La reacción más inmediata luego de que Jeanine Áñez anunció su candidatura el domingo 26 de enero tras registrar en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) su alianza “Juntos Avanzamos”, fue su ex ministra de Comunicaciones, Roxana Lizárraga que renunció a su cargo rechazando esta decisión. El argumento, compartido también por otros de los candidatos de la derecha golpista como el ultraderechista Luis Fernando Camacho o Carlos Mesa del ala más “moderada”, fue que Áñez terminó cayendo en lo que tanto criticaron al MAS. Es decir, en las ventajas que significan haber nombrado al presidente del TSE así como el desconocer su propio decreto de prohibir las fotografías e imágenes de miembros del ejecutivo en entregas de obras públicas a propósito de un reciente almanaque de “Vías Bolivia” con su foto; además de utilizar los recursos y la estructura del Estado para su propia candidatura.
Con la renuncia de Lizárraga se preanunciaba el inicio de una importante crisis política. Crisis que fue “evitada” por el pedido de renuncia –el mismo domingo 26- a todo su gabinete, bajo el argumento de iniciarse una etapa en su llamado “gobierno de transición democrática”. Hoy en la noche según información de Palacio Quemado, se dará a conocer los miembros cesados y los que continuarán en el gabinete de Áñez.
El 3 de febrero es la fecha en la que se deben conocer los binomios presidenciales de todas las alianzas registradas para las elecciones generales de mayo. Las presiones y tensiones que surgieron con la postulación de Áñez dejan ver fisuras dentro del bloque golpista donde Camacho perdería sus cuotas de poder en el “Gobierno transitorio”. Salvador Romero, presidente el TSE, en conferencia de prensa el día de ayer afirmó que no va a renunciar a su cargo ya que esta instancia goza de “idoneidad”.
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