clubes sigan permitiendo la entrada de esos grupos de ‘hinchas‘ nefastos a nuestros partidos”.
Antonela Tatulli juega en Defensores de Belgrano y estuvo entre las once titulares: “Desde el ‘vamos’ supimos que iba a ser una tarde, como mínima, extraña. Y digo extraña porque todo lo sucedido es ajeno al fútbol femenino que venimos construyendo hace tiempo. Cuando llegamos, bajamos de la combi rodeadas de policías. Arrancó el partido y, en conjunto, el coro de insultos hacia todas las jugadoras (locales y visitantes). Agresiones a nuestro físico (gorda, rubia boluda, fea), escupitajos y señas irreproducibles”.
Por su parte, la jugadora de Excursionistas, Johanna Chamorro, en diálogo con FutFemProf, también repudió lo sucedido: “En el masculino están acostumbrados a un estilo de aliento que no se da en el femenino. Insultar a las jugadoras y denigrarlas no lo comparto. De hecho, cuando salió la 9 (Tatulli), para evitar que la insulten le dije que salga por otro lado”.
El comunicado de las futbolistas es muy claro, no quieren violentos en su fútbol, ese que están construyendo desde hace años y que poco a poco va ganando terreno en un ámbito tan machista como el deporte, sobre todo en Argentina, donde las mujeres todavía tienen que dar explicaciones de por qué corren atrás de una pelota. Pero no es difícil de entender, es difícil de aceptar para quienes piensan que todavía tienen el poder, como los barras.
Por eso, Laura Ghiglione, jugadora de Defe y abogada, resalta la importancia de la lucha colectiva: “Es fundamental. Si estamos cada una por nuestro lado es difícil que se pueda lograr algo. La unión es necesaria para que las cosas ocurran y para cambiar el ambiente machista en el que vivimos y en el que nos desarrollamos como jugadoras y como mujeres. Por eso celebro la creación de este colectivo y espero que sea el inicio de algo que sea trascendente para todas nosotras”.
Hoy están juntas, adentro y afuera de la cancha. Acompañadas por periodistas, abogadas y psicólogas feministas. Trabajando en la construcción de un fútbol disidente, federal y profesional para garantizarles a las más pibas un mundo donde jugar a la pelota sea un goce y no un padecimiento.
Así fue el partido:
“Creo que el colectivo termina apareciendo como resultado de algo que ya estaba flotando en el aire pero que no había tomado forma. Es extremadamente difícil lograr una única voz construida sobre muchísimas voluntades, por eso es algo muy lindo que está pasando. Hoy, todas las que se cruzan en un cancha se conocen, no solo de enfrentarse en un partido sino también de compartir vivencias y momentos afuera de una cancha, entonces todo esto hace que el fútbol femenino no se termine en la contienda deportiva y en una rivalidad momentánea por los tres puntos (que desde luego son importantes en esos 90 minutos) sino que el fútbol hoy continúa después de que el silbatazo suena y se derrama a otros espacios”, expresó Gabriela Ceña, la arquera de Platense.
Pensar en un mundo donde “las jugadoras se conocen, dialogan y comparten sus experiencias”, como dice Gabi, es prácticamente utópico. O lo era. Saber que, ante un episodio de violencia, estas mujeres salen juntas a la calle y alzan la voz demuestra que claramente el fútbol no es como nos lo contaron. Ahora son ellas las que escriben esta historia que recién arranca. Esta historia que promete ser de las más lindas.