Karen Cano, poeta y comunicadora juarense, tomó las líneas de un par de estrofas de la canción de Juan Gabriel, "La Frontera", y modificó la letra para denunciar un clima de violencia e impunidad que, sin embargo, aún deja espacio para celebrar la rabia organizada de las mujeres que dicen "Ni una más" en Ciudad Juárez y en el país.
Karen Cano es poeta y comunicadora desde hace 10 años en Ciudad Juárez, Chihuahua. Tras el feminicidio de la activista Isabel Cabanillas, Cano tomó la pluma y modificó la letra de un par de párrafos de la canción "La frontera".
Escrita por el famoso cantautor mexicano Juan Gabriel y lanzada como parte de su álbum Recuerdos en 1980, esta canción es una de las tantas que el "Divo de Juárez" dedicó a la ciudad fronteriza. En ella, el artista habla sobre características que apreciaba en la población del norte del país, como la sencillez, la sinceridad y la alegría.
Según declaró el cantante en distintas ocasiones, estos temas expresan, además de su agradecimiento, la admiración por una ciudad en donde confluyen (a veces en choque), lengua, música y tradiciones. Por una Ciudad con claroscuros en donde la unidad entre las personas contrastaba y hacía frente a un escenario de climas y situaciones extremas. Una Ciudad que, nos dice Karen, “se ama y se odia”.
La versión de Cano juega con esta visión y la actualiza. Ciudad Juárez sigue siendo un centro urbano e industrial de gran importancia, como cuando Juanga grabó “La frontera” por primera vez (en 2015 grabó una segunda versión al lado de Julión Álvarez y J Balvin). Sin embargo, la intensa dinámica demográfica (que ha duplicado la población en las últimas cuatro décadas), la explosión de parques industriales, la profundización de condiciones de precarización y la descomposición social derivada del fortalecimiento del crimen organizado han sido factores que explican por qué en esta versión “feminista”, destaca la lucha de las mujeres que, hartas de la violencia, han resuelto defender sus vidas:
A mí me gusta más estar en la frontera/ aunque nos maten, nos critiquen y nos hieran. / Me gusta cómo se defienden las mujeres/ con patadas y con gritos no se dejan. /Y nunca nada es diferente, nada nada es diferente, /en la frontera, en la frontera, en la frontera.
Hacia 1980, la palabra “feminicidio” estaba muy lejos de espacios institucionales, mucho más de los medios de comunicación y la población. Mientras Juan Gabriel cantaba sobre la vida mejor que podría encontrar quien decidiera ir a radicar a la frontera y las mujeres comenzaban a nutrir en masa las vacantes en maquiladoras extranjeras, el gobierno mexicano acudía hipócritamente a la Segunda Conferencia Mundial sobre la Mujer en Copenhague.
Habían pasado cinco años de la Primera de estas conferencias de la ONU (celebrada en México en 1975), en las que sus compromisos por “igualdad” y “no discriminación” fueron insuficientes para afrontar una realidad en la que las mujeres en Ciudad Juárez se incorporaron por miles a las maquilas durante lo que el organismo proclamó el “Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer” (1975-1985). Las condiciones de explotación e inseguridad en los parques industriales muy pronto configurarían el perfil de la víctima: mujeres entre 15 y 25 años, móviles, independientes, de bajo nivel educativo y escasos recursos económicos.
Las “maravillas” que promete el cantautor en su canción, apenas una década después, se convertirían en arena sobre los cuerpos de Alma Chavira o Gladys Fierro, niñas cuyo feminicidio fue minimizado por el entonces gobernador de Chihuahua, el panista (como Calderón, como Corral) Francisco Barrio.
Nos dice Karen: Evidentemente la ciudad está en una oscuridad profunda desde hace años, y aunque los medios de comunicación, a los que pertenezco, y las autoridades gubernamentales no lo manejen así, lo cierto es que todos y todas tenemos miedo. Es normal, a veces se nos olvida, pero basta una pequeña sacudida para darnos cuenta que vivimos en un terremoto constante. Tras un breve periodo de ausencia, la comunicadora juarense dice que había olvidado ya lo que era circular por calles sin alumbrado, o ver cruces rosas por el camino como advertencia de que tal vez un día puede existir una con mi nombre.
La impunidad de los asesinos y la responsabilidad de las autoridades tanto por acción como por omisión, son un aspecto clave en el análisis de estos crímenes que, entre otros mensajes, buscan causar terror que algunos especialistas identifican ni más ni menos que con lógicas de guerra. Una “nueva” forma de violencia específica del neoliberalismo que le es útil y se origina en toda una Historia de subordinación política y militar de México hacia Estados Unidos.
A mí me gusta más estar en la frontera / aunque las morras salgan y desaparezcan, / aunque los violadores y asesinos llevan / camino libre, impune y sin ataderas. / Es hora de hacerlo diferente, de exigirlo diferente, / en la frontera, en la frontera, en la frontera.
Movilización por justicia para Isabel, CDMX
A la fecha, se cuentan por decenas las acciones de repudio al feminicidio de Isabel Cabanillas por todo el país. La exigencia de “Ni una menos” ha resonado de norte a sur, “en medio de un incendio de protestas y posicionamientos feministas que nunca antes vi entre las más jóvenes”, destaca la comunicadora.
A las autoridades nada les importa/ pero las madres y las hijas no están solas. / Lo más hermoso somos nosotras, / que nos aliamos y no callamos las cosas. / Y todo va a ser diferentes cuando se enoje la gente, /en la frontera, la frontera, la frontera.
Karen ve en Juan Gabriel un ícono de Ciudad Juárez, al igual que toda una generación que creció escuchando sus canciones y compartiendo una relación con esta frontera de puentes y caminos. Recientemente colaboró con un texto en el libro Estos últimos años en Ciudad Juárez, editado por Brown Buffalo en coordinación con el Instituto para la Ciudad y los Derechos Humanos. En éste, cuenta la autora, se compilan “testimonios de personas cuya juventud o adolescencia estuvo atravesada por la estrategia fallida contra el narco de Felipe Calderón”.
A pesar de los intentos de imprimir terror y desánimo tras tres décadas de denuncia, lucha y desvíos de la rabia por medio de la institucionalización y asimilación de las demandas de las mujeres en la frontera por parte del Estado y las ONG, para Karen aún hay cabida para la resistencia contra la violencia de género, la homofobia, la criminalización de la pobreza y la defensa de los Derechos Humanos: “No sé si con ello logremos un día cambiar de raíz el sistema y poder tirar el patriarcado, pero es lo menos. Estamos tristes y cansadas, pero seguimos resistiendo.”
