El árbitro José Luis López Toca paró el partido en el descanso, tras los avisos en la primera parte. Desde las gradas se podía leer la pancarta “Vallekas es libertad, igualdad y solidaridad, Zozulya not welcome” o “Evitar que un nazi vista la franja” en referencia a la camiseta del club” y gritos de “Zozulya nazi”.
Los hechos se remontan a 2017, cuando se suspendió el fichaje del jugador ucraniano por el Rayo Vallekano al conocer su filiación neonazi, manteniendo una estrecha relación y llamando a unirse al Batallón Azov, formado por paramilitares ucranianos de extrema derecha.
Aquí puede conocerse la postura de la hinchada vallekana
Por otra parte, la reacción oficial -condenar a la afición antifascista- no es sorprendente. En sus declaraciones el presidente de la Liga, el ultraderechista Javier Tebas, comparaba el rechazo a un jugador neonazi con el rechazo a un jugador que se declarase homosexual. Sin embargo, casi ningún jugador de Primera División se ha declarado públicamente homosexual y los escasísimos que lo hicieron en el pasado sufrieron todo el peso de la homofobia en el fútbol oficial.
La impunidad con la que cuentan hinchadas fascistas en el fútbol contrasta con la persecución a la hinchada antifascista Bukaneros, del Rayo Vallekano, el equipo de fútbol de Vallekas, el barrio obrero más grande de Madrid. Al mismo tiempo, esta suspensión contrasta con la larga lista de partidos que han proseguido entre los gritos racistas a jugadores de origen africano, de apoyo por la hinchada del Betis a un jugador condenado por violencia machista o de insultos homófobos, entre otros.
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