Se termina la transición. Se va Macri, eso está claro. Lo que pocos se animan a predecir es la Argentina que viene.
Cambio de mando y fiesta
Este martes 10 de diciembre, poco después del mediodía, Alberto Fernández recibirá la banda y el bastón presidencial. Será en la Asamblea Legislativa reunida en el Congreso. Allí se espera el primer discurso del día del ya flamante presidente. Luego dará otro en la Plaza de Mayo. El Frente de Todos anunció que el acto formal de traspaso continuará allí con un festival que se prolongará hasta la noche.
El presidente viene avisando que el 10 de diciembre será una “fiesta popular”. En la Plaza de Mayo están programados números musicales y se espera que hablen el propio Alberto y también Cristina. La escena del traspaso, los discursos de Fernández-Fernández y el evento serán, sin dudas, los hechos centrales de la jornada de este martes.
Es inobjetable: el nuevo gobierno intentará crear un clima de fiesta y darle alguna épica a su primer día de gestión. Pero como todos y todas saben, cuando en la noche de este martes se apaguen las luces del escenario, quedará la realidad sin maquillaje.
La única verdad
Macri se va pero deja un país golpeado.
En estos cuatro años la pobreza pasó del 30 al 40%. La desocupación volvió a los dos dígitos. Los puestos de trabajo no registrados pasaron de 4 a 5 millones. La actividad económica este año caerá un 3%. La inflación ya superó el 50%. Los salarios perdieron un 20% de poder adquisitivo para el empleo privado registrado, más perdieron estatales y precarios. La deuda pública aumentó un 50% y supera los 310 mil millones de dólares. Las tarifas aumentaron arriba del 1000% en muchos servicios. El peso se devaluó un 530% frente al dólar.
Lo sabe la gente de a pie, porque lo siente en el bolsillo. También lo sabe Fernández, aunque no lo reconocerá en su discurso, y quienes lo aplaudirán mañana en el recinto. El peronismo, hoy unido, ha presenciado cada uno de esos golpes. Gobierna la mayoría de las provincias e intendencias, conduce las centrales obreras, sindicatos y varios movimientos sociales, tiene la principal bancada en el parlamento. Cuando las combativas movilizaciones de diciembre de 2017 pusieron en jaque el plan de reformas de Cambiemos, puso en marcha el plan de contención “Hay 2019” y se puso en modo “oposición responsable”. A ver si al repudio al ajuste, al FMI y el malestar social se transformaba como en levantamientos populares. Hay que reconocerle el olfato.
Un nuevo gobierno peronista en un “nuevo” continente
Una de las imágenes de estos últimos días, que se reforzará sin dudas este martes, será la de un peronismo unido. Ministros y secretarios. Gobernadores, intendentes, sindicalistas. Kirchneristas, massistas y todos los istas que conviven bajo el mismo sello.
Será la coronación de un pacto que comenzó con el armado de las listas del Frente de Todos y continuó con el reparto de poder en el gabinete, el Congreso y el Senado.Como venimos analizando, la política de “cerrar filas” responde a un problema crucial: ¿cómo darle “gobernabilidad” a un nuevo gobierno peronista que al agitado panorama internacional tiene que sumarle la crisis económica local?
Nadie parece tener la respuesta definitiva, pero algunos balbucearon al menos una primera definición: “Acá no hay lugar para fracturas. Si mañana tenemos una pelea o una división, vamos a terminar como Chile o Bolivia”.
Es que desde que los Fernández reclamaron la presidencia y asumen el mando, en América Latina hubo dos levantamientos populares (Ecuador y Chile), huelgas generales en Colombia y un golpe de Estado en Bolivia que desató una dura resistencia a pesar del pacto del MAS. Al malestar social con la desigualdad, los ajustes o los políticos tradicionales, se suma una creciente polarización política y un panorama económico preocupante. En su último informe para 2019, el FMI prevé un crecimiento del 0,2% para la región. Los anteriores gobiernos peronistas asumieron con una perspectiva de crecimiento del 4%.
El relato y lo que viene
Los relatos son parte de la política, es indiscutible. Pero este martes habrá necesariamente un primer corte. Luego de una debatida campaña, de una debatida transición, de mucho discurso, los Fernández tienen que empezar a gobernar.
Y enfrente tendrán, inevitablemente, las expectativas de millones que votaron al Frente de Todos como una manera de rechazar con el ajuste de Cambiemos.
La Izquierda Diario se pregunta lo mismo que podrían preguntarse muchos y muchas que no querían más ajuste.
¿El nuevo gobierno va a retrotraer las tarifas a los valores que tenían en 2015? ¿Va a permitir que la clase trabajadora pelee en paritarias para recuperar lo perdido? ¿O va a aumentar por decreto o "pacto social" lo que acepten los empresarios? ¿Los jubilados no van a tener que elegir más entre el remedio o la cena? ¿Qué va a pasar con la deuda, que ya era fraudulenta y según el Frente de Todos sirvió para enriquecer y fugar a los amigos de Macri? ¿Se va a dejar de pagar hasta investigar profundamente si hay que continuar ese saqueo? ¿Se va el FMI o se queda? ¿Qué va a pasar con los millones de trabajadores y trabajadoras no registrados, con la juventud precarizada en Rappi, los call centers y los bares?
En el discurso de este martes – y con el promocionado "plan verano" con que marcará sus primeros meses de gestión – empezaremos a conocer las respuestas. A saber cómo resolverá Fernández las contradicciones entre esas expectativas y los problemas políticos y económicos que están abiertos. La Izquierda Diario adelanta su opinión: desde que ganó las elecciones, Fernández comenzó a hablar de la “herencia recibida” es para justificar que “no se puede pedir tanto”. Es una mala señal.
Habrá que esperar. Lo que es seguro es que comienza una nueva experiencia con el peronismo en el poder. La Izquierda Diario seguirá analizando, reflejando, denunciando y, sobre todo, acompañando cada reclamo de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud. |