Mauricio Macri estuvo este jueves en Brasil, donde participó de la última actividad internacional de su gestión. La 55° Cumbre de Jefes de Estados del Mercosur y Estados Asociados se realizó en la ciudad de Bento Gonçalves, en el estado de Río Grande do Sul.
Además del canciller Jorge Faurie, el mandatario estuvo acompañado por quien fuera su candidato a vicepresidente, el peronista Miguel Ángel Pichetto, y los ministros Hernán Lacunza y Dante Sica.
En su mensaje, Macri coincidió con su par de Brasil y anfitrión de la cumbre, el derechista Jair Bolsonaro, en el reclamo de una "mayor apertura del bloque", al abogar por un Mercosur "ampliado". En sintonía con el acuerdo con Europa que anunciaron en los últimos meses, la orientación que plantean es someter más la economía de la región a los países imperialistas.
Antes, Bolsonaro había planteado, en la misma línea, su insistencia en "reducir el Arancel Externo Común (AEC) y favorecer la apertura económica" del bloque regional porque, dijo, "Brasil confía en la apertura comercial como herramienta de progreso". Y sustuvo: "No podemos perder tiempo, necesitamos un Mercosur más eficiente, sin aceptar retrocesos ideológicos".
La sintonía con Bolsonaro no fue sólo discursiva sino también gestual: además de definirlo como su "amigo" y felicitarlo por los "logros" de su presidencia en el bloque, se hablaron al oído a lo largo de la jornada.
En su discurso, el presidente que está de salida reconoció a la golpista en Bolivia Jeanine Áñez mientras insistía en su "convicción" de que "los problemas en democracia se resuelven con más democracia y más diálogo". Además, le pidió a Alberto Fernández que "oficialice la labor" de Áñez, a quien llamó "presidenta electa" de Bolivia. Capaz no se enteró, pero a Áñez no la votó nadie.
Afirmó que "Las elecciones son la única salida para restablecer la paz democrática respetando la voluntad de los bolivianos". Pero la voluntad de los bolivianos quedó clara en las últimas semanas, y es la de resistir la avanzada golpista de Áñez, Camacho y toda la cúpula militar y eclesiástica.
También hizo referencia a la situación de Chile y festejó el "diálogo entre las fuerzas políticas y los sectores representativos", además de "repudiar el uso de violencia anárquico que no es parte de la vida democrática de una nación". Casi una felicitación al represor Piñera, que cada vez tiene menos legitimidad en la sociedad, y una condena a los millones de trabajadores y jóvenes que hace más de 40 días están luchando contra toda la herencia del régimen pinochetista.
Además de ambos mandatarios, participaron de la cumbre el presidente de Paraguay, Mario Abdo, la vicepresidenta de Uruguay, Lucía Topolansky, y los cancilleres Teodoro Ribera (Chile) y Karen Longaric (Bolivia). |