Movilizados desde el 5 de diciembre para luchar contra el proyecto de reforma de pensiones de Macron, los trabajadores de la central eléctrica de Gravelines, cerca de Dunkerque, se movilizaron todos los días de jornada de lucha nacional. Lo novedoso es que han comenzado una huelga indefinida hace tres días, y para garantizarla mantienen un piquete masivo de trabajadores que muestran que el movimiento está lejos de decaer.
Como señaló un representante sindical de Force Ouvriere, la falta de respuesta de la gerencia y los ataques en curso contra los regímenes especiales de jubilación los llevaron a endurecer la huelga.
Reunidos en asamblea, los trabajadores deciden día a día cómo va a continuar el movimiento votando directamente si se renovará o no. La movilización es fuerte: el miércoles, de los 2.000 trabajadores en la planta, solo 200 estaban en sus puestos. El jueves, el piquete reunió a unas 500 personas en la puerta de la planta. La determinación está presente y no parece estar disminuyendo, especialmente porque se espera que el presidente Emmanuel Macron, en el centro de todas las críticas por la reforma jubilatoria, visite el próximo lunes una fábrica en Dunkerque. Momento propicio para que los huelguistas hagan oír su reclamo.
En la fogata frente a los portones de la planta, los huelguistas quemaron neumáticos e instalaron un sistema de sonido, carpas y cocina, para mantener su lucha en pie. En la entrada, los huelguistas construyeron una torre de neumáticos en torno al que se agrupaban todos los sectores que llevaron su solidaridad, en particular los trabajadores postales, de la industria de la construcción, docentes y estudiantes secundarios.
|