Desde el primer momento, Esquerra Republicana está ralentizando el ritmo de las negociaciones con el PSOE por la investidura de Pedro Sánchez. Mientras los primeros indican claramente que no habrá acuerdo antes de fin de año, los de la rosa están desesperados por cerrarlo antes de navidad (aunque ya están aceptando el minueto republicano). Todo por la investidura.
El minueto no es un capricho de la dirección de ERC, ni una “venganza” ante la política anti-catalana de Sánchez. La cúpula de la formación independentista quiere esperar los diversos anuncios referentes a los presos políticos, como el de ayer que confirmó el segundo grado para los líderes soberanistas. Per el más importante de todos es el del 19 próximo, puesto que puede implicar la inmunidad para Carles Puigdemont. Además, está el anuncio de una posible inhabilitación contra el President Quim Torra.
Mientras los de Junqueras miran con un ojo a la delegación del PSOE con la cual negocia la investidura, tienen el otro puesto en el retrovisor para ver cómo logra la “conquista” de la Generalitat. El peligro para ERC es que el riesgo de quedar pegado al Pedro Sánchez del 155, le afecte entre el electorado independentista. Es difícil olvidar aquella semana del 14O y la lucha contra la sentencia, cuando le gritaban “butifler” (traidor) a Gabriel Rufián.
Cierto es que Esquerra ganó las generales del 28A y del 10N, y también las municipales. Sin embargo, en las únicas elecciones en que se presentó Carles Puigdemont, perdió y por mucho. Si Puigdemont goza de la inmunidad europarlamentaria esta podrá ser la mejor garantía electoral para JxCat en unas hipotéticas elecciones catalanas y volver a relegar a los republicanos al “eterno” segundo lugar.
En ERC están decididos a ganar la hegemonía catalana y llegar a la Generalitat. Sin embargo, el camino está lleno de trampas y obstáculos. Por ello, quieren bailar a ritmo de minué, acentuando bien cada paso, meditando cada movimiento. Quieren ser el interlocutor válido con Madrid y regir sobre los presupuestos de la Generalitat. Para ello están dispuesto a todo.
Y, Junts per Catalunya, también está dispuesto a todo para conservar su lugar en el poder. Luego de 23 años de pujolisme i el período de Artur Mas-Carles Puigdemont, no regalarán nada. No pocas veces, la candidata Laura Borràs ha dejado claro que votarán “No” a la investidura de Sánchez. Aunque, hayan muchos dirigentes de la antigua Convergència que se desviven para que el partido se abstenga y facilite un gobierno del PSOE.
La política de Junts per Catalunya está atravesada por la furibunda represión judicial contra Carles Puigdemont y todo su Govern. El Régimen del 78 lo dejó claro cuando impidió la investidura de Jordi Turull y cualquiera que haya firmado la declaración simbólica de la República catalana del 27O. Por eso, se hace difícil que JxCat pueda ser socio otra vez de algún gobierno de Madrid. Si la sentencia se anulara y los presos dejaran de serlo, otro gallo cantaría.
Pero Esquerra está dispuesta a aceptar que los presos lo sigan siendo, que no puedan disfrutar de permisos hasta pasados unos años. Está dispuesta a tragar un gobierno con el PSOE del 155. Está más que dispuesta a aceptar la inhabilitación de Quim Torra y los juicios a Trapero, los presos del 23S, del 14O, y mucho más. Todo por la hegemonía, la Generalitat y sus presupuestos.
Como se puede desprender de lo expuesto, ni Junts per Catalunya, y, mucho menos, Esquerra Republicana están preocupados por el referéndum del 1O, ni por la represión policial (a la cual ayudaron desde la Conselleria de Miquel Buch), ni por la reivindicación de la República Catalana. Ni la antigua Convergència se hizo independentista, ni Esquerra Republicana recuperó el discurso de independencia que abandonó con los Tripartits.
Tampoco podemos decir, que Esquerra haya recuperado “medidas sociales de izquierda”. La Ley Aragonés es el gran botón de muestra. Una ley que permite externalizar servicios realizados por las administraciones públicas y, por tanto, peores condiciones laborales para los trabajadores públicos y un saqueo mayor de las arcas públicas por parte de las grandes empresas.
Tampoco se puede decir que Junts per Catalunya tenga una política “muy social”. No solo por el neoliberalismo de Pujol-Mas de los 90 y principios de este siglo. Sino también, por los recortes sociales que no se recuperan del período Mas-Junqueras, por los últimos presupuestos aprobados que los mantienen, las altas tasas universitarias, etc. y etc.
Desde el 27O, tanto Esquerra Republicana, como Junts per Catalunya están haciendo lo posible para olvidar el referéndum, la autodeterminación y el deseo de independencia de amplios sectores del pueblo catalán. Y, lo hacen, como siempre defendiendo a las grandes empresas catalanas a través del saqueo del presupuesto público.
No hay nada que esperar de estas formaciones políticas: ni la lucha por derechos democráticos como el derecho de autodeterminación, ni, mucho menos aún, la lucha por acabar con los recortes sociales y el saqueo que las grandes empresas hacen del presupuesto de la Generalitat. El ejemplo es Francia: hay que poner en pie a la clase obrera, como líder del pueblo golpeado por la crisis, para luchar con sus métodos: la huelga y la movilización. |