El molino ya es parte del paisaje y de la historia del barrio, y así lo sienten las vecinas y vecinos que se acercan constantemente a llevar su solidaridad y apoyo a los trabajadores, a la Comisión de Mujeres y a las 150 familias que ha dejado en la calle la empresa.
El barrio se ha hecho presente en los festivales, los bingos y las actividades realizadas durante la toma de la planta y han aportado con lo que tienen para el fondo de lucha. También estuvieron presentes durante la amenaza de desalojo repudiando la presencia policial y resistiendo de afuera junto a la fábrica ocupada.
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