La provincia de Córdoba tiene distintas tradiciones sindicales, con gremios "fuertes" con capacidad de negociar buenos acuerdos salariales en momentos de crecimiento económico y con capacidad de contener y ser garantes de ajustes en situaciones de crisis. Pero que también juegan un rol importante para no permitir que surja ninguna organización por fuera de su control.
Los medios oficiales y sus analistas dedican extensas editoriales para desprestigiar a las organizaciones sindicales con más "poder de fuego" como Luz y Fuerza, municipales de la ciudad de Córdoba, gremio de recolectores, entre otros. Estas organizaciones vinculadas a la actividad dentro de la órbita estatal, a quienes podemos sumar a los docentes, tienen tradición de movilizarse más allá de sus propios reclamos, interviniendo en discusiones nacionales y provinciales siempre con discursos encendidos y grandes montajes escenográficos, posando de combativos.
Son parte del folclore cordobés y buscan su mito de origen en "El Cordobazo" aunque su práctica tenga más que ver con un vandorismo (golpear para negociar) mediterráneo. Sin embargo, cualquiera puede distinguir a estos sectores del sindicalismo, de los gremios de los sectores privados ligados a las multinacionales, con el SMATA como principal exponente, donde la coacción prima sobre el "consenso" y el discurso anti izquierda por sobre los mensajes de lucha de tiempos pasados. Dentro de estos gremios se encuentra el de los molineros.
Como si se hubiese congelado en la Córdoba del "Navarrazo" de 1974, el secretario general Sabir dio una entrevista radial a Cadena 3 donde el eje de sus declaraciones fue condenar la lucha de los trabajadores por su ideología y por quienes los acompañan. Lejos de denunciar a Minetti por los 150 despidos o por no pagarles los salarios durante meses, se pasó la entrevista queriendo desprestigiar la enorme lucha que vienen dando los trabajadores acudiendo al manual clásico de la derecha peronista: "son de otra ideología", "son delegados mal aconsejados" y "están los mismos personajes que estuvieron en el conflicto de la UTA" fueron algunas de sus definiciones en la entrevista radial. No pudo disimular su rechazo a la izquierda y hasta denunció "infiltrados". La conducción gremial, que no había pronunciado palabra durante meses, llega sobre el final para intentar salvar a la patronal luego de dos intentos de desalojo con grandes operativos policiales. De esto ni una palabra.
El abrazo del oso
Es conocida la forma de actuar de conducciones como la de los molineros, el SMATA o la UOM que mandan patotas, desafueran delegados opositores, persiguen trabajadores que se quieren organizar, acuerdan despidos con las patronales, imponen una "disciplina de hierro" al interior de los sindicatos, son quienes garantizan las medidas de ajuste y los convenios a la baja, entre otros ataques contra los trabajadores.
Sin ir más lejos, en las terminales automotrices de la ciudad se viene desarrollando un sistemático plan de despidos desde hace 3 años y, a partir del acuerdo Nissan-Renault, un cambio de convenio donde se reduce el salario y se flexibilizan los derechos laborales de los trabajadores que ingresan a las plantas en reemplazo de los despedidos. Es claro para los trabajadores ver en estas conducciones a sus enemigos y saben que hay cuidarse de manera permanente de "hablar de más" o de plantear alguna crítica.
Pero también están las otras conducciones, la de los gremios "fuertes" que son "solidarias" con las luchas obreras. Son quienes intervienen en los conflictos que se salen del carril normal, allí donde los trabajadores desbordan a las conducciones tradicionales y llevan adelante medidas de lucha más duras y radicalizadas. En el 2010 el conjunto de la rama de la alimentación, con el centro en la empresa Arcor, entró en un duro conflicto para romper el techo de las paritarias. El reclamo fue impulsado por delegados de base y activistas de distintas fábricas de toda la provincia imponiendo un paro total a la conducción del gremio.
El conflicto se le había ido de control a la burocracia: las movilizaciones masivas por el centro de la ciudad y los cortes permanentes frente a las fábricas paradas, le terminaron imponiendo a las patronales las reivindicaciones de los trabajadores. Los gremios "fuertes" de la provincia no habían intervenido durante el largo conflicto hasta que el desprestigio de la conducción gremial en manos de Morcillo se hizo evidente cuando los trabajadores de la fábrica Lía lo recibieron a golpes de puño luego de semanas sin respuestas a sus reclamos. Inmediatamente se montó un operativo donde distintos secretarios generales fueron a las fábricas de la alimentación a brindar su "apoyo" intentando contener a los delegados y activistas, que luego de terminado el conflicto fueron despedidos para evitar que surgiera una organización alternativa a la conducción como subproducto de esa enorme lucha.
Para esa operación jugaron los sindicatos "solidarios", como lo hicieron en el histórico conflicto de la UTA en el 2017 la conducción del gremio de recolectores y de Luz y Fuerza. La rebelión de la base de trabajadores de distintas líneas de colectivos urbanos paralizó la ciudad de Córdoba por 9 días. La intervención del gremio se vio superada y se desarrolló un enorme operativo del gobierno municipal y de todos los medios masivos de comunicación con una violenta campaña de desprestigio a los trabajadores.
Los gremios que fueron a brindar su apoyo nuevamente montaron escenarios de "apoyo y solidaridad" con discursos combativos, pero sin ninguna medida efectiva que permitiera torcerle el brazo al gobierno municipal, para luego borrarse cuando hubo casi docientos trabajadores despedidos.
El conflicto de Minetti lleva casi 7 meses y la conducción, lejos de apoyar, viene jugando abiertamente contra los trabajadores. Durante este tiempo, donde no cobran sus salarios, los gremios de la provincia no aportaron nada al fondo de lucha y mucho menos medidas de lucha efectivas para apoyarlos. Previo al cierre de la fábrica y el despido de los trabajadores, cuando el conflicto se reducía a la exigencia de pago de salarios, la conducción de Luz y Fuerza y de los docentes fueron a sacarse la foto a una de las tantas movilizaciones que impulsaron los laburantes. Nuevamente discursos "solidarios" para luego desaparecer cuando el conflicto se endureció con los despidos masivos. Esas caras no pisaron la ocupación del molino durante estos meses, ni siquiera acompañaron a las tantas audiencias que hubo en el Ministerio de Trabajo, o a los cortes y movilizaciones.
En estos días en el que el conflicto se endureció, luego del primer intento de desalojo la semana pasada, no se escuchó ni una sola voz de apoyo de las conducciones sindicales "solidarias y combativas". El objetivo fue aislarlos, que el ejemplo de lucha de los molineros y la Comisión de Mujeres se convierta en un "mal ejemplo" como lo fue la UTA. Sin embargo, la heroica resistencia, las alianzas con movimientos sociales, el apoyo popular, hizo que ese aislamiento se rompiera, obligando a que algunos sindicatos tengan que acudir a la puerta de la fábrica a brindar su apoyo y proponer un supuesto acto que se redujo a un par de figurones de las conducciones gremiales que buscan un nuevo intento de darles un "abrazo de oso" a los laburantes que se revelaron, que se salieron de los carriles normales, que no se fueron a su casa aceptando como si nada los despidos.
Hay que exigir medidas efectivas, hay que exigir medidas de lucha para que el Ministerio de Trabajo rechace los despidos y obligue a Minetti a pagar los salarios adeudados. Si los molineros y la Comisión de Mujeres han llegado hasta acá sólo con el apoyo de las organizaciones solidarias con su lucha, ¿se imaginan lo que conseguirían con mínimas medidas de los sindicatos?
Se necesitan medidas efectivas como paros solidarios y movilizaciones de los gremios a favor de esta lucha, se necesita que los recursos de los sindicatos no sean usados para negocios de las cúpulas, sino para aportar a duros conflictos como el de Minetti, para que no sea quebrado por el hambre. De esta manera se le puede torcer el brazo a la patronal y al gobierno, lo que significaría una bisagra en los últimos años de retroceso en el movimiento obrero.
Esa es la pelea que dan las agrupaciones clasistas que impulsa el PTS en el movimiento obrero, que recolectan para el fondo de lucha en sus lugares de trabajo, desarrollan campañas solidarias, se movilizan junto a los trabajadores y mujeres que están luchando y le ponen el cuerpo a cada intento de desalojo dispuestos a enfrentar la represión. Una práctica opuesta por el vértice a las burocracias sindicales "solidarias" de la provincia. |