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La Izquierda Diario
19 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Primera Huelga Obrera en Uruguay
Ricardo Curcho | Trabajador de Montevideo Gas

Las precarias e inseguras condiciones de trabajo, desencadenaron en 1880 una huelga minera, protagonizada por lo menos por 200 italianos, presuntamente anarquistas, de los que jamás se volvió a saber. Sucedió en Cuñapirú, seis años antes de que los mártires murieran en Chicago, y 31 años antes de la primera huelga general en Uruguay.

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Pintura: Huelga de Stanislaw Lentz

La primera huelga documentada en la historia ocurrió en el Antiguo Egipto hacia el año 1152 AC. El hecho se produjo a consecuencia de las duras y precarias condiciones laborales en el Valle de los Reyes, durante el reinado de Ramsés III.

Sesenta obreros artesanos se manifestaron en rebeldía, por no aceptar estas condiciones, generando lo que fue la primera medida de lucha registrada de la historia. El relato se conserva en un papiro en el Museo Egipcio de Turín (Italia).

Se puede inferir que es parte de la virtud humana la acción de confrontar la intolerancia y el despotismo opresor de las jerarquías patronales. En contraposición a aquellos que aceptan ser subyugados sin luchar.

La lucha de clases moderna se manifiesta claramente en los albores de la Revolución francesa en 1789. Su pleno desarrollo acontece con la sistematización de la Revolución industrial y la generalización del trabajo asalariado establecido a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

El derecho a la huelga hoy es un derecho constitucional fundamental, que se les reconoce a los trabajadores en el ejercicio de la defensa de sus intereses, como un derecho esencial incuestionable constitutivo de la libertad y la asociación sindical.

A 140 años de la primera huelga

Si decimos hoy que existe un proyecto extractivista y primarizador de la economía de un país y además agregamos que está al servicio del saqueo imperialista, basado en la dependencia de la extracción de esos recursos naturales (cualesquiera que sean) con la precarización laboral, inseguridad, incertidumbre, y falta de garantías para la supervivencia de los trabajadores; no nos llevaría a un momento histórico preciso.

Ya que esta política de sometimiento al poder internacional, ha sido y es el común denominador para los países subdesarrollados del Tercer Mundo, conducidos a la entrega de la soberanía, rehenes de la dependencia económica a la que estamos sometidos a causa de un orden mundial impuesto, con una desigual distribución que parece ser cada vez más antagónica.

A las orillas del Cuñapirú

Ya hace casi un siglo y medio, llegó al norte de nuestro país una compañía francesa, bajo la gálica denominación de Compagnie Françoise des Mines d’or de L’ Uruguay.

Con el fin instalar un emprendimiento industrial minero, se ubicaron en las cercanías de la ciudad de Minas de Corrales. Esta es una zona al norte de Tacuarembó. (Que entonces comprendía parte de lo que es hoy el departamento de Rivera). En esta región, unos kilómetros al norte de la localidad de Corrales, se encuentra el Arroyo Cuñapirú. Y fue ahí sobre sus márgenes, que establecieron el emprendimiento.

Esta compañía francesa habría llegado a estas costas hacia 1878, siendo el Director responsable de la explotación el Ing. Víctor L’Olivier.

En las inmediaciones ya en 1870 se identificaba un importante centro poblado, con el nombre de Santa Ernestina, al cual la Junta Económica de Tacuarembó evaluó entonces, la posibilidad de otorgarle la condición de Capital, por la población en aumento (que llegó a más de 1500 habitantes) y por su importante movimiento comercial.

La “fiebre del oro” había llegado a estos parajes. Se afirma que desde 1820 ya era identificada la región como una zona aurífera, descubierta en esa fecha por José Suárez y denunciada en 1852 por Federico Nin Reyes.

Para 1875 se había formado en Montevideo lo que se dio en llamar La Federación Obrera; la que tenía el objetivo de nuclear distintas agrupaciones de trabajadores venidos de Europa, mayormente italianos y españoles, y en menor medida, franceses, ingleses, alemanes y portugueses.

Para ese entonces se habían instalado en Montevideo oficinas de recepción de trabajadores, que es ubicaron en la calle Cerrito y en la calle Yaguarón. Las que a partir de sus propuestas, ofrecían aranceles salariales que, al momento de cobro, terminaban siendo menores a los concertados, trastocados una vez expedidas las papeletas y libretas emitidas por la Dirección de Cuñapirú.

El director afirmaba: “no hay contrato entre partes [ ]… ellos se obligan únicamente a la salida de Montevideo a reembolsar sus gastos de viaje fijados a 19,75 pesos, sea: boleto de ferrocarril, Montevideo–Durazno, pasaje y comida de Durazno a Cuñapirú, empeñando equipajes y herramientas”.

Este contingente de obreros era reclutado al principio para la construcción de una ‘Represa’ sin la cual no era posible la explotación de este yacimiento aurífero (1878-1882). El sistema había sido concebido por el ingeniero asturiano, Clemente Barrial Posada en 1867, el que consistía en la aplicación natural del agua como fuerza motriz para mover turbinas generadoras de electricidad y los morteros que triturarían el cuarzo.

Las concesiones de explotación otorgadas a esta empresa en 1879 llegaban a 1600 varas, las que eran excesivas para un solo emprendimiento. Este permiso “infringía contradictoriamente”, el reciente Código de Minería aprobado por el gobierno central.

La mayoría de los trabajadores vivía en el poblado cercano de Santa Ernestina, a 4 kilómetros de las instalaciones.

Llegados allí, y después de varios meses trabajando en la construcción y puesta en marcha de la explotación minera, ocurre un trágico factor desencadenante: por falta de seguridad en las instalaciones se producen derrumbes que cobran la muerte de cuatro obreros en el período de diciembre del ‘79 y enero del ’80. Estos trabajadores mineros no tenían otra salida que ceñirse a las condiciones duras de trabajo. Pero dos días después de la última muerte, estalla La HUELGA… Esto es, el 15 de enero de 1880.

Vista interior de las minas de Cuñapirú

“La mayor parte de los trabajadores se negaron a trabajar”.

A partir del 15 de enero, un grupo de por lo menos 200 obreros italianos presumiblemente anarquistas, se unifican con el fin de reclamar mejores condiciones de seguridad. Por salario, (reducción de la jornada laboral) y salud.

Fue en Cuñapirú, seis años antes de que los mártires murieran en Chicago y 31 años antes de la primera huelga general en Uruguay.

Esta manifestación de protesta, se extendería desde enero hasta agosto de 1880 con continuas medidas de huelga a través de estos siete meses.

Esta lucha obrera, con esta impronta de resistencia, fue la primera que se conoce en nuestro país. El director a cargo del emprendimiento Víctor L’Olivier, no quería acceder a los reclamos, pero antes de perder el control de la situación, intenta mediante un anuncio, una alternativa:

…“A partir de ahora se ajustará el sueldo de los trabajadores bajo una nueva tarifa. La escala de pagos decía, irá en una escala salarial de 24 a los 43 pesos mensuales, con su correspondiente monto por día ( entre uno y dos pesos respectivamente por jornal) No se especificaban categorías ni ningún otro detalle, salvo que “ los trabajos en la noche se les pagará una quinta parte más”.

A continuación aclaraba “los trabajadores son libres de no aceptar este nuevo modo de paga, pero no puedo permitir que algunos de ellos, todos italianos, impidan de trabajar a los que quieren seguir con sus trabajos”

No sabemos si había alguna mejora en este anuncio. Pero lo cierto es que los obreros no aceptaron y siguieron con las medidas de lucha.

Comienzan las misivas

Seis días después, el Director administrador Ing. Víctor L’Olivier envía una misiva con fecha 21 de enero, en la cual se dirige al Jefe político de Tacuarembó: Eliseo Chávez, solicitándole apoyo policial para disolver, repeler y retomar el control de las instalaciones.

Le fue enviado un grupo de policías, los cuales no lograron restablecer el orden que se pretendía. El director de la minera solicita entonces que se aumente el número de efectivos hasta 122 Guardias Civiles.

La comunicación prosigue:

“La fuerza que tenemos de la policía, es insuficiente enfrente de más de 200 italianos unidos por el miedo de algunos, vengo a pedirle de dar órdenes al señor comisario, en conformidad con sus ideas de tal caso”.

Motivado por la solicitud requerida, el jefe político Eliseo Chávez, escribe desde San Fructuoso una misiva que sale con dirección a Montevideo. En la que, lo largo de cuatro páginas, Chávez se extendió sobre las “desgracias de consideración” que habían estado a punto de suceder con los obreros de la minera:

“llegando estos a intimidar al comisario de Policía y al director e ingeniero de dicha compañía”

La carta fue dirigida al entonces ministro de Guerra, coronel Eduardo Vázquez. En ella solicita: “….un piquete de artillería bajo las órdenes de un empleado de esta jefatura, a fin de conseguir por buenas maneras el que se restableciera el orden entre los trabajadores”.

Además el jefe político avisaba al ministro que “el personal de policía es insuficiente para imponer el orden a 416 obreros que existen hasta la fecha, llegando el caso que se repita lo sucedido”

“No Habrá más remedio que repeler con la fuerza tales abusos y castigar a los instigadores, de una manera enérgica para lo cual estoy dispuesto, si usted no dispone lo contrario”.

(Previamente para el contingente solicitado, expresaba que era necesario la cantidad de 122 guardias armados a Remington, con un número igual de carabinas).

¿El socorro militar buscaba impedir, más movimientos de rebelión contra los obreros?

Otro hecho, al parecer aislado pero también referido a la Compagnie Française des Mines d’or de L’Uruguay fue difundido en la edición del 3 de junio del diario El Siglo: L’Olivier fue reemplazado en sus funciones por los ingenieros franceses Charlier y Fouest. Este último fue quien el 18 de agosto de 1880 echó a andar nuevamente el pedido de auxilio a Tacuarembó:

Solicitando: “la presencia de un destacamento de soldados regulares bajo el mando de un oficial enérgico me parece absolutamente necesaria durante algún tiempo y podrá solo impedir asuntos graves”, reclamó el nuevo gerente de la compañía en su misiva.

Manuel Suárez, nuevo a su vez en el cargo de jefe político del departamento anunció en una carta fechada el 30 de agosto su decisión de hacer lugar al pedido de la Compañía enviando “un piquete de diez hombres a cargo de un oficial de artillería”.

Recapitulación

Por lo registrado en la correspondencia rescatada y expuesta aquí, y por lo parcial de la información obtenida resulta imprescindible develar los detalles de los sucesos que allí ocurrieron. Lo que sí es posible afirmar es que la huelga efectivamente sucedió entre enero y agosto de 1880 y que fue reprimida. No ha quedado rastro ni registro de ninguno de sus participantes, salvo que se trató de al menos 200 obreros italianos.

Restos de las instalaciones del emprendimiento minero de Cuñapirú

Hoy las instalaciones guardan en el silencio de sus ruinas, los martirios a los que fueron sometidos estos hombres de trabajo bajo el imperio del despotismo y la necesidad. Tras esos muros, bajo esas piedras reside también, la rebeldía y la fortaleza de quienes no admitieron ser doblegados.

Cabe decir hoy, que estos mártires ungidos en este suelo, no habrán muerto en vano si es que la clase trabajadora del siglo XXI, logra retomar la convicción heroica de esos obreros precursores y dar término al mérito de su lucha, acabando con la explotación de la clase asalariada.

Bibliografía y fuentes:

-Los Fantasmas de Cuñapirú (Elena Gilet. Revista AJENA. Semanario Brecha 30 IV 2014)

  •  Explotación minera en Cuñapirú y Corrales. (Selva Chirico, investigadora en Historia y Docente) (Las cartas que se mencionan fueron halladas por Selva Chirico en archivos olvidados durante años, en dependencias de los Dtos. de Rivera y Tacuarembó)
  •  Huelga minera contra los gringos (Yamandú González Sierra, Revista Compañero 22 V 1986)
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