Después de la ronda de consultas durante los días 10 y 11 de diciembre, este miércoles Felipe VI designaba a Pedro Sánchez como candidato a la investidura como presidente del Gobierno.
Sin embargo, la fecha para la celebración de la sesión de investidura sigue en el aire. Desde Ferraz y la Moncloa quisieran que fuera antes de Navidad. Por su parte, la formación de Pablo Iglesias aspira a lo mismo, que duda cabe. Sin embargo todo parece indicar que esta será postergada a fin de año, o incluso ya en enero.
Y es que para que el pacto entre PSOE y Unidas Podemos se convierta en un gobierno social-liberal "progre", antes deben llegar a buen puerto las negociaciones con ERC para que el partido republicano se abstenga en segunda votación. Cuestión que hoy por hoy se antoja a un ritmo parsimonioso.
En ERC andan con toda la cautela del mundo, sabiendo que una abstención para que gobierne el PSOE sin nada a cambio que entregar a su electorado sería el peor de los mundos para su partido. Y más si a eso se le suma que en las próximas semanas se dirimen algunas de las cuestiones judiciales más importantes, véase las inmunidades parlamentarias de Junqueras y Puigdemont. Por si acaso, Sánchez y el PSOE van dejando pequeñas muestras de sintonía con ERC.
No obstante, muy presumiblemente, este no es el gobierno deseable desde Zarzuela. Que duda cabe que Felipe VI se inclina más por un gobierno que siga la línea autoritaria y recentralizadora que se inició con el discurso del monarca del A por ellos el 3 de octubre de 2017. Un gobierno que, además, legisle por y para el Ibex 35.
En lugar de ello, y una vez reiterada ante el rey la negativa de Pablo Casado de respaldar al PSOE, la formación de gobierno pasa definitivamente por prestar sillones a los del coletas, con el apoyo de los independentistas de ERC en forma de abstención. O eso, o terceras elecciones y guillotinas a lo Rivera.
Pero ¿no es acaso el PSOE suficiente garantía para seguir manteniendo el orden constitucional? El PSOE de Sánchez es el mismo que hace apenas un mes atrás, en plena precampaña electoral, se puso a la cabeza de la represión contra miles de jóvenes catalanes que salieron a luchar como respuesta a la sentencia del Supremo por el 1-O, dejando más de 600 heridos, 200 detenidos y una treintena de presos políticos nuevos.
Por su parte, desde Unidas Podemos avalaron durante esos días la infame sentencia del TS y saludaron la coordinación policial entre la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra. Por si fuera poco, y aun antes de que se forme gobierno, UP se abstuvo en la votación que impulsó el decretazo digital contra la república digital catalana y que atenta contra las libertades democráticas del conjunto del Estado español. Con socios de "izquierda" así, nada tiene que temer Felipe VI.
Pero ahí no se para la cosa. El PSOE de Pedro Sánchez en nada se diferencia del PSOE del gran gurú de la social democracia española del siglo XXI, Rodríguez Zapatero. El mismo que modificó, by the face, el artículo 135 de la Consti española para que la crisis la pagaran los mismos de siempre, la clase trabajadora y los sectores populares.
Los negocios de los amiguetes del Ibex 35, que tan bien ha impulsado la casa real desde la época de Juan Carlos I, pueden respirar tranquilos con Pedro Sánchez. Y para más confort, Pablo Iglesias ya dijo eso que quedará para la posteridad de que "habrá que hacer nuevas concesiones de cara al futuro gobierno de coalición con el PSOE".
Y por si a Felipe VI el Gobierno del PSOE con Unidas Podemos aun le sigue pareciendo algo "izquierdoso", que se quede tranquilo. El partido socialista ya levantaba concertinas mucho antes de que el caballo de Abascal asomara la patita. No en vano, el PSOE de Pedro Sánchez es el de las leyes de extranjería, el de los CIE’s y las devoluciones en caliente. El rol imperialista del Estado español estará a buen recaudo.
Los pactos de la Moncloa, la cal viva, la Zona Especial Norte,... Sin duda, el currículum del PSOE es el mejor Diazepam para Felipe VI y el Ibex 35.
Y si a Unidas Podemos no le entran pesadillas de pactar con semejante currículum reaccionario es porque su proceso de integración al Régimen del 78 ha culminado con éxito.
Ante ello, es necesario plantearse una izquierda radicalmente diferente. Es fundamental levantar una izquierda que tome como bandera la independencia política de todos los partidos al servicio de los capitalistas y que impulse la autoorganización y movilización de la clase trabajadora y los sectores populares. |