La movilización había comenzado con cierta tensión en las calles de París, mientas que los trabajadores ferroviarios, del transporte metropolitano de París (RATP), docentes, estudiantes y chalecos amarillos se empezaban a reunir, la Policía mostraba su disposición a impedir la marcha.
Según la CGT al menos 370.000 personas salieron este jueves a las calles de París, volviendo a mostrar que los trabajadores y trabajadoras están aún lejos de abandonar el movimiento de huelga como las movilizaciones. Si bien el número es inferior a las marchas más importantes que llegaron a juntar más de 1.500.000 personas en todo el país, el nivel de apoyo a los huelguistas y la capacidad de movilización después de 5 semanas de lucha contra la reforma jubilatoria de Macron, se mantiene intacta.
La provocación de la Policía empezó desde el inicio cuando intentó cortar literalmente la columna de manifestantes a la mitad. Pusieron una doble linea de policías antidisturbios, buscando aislar la columnas de los trabajadores ferroviarios y RATP.
Por su parte cerca de la estación ferroviaria de Saint-Lazare, la Policía también golpeó y persiguió a los manifestantes con extrema violencia. Su objetivo era evitar que los manifestantes llegaran a su punto de concentración en París que era la Place Saint-Augustin.
Cuando ya estaba empezando a caer la noche una nube espesa de gases lacrimógenos cubría las partes céntricas de París.
El Gobierno de Macron parece estar en problemas. A pesar de que no da el brazo a torcer y sigue contando con la actitud conciliadora de algunas de las direcciones sindicales, no puede mostrar avances en la reforma. A la mesa de negociaciones de este martes se llegó con un proyecto ya redactado, según anunciaron los mismos funcionarios del Gobierno. Es decir no había ningún interés en modificar ni una coma de la reforma jubilatoria que promueven. Así y todo las direcciones sindicales siguen insistiendo en mantener el diálogo, lo que no puede más que tender a debilitar la lucha de los trabajadores y sembrar expectativas en que Macron puede dar algo.
A pesar de este panorama, los trabajadores hay venido manteniendo una huelga indefinida por 36 días en el sector del transporte, mientras que en otras pareas como las refinerías, empresas de electricidad, docentes, abogados y portuarios realizaron huelgas intermitentes, sumándose todos a las movilizaciones convocadas durante las últimas 5 semanas.
Esto se suma al apoyo que aún mantienen los huelguistas, que se mantiene alto a pesar del "caos" producto de la falta de transporte y de la monumental campaña del Gobierno y los medios contra los huelguistas para que depongan sus acciones durante las fiestas de Navidad y año nuevo. Este apoyo también se expresa en la recaudación de los fondos de lucha para mantener la pelea de los huelguistas que están sin cobrar sus salarios.
Es por esto que la Policía actuó de manera tan brutal contra los manifestantes en París. A pesar del rol de sindicatos como la CFDT que ni siquiera llaman a marchar, las movilizaciones de este jueves 9 volvieron a ser importantes en varias ciudades y muestran que el movimiento está lejos de morir. Ese movimiento, sigue pidiendo en las calles el retiro definitivo de la reforma. Y eso es una afrenta directa a Macron que a esta altura si llegara a retroceder podría quedar como un presidente "zombie" el resto de su mandato, con un movimiento social victorioso y una burguesía que por tercera vez en 25 años perdería la batalla de las pensiones contra la tenacidad de la clase obrera francesa. |