"Estas son típicas situaciones para usar pistolas taser: en dos segundos lo controlás y lo bajaste", sostuvo la exfuncionaria en la mañana de este lunes durante una entrevista con Radio La Red en referencia a los rugbiers que asesinaron a Fernando Báez Sosa.
Bullrich agregó: "Si había un policía, ¿qué podía hacer? ¿Sacar su 9 milímetros? Se le tiene que tirar encima para tratar de separar y lo pueden matar también en un nivel de violencia extrema como el que se vio".
Buscando victimizar a la policía (bajo la ridícula hipótesis de llegar a ser asesinada a golpes como lo fue Fernando) y hacer pasar a las Taser como un inofensivo instrumento de disuasión, Bullrich omite algo que fue fuertemente cuestionado que es que la policía dejó correr y en ningún momento buscó impedir la golpiza mortal a cargo de los rugbiers de Zárate.
La policía siempre actúa según el negocio del que se nutre. Así como son los responsables de golpizas y muertes en recitales, también lo son de “dejar hacer” a patovicas que a piñas y patadas arrojan a pibes fuera de los boliches. La presencia o ausencia de policías no significa ninguna garantía de estar “más seguros”.
Igual que Sergio Berni, que fue a dirigir el operativo policial de la madrugada de este jueves, la exfuncionaria busca que el eje de los debates alrededor del asesinato de Fernando sea cómo darle más poder a la policía, y además, salvarle el prestigio a la bonaerense y en particular a la de Villa Gesell, dirigida por Mauricio Andersen. El funcionario es un policía acusado de complicidad con bandas de delincuentes y tiene un pedido de juicio oral en su contra en una causa en la que lo vinculan a una banda que asaltaban a vecinos de General Belgrano. Esas son las dos variantes que maneja la bonaerense: o dejan correr, en complicidad con este sector social que representan los niños bien de Zárate, o reprimen a los tiros y hacen del gatillo fácil el modus operandi habitual.
"Los cuidadores de los boliches deberían tener un instrumento que los ayude en situaciones de extrema violencia. En la Argentina se discute el tema de las Taser, pero son herramientas muy buenas para estas circunstancias en las que hay gente pasada de alcohol, violenta y que pega porque sí, porque las reducís inmediatamente con estas armas. Minimizamos las cosas y después nos agarramos la cabeza", sostuvo Bullrich.
La exministra de Seguridad del macrismo también apuntó a extender el uso en los boliches: “Los patovicas deberían tener algún tipo de instrumento para controlar situaciones de extrema violencia. Las taser son una buena herramienta para esos casos”. Lo que nadie menciona es que los empresarios y dueños de los boliches, patovicas, policías y funcionarios representan el entramando que maneja el negocio de la noche, donde el lucro es lo que prima por sobre la vida de los miles de jóvenes que se apiñan en los boliches. Después cínicamente todos se rasgan las vestiduras hablando del abuso del alcohol, de la juventud y sus “valores” y la educación familiar.
Bullrich fue una de las más fanáticas impulsoras, junto al actual secretario de Seguridad bonaerense, del uso de estas pistolas eléctricas que fueron repudiadas y señaladas como letales. Un decreto de la actual ministra de Seguridad, Sabina Frederic, derogó su uso.
Control y represión, la respuesta de Berni
Las salidas son siempre represivas y fundamentalmente contra los sectores populares. Berni aterrizó en la madrugada de este jueves en Villa Gesell a supervisar él mismo los operativos policiales de esa noche en los boliches. Fue luego de que el intendente de la localidad bonaerense, Fernando Barrera (Frente de Todos), emitiera un decreto que prohíbe tomar alcohol en playas, plazas, actividades artísticas y culturales. Para garantizarlo hay multas y más policías. Claro que los que sí que los que tengan plata para tomar dentro de los paradores o en bares y boliches sí podrán tomar alcohol.
De lo que acá no se habla es de las causas profundas que llevan a una patota matar a golpes a un pibe, ni de del lucro de los empresarios de la noche, de los que ganan millones a costa de los consumos problemáticos de los jóvenes, ni de la custodia a piñas y bastonazos por parte de patovicas y policías para defender ese negocio que lucra con la diversión y el tiempo libre de la juventud.
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