Desde el pasado 19 de diciembre, Nazaret de 15 años, estudiante de la Universidad de Chapingo, fue reportada como desaparecida por parte de sus compañeras de dormitorio. La universidad activo un protocolo de búsqueda y días después apareció su cuerpo en un depósito de aguas pluviales al interior de la universidad.
Este feminicidio se da en el marco de un ascenso en la violencia hacia las mujeres en el país, en el que en pocos años hemos llegado a la escandalosa cifra de 10 asesinatos de mujeres al día.
El caso de Nazaret puso en evidencia nuevamente, que las universidades no están exentas de esta violencia. Sumado a esto, integrantes de la comunidad estudiantil han denunciado que esto es el resultado de decenas de casos de abuso y violaciones al interior de la universidad.
Pese a que esta casa está en vacaciones, las y los estudiantes convocaron a una protesta el 26 de diciembre para exigir el esclarecimiento del caso de su compañera. El hartazgo y la indignación desbordó. En ella se sumaron decenas de estudiantes, vecinos e integrantes de organizaciones sociales, quienes marcharon desde la universidad a la rectoría. Denunciaron que no es el primer feminicidio a una estudiante de la UACh, recordando el caso de Zully, de 18 años y siete meses de embarazo.
Por su parte, los agremiados del Sindicato de Trabajadores de la Universidad de Chapingo (STUACh), se pronunciaron ante el hecho y mencionaron que pondrían el sindicato a disposición para ayudar a encontrar justicia para los familiares de la joven.
Las autoridades dieron a conocer el 28 de diciembre que hay un sospechoso detenido.
Ni Una Menos dentro y fuera de las universidades
Los organismos convocantes a estas protestas han remarcado la necesidad de exigir seguridad, dentro y fuera de la universidad, para atacar la violencia hacia la comunidad de Chapingo. Exigen la construcción de protocolos y aumentar las medidas de seguridad. Este llamado ha sido secundado por el rector.
La pregunta sobre la mesa es qué seguridad van a brindarle a la comunidad y de dónde emanaran dichos protocolos.
Hemos visto, en otras universidades, cómo el aumento de medidas de seguridad y la implementación de protocolos impuestos y diseñados de las autoridades, han sido completamente insuficientes para acabar con la violencia, e incluso la han agravado en ciertos casos.
Esto ha sido el caso de la UNAM, en el que el protocolo de atención a casos de violencia de género, pese a las reformas no ha servido para frenar la violencia, pues son las mismas autoridades las que obstaculizan la resolución de los casos. Además de que las medidas implementadas son para los casos existentes, y no existen medidas de prevención.
Ante el caso de Nazaret, es importante recordar que nunca las autoridades han procurado nuestra seguridad y nuestras vidas, y es vital que los estudiantes, junto con las y los académicos y las y los trabajadores, implementen medidas desde abajo para enfrentar la violencia.
En primer lugar, la conformación de una comisión independiente para la resolución del caso vinculada a estudiantes, trabajadoras y académicas, e integrada por familiares de víctimas, organismos de derechos humanos y organizaciones sociales, para enfrentar la impunidad que existe ante estos casos. Exigir con la movilización independiente que la universidad ponga los recursos suficientes para resolver el caso.
Por otro lado, cualquier protocolo, debe ser discutido y emanado desde la comunidad universitaria, de forma independiente a las autoridades. Nuestras demandas en contra de la violencia, no pueden ser pretexto para que las autoridades aumenten sus formas de coerción contra la comunidad.
Responder ante este caso es un primer paso, para exigir que no exista un feminicidio más en las universidades. Es vital avanzar en la coordinación con el resto de sectores que se han movilizado contra la violencia y por el derecho al aborto legal.
Como lo hemos mostrado en los últimos cinco años, las mujeres y todos los sectores hartos de la violencia, seguiremos en las calles y debemos impulsar un amplio movimiento contra la violencia hacia las mujeres, hasta conseguir justicia para cada una de las víctimas de la violencia patriarcal. Porque la justicia para Nazaret y todas las que ya no están, es hacer real la consigna de Ni Una Menos.
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