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La Izquierda Diario
31 de enero de 2020 Twitter Faceboock

MAR DEL PLATA
La juventud que se resiste a lo injusto: relato de la violencia policial e institucional
Marcelo Roldán | Hijo de desaparecido - CeProDH Mar del Plata
Sofía Talbot Wright | CeProDH Mar del Plata

Iván tiene 19 años vive en Mar del Plata y es ayudante de pintor. Trabaja de 8.00 a 19.00 para llevar un poco más de dinero a su casa. Este es un relato de la violencia que sufrió por parte de la policía, solo por se un trabajador.

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Este es un relato sobre un hecho de violencia policial e institucional hacia la juventud trabajadora. No es un caso aislado, es lo que vive la mayoría de los jóvenes trabajadores. Sucedió en Mar del Plata, una ciudad que quiere lucirse para el turismo a costa de represión. El actual intendente Montenegro sigue la línea de su antecesor Arroyo, que con el Operativo Sol copó la ciudad de policías. La misma ciudad en la que el Ministerio de Seguridad provincial debió echar al comisario Christian Marcozzi, el mismo que lanzó el Operativo Sol con Sergio Berni, por torturar a un detenido.

Iván tiene 19 años trabaja de ayudante de pintor. Lo hace generalmente de las 8.00 a las 19.00 h para poder ganar un poco mas. El día 9 de enero decidió no quedarse las 2 horas extra ya que hacia mucho calor en Mar del Plata y junto con sus compañeros tenían ganas de caminar hasta la zona del casino, por eso se retiro a las 17.00 h.

La obra donde trabaja se encuentra a media cuadra de la reconocida calle comercial Güemes. Calle predilecta de la clase media-alta marplatense. Como todos los días hicieron su camino habitual de regreso y en la intersección de la calle Sarmiento esquina Brown un patrullero se detiene bruscamente "del cual se bajaron dos policías y nos pidieron en forma muy violenta y agresiva que nos identificáramos”, cuenta Sus compañeros unos años mayor que él aceptaron poner las manos sobre el patrullero y ser revisados, acostumbrados ya a esta metodología de las fuerzas represivas que utiliza ciertas variables para realizar sus controles supuestamente “al boleo” en palabras del oficial, pero donde sabemos que las características que frecuentemente intervienen son: juventud, gorra, vestimenta y color de piel.

Iván, que si bien ya esta acostumbrado que lo pare reiteradas veces la policía, en su barrio sintió una inmensa vergüenza a la exposición publica “vengo de trabajar, no hice nada malo, no tengo porque apoyarme en el patrullero. Te muestro mi documento, la mochila. Pero no voy a poner las manos contra el patrullero”, les decía a los policías. Tengamos en cuenta que es una zona muy turística. Ante la negativa, relató Iván que “el oficial me agarró el hombro derecho, con la pierna me metió la traba para tirarme al piso” “como no consiguió tirarme se puso mas violento, me empujo contra la pared” y “luego con su compañera me dieron la cabeza contra el capot del patrullero”. En ese momento los comerciantes de la zona, que lo conocen de verlos diariamente en su camino de ida y vuelta al trabajo increparon a la policía para que “suelten a los chicos” reconociendo que son laburantes, que pasan todos los días por ahí y que no estaba haciendo nada malo. A los minutos llegaron mas patrulleros al lugar y finalmente alrededor de las 17.30 hs Iván fue esposado y subido a un patrullero con dirección a la comisaria 9° ubicada en la calle Almafuerte 752. “Me maltrataron todo el tiempo, me ajustaron tanto las esposas que se me hincharon las manos, me llevaron a la comisaria novena, me dejaron dentro del móvil con las ventanillas cerradas, y me dijeron que era un boludo, porque si querían me pegaban algo en la espalda y quedaba adentro”, contó el joven.

Quienes integramos el CeProDH nos enteramos de lo sucedido y aproximadamente 19.30 hs llegamos a la Comisaria y nos encontramos con Iván sentado en el patrullero con las manos esposadas en su espalda e incomunicado.

Junto con una compañera abogada exigimos conocer la causa y motivos de su detención, y porque aun permanecía en el patrullero esposado. Logramos que la abogada pueda hablar con él, siempre rodeada de policías en el patrullero.

Conseguimos que al menos le quitaran las esposas y pudiera ir al baño si lo requería, ya que la intención de la policía era retenerlo esposado y en patrullero hasta el fin del procedimiento sin siquiera aflojar las esposas. Según efectivos no podía ser ingresado a la comisaria.

Organizaciones compañeras comenzaron a llamar y preguntar sobre él. Haciendo sentir el peso de la organización y que Iván no estaba solo.

Una institución generadora de violencias

Concretamente la policía fue clara: la ley platea que podían retenerlo hasta un máximo de 12 horas. Iván tenía un corte en su ceja producto del golpe contra el capot del patrullero, y los efectivos dijeron que solo podía recuperar la libertad luego de que lo viera el cuerpo medico que con mucha suerte iba a estar aproximadamente a las 23.00 hs sin garantías del horario ni de que surja une emergencia mayor.

Lo que refieren los oficiales es que Iván está imputado por resistencia a la autoridad y lesiones leves a la oficial femenina que participó en su detención, que en ese momento se encontraba en el Hospital Privado de Comunidad porque ella en palabras textuales de quien nos estaba atendiendo “tiene obra social y ART” haciendo una clara diferenciación de clase cuando Iván que continuaba en el patrullero no tenia derecho a acceder a curaciones en sus heridas, porque tengamos en cuenta que el cuerpo medico al que esperaba ser trasladado solo constata las heridas no realiza ningún tipo de curaciones ni indica tratamientos, y su herida fue producida por un agente del estado. No conforme con esto y queriendo hacer un mal uso de la lucha feminista y haciéndose el “policía amigo” el mismo que lo esposo refiere estas palabras: “te imaginas que una cosa es me empuje a mi que soy hombre, yo me la banco, pero otra cosa es mi compañera que es mujer… ella esta dolorida en el hombro”

Como siempre en el sistema represivo alguien ocupa el lugar del malo, pero también, alguien ocupa el lugar del bueno, y para las 20.30 hs llego al lugar el Comisario para ocupar su papel.

En comunicación con el fiscal y ante el reconocimiento de la falla institucional de la ausencia de cuerpo medico que constate las lesiones, plantea la posibilidad que Iván recuperar su libertad e ir por sus propios medios a realizar la constatación. Es importante mencionar que esta ausencia nos refiere no es un hecho casual sino cotidiano. Y anteriormente otros oficiales ya nos habían mencionado que les cuesta conseguir médicos que hagan guardia porque en su “práctica privada ganan mas que en policía”.

Si bien es cierto, sabemos que si Iván hubiera estado solo la mera ausencia de personal medico no hubiera sido motivo para su libertad, cumpliendo las 12 hs, o quizás mas, quedando atrapado en una encerrona institucional perversa, lo que claramente no quería el comisario era la llegada de organizaciones de derechos humanos y sociales en apoyo a la puerta de la comisaria, y mas si tenemos en cuenta el que se encuentra en la zona de Playa Grande.

Entre un papeleo y otro, y siendo casi las 22.00 hs. le otorgan la libertad acompañada de un acta donde le indican que puede presentarse al cuerpo medico esa misma noche con las pocas garantías mencionadas, o al día siguiente en el horario de 8.00 a 14.00 hs. Lógicamente con el cansancio del día de trabajo, mas las consecuencias propias del estrés de la situación sufrida Iván decide ir al día siguiente.

A las 8.30 hs del día siguiente, el viernes 10, Iván se presenta como fue indicado en el cuerpo medico acompañado por nosotros y una vez mas es expuesto a la violencia institucional cuando sale una empleada y nos dice “acá solo hay medico los martes y los domingos de 8.00 a 12.00 hs No vieron el cartel!!” y vuelve a expresar lo que ya nos habían dicho que no hay médicos porque ganan mal. Una verdadera burla del estado a los derechos de Iván y de quien este en su lugar.

En la Oficina de Denuncias dependiente de la Coordinación General de Mediación Penal de la Fiscalía General de Cámaras Departamental realiza una denuncia contra el personal policial. Ese mismo chico de 19 años que se fue dos horas antes de su trabajo el día jueves y resignó ese dinero no porque no lo necesite sino porque tenía ganas de no salir tan tarde y disfrutar un poco la ciudad como tantos, finalmente, por no encajar con criterios predeterminados, perdió su dos horas extras, perdió su derecho a disfrutar, fue victima del maltrato no solo del personal policial, con el respaldo de la legalidad, que le dan fiscales, jueces, sino de todo el aparato estatal que amparan estas practicas desde hace décadas en nuestro país y tal vez si fue culpable del delito de resistencia como dicen, pero de resistencia a lo injusto.

 
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