Ayer domingo el diario “El Mercurio” publicó un análisis sobre el comportamiento de las 20 carreras de pregrado más caras, entre las cuales el alza promedio en sus aranceles fue de 3,6%, es decir por sobre el IPC del año pasado (3%). De estas 20 carreras, 19 pertenecen al área de la salud, principalmente las carreras de medicina y odontología.
Es toda una generación que desde el 2006 con la revolución pingüina, y el 2011 con la lucha por la educación gratuita, ha perfilado el derecho a la educación como una de las demandas sociales más sentidas, y las manifestaciones que comenzaron el 18 también han planteado la necesidad de un acceso universal y gratuito a todos los niveles educativos, cuestión que se vio con fuerza en las movilizaciones que se levantaron contra la PSU.
Años después del estallido que significó el 2011, la “solución” al conflicto fue la creación de la llamada “beca gratuidad”, la cual no terminó de ninguna forma con la profunda segregación al interior de los planteles educativos y siguió supeditando el acceso a la educación via acreditación de la pobreza.
Por otro lado el mercado y el afán de lucro sigue vivo y con fuerza en todo el sistema educativo. El ministerio de educación define aranceles referenciales según los cuales ninguna de las carreras analizadas debería superar el costo de $5 millones, mientras nos encontramos que el arancel de Medicina en la UDD tiene un valor de $8.873.587. El descontrol por generar ganancias ni siquiera observa las “referencias” que plantea el ministerio y la determinación del valor en los aranceles se rige por criterios mercantiles antes que por necesidades en educación, al igual que el reajuste anual que como vemos está por sobre el valor del IPC, es decir, por sobre la inflación de los precios en bienes y servicios en general, encareciendo el costo de la vida para miles de familias en todo el país.
La educación pública y gratuita es la única forma de asegurar que las lógicas del mercado no interfieran en el cumplimiento de este derecho humano fundamental, que finalmente priva y segrega el acceso a las universidades, por esto es fundamental reponer esta demanda dentro del agitado contexto nacional.
Organizaciones estudiantiles como son la CONFECH y la FECH se han mantenido en un rol más bien pasivo en cuanto a esta demanda. Es necesario que estas organizaciones vuelvan a la lucha por la educación gratuita y el acceso universal a todos los planteles educativos, y retomar con fuerza, en las calles, la lucha por el fin a la educación de mercado en el país, pues solo así podremos doblarle la mano a un gobierno que ha mostrado nulo interés en hablar de educación, pero que está presto a profundizar la represión contra quienes se movilizan. | 
