El decreto 14/2020 que firmó el presidente Alberto Fernández para la implementación de una suma fija remunerativa para el sector privado, dejó afuera, en principio, a las trabajadoras de casas particulares (también conocidas como trabajadoras domésticas).
En el artículo 4 del decreto se especifica que "quedan excluidos de la aplicación del presente Decreto los trabajadores y las trabajadoras del Sector Público Nacional, del Régimen de Trabajo Agrario y, del Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares. Sin perjuicio de ello, a través de la COMISION NACIONAL DEL TRABAJO AGRARIO y de la COMISION NACIONAL DE TRABAJO DE CASAS PARTICULARES respectivamente, se evaluará la posibilidad de instrumentar medidas tendientes a contemplar la situación de dichos trabajadores".
De manera que, junto con los trabajadores estatales y con los asalariados del sector rural, las casi 500.000 trabajadoras registradas que se emplean en casas particulares quedan por el momento excluidas. Estos tres sectores son, paradójicamente, los que se encuentran entre las remuneraciones más bajas de todos los asalariados.
El salario mínimo vigente en el sector (categoría de "personal para tareas generales") es de $ 16.515 por mes (con retiro) y de $ 134 la hora. Es decir, la remuneración se encuentra por debajo del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) que apenas es hoy de $ 16.875 al mes.
El convenio colectivo de trabajo que rige esta actividad fue sancionado en el año 2013 durante la presidencia de Cristina Kirchner, y habilita, entre otras cosas, al trabajo adolescente a partir de los 16 años.
A pesar de existir este convenio y de acuerdo a datos aportados por el sitio web Economía Femini(s)ta, el 72 % del empleo doméstico en nuestro país es informal (no tiene aportes, ni vacaciones, ni aguinaldo) y el 97 % de quienes realizan este trabajo, son mujeres.
En momentos de crisis y ajuste, como los sufridos durante los último años de gobierno macrista, aumenta la cantidad de mujeres que se emplean en casas de familia para realizar tareas domésticas y de cuidado.
La informalidad de su tarea aumenta cuando justamente son contratadas por otras mujeres que en muchos casos son el único sostén de la familia, y que necesitan salir a trabajar, teniendo ellas mismas también un empleo informal con bajos salarios.
De modo que en este círculo perverso las más perjudicadas son las mujeres y justamente las mas vulnerables que han quedado por fuera de los, ya bajos, $ 4.000 anunciados por el gobierno como aumento a cuenta de paritarias.
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