Allí donde se expresó una acción con mayor participación estudiantil, se pusieron también otras demandas locales, y en algunas, la solidaridad con otros sectores en lucha -como los profesores y los trabajadores administrativos de la UNAM y otras universidades-.
Sin embargo, el peligro de que el movimiento se masifique y generalice, no ha caído nada bien en las altas esferas del gobierno nacional, ni en la llamada burocracia “azul y oro”. Lo primero se comprueba con las declaraciones de AMLO en la mañanera de 5 de febrero, donde señaló a supuestos “intereses externos a la Universidad” que estarían promoviendo los paros. Por parte de las autoridades de la UNAM, se mostró en la conferencia de prensa que dió Enrique Graue intentando crear un ambiente de polarización entre “estudiantes pacíficos” y “estudiantes desestabilizadores”.
A la par, medios de comunicación como El Universal han emprendido una campaña que secunda estos dichos, señalando a distintos grupos y colectivos como responsables de los paros y las acciones, abriendo la puerta para la criminalización del movimiento, y por supuesto negando que existe un sentimiento profundo de indignación contra la violencia de género y el autoritarismo de las autoridades.
Al cobijo de esto, se han dado amenazas y agresiones contra estudiantes que se organizan. En escuelas como la Preparatoria 9, las autoridades organizaron actos porriles de provocación afuera de la preparatoria.
En la FES Acatlán, las autoridades se infiltraron en las asambleas y ocuparon administrativos para hostigar estudiantes, mientras usan al equipo de fútbol americano para perpetrar agresiones.
En CCH-Oriente grupos porriles, durante la noche del viernes, lanzaron piedras y proyectiles al interior del plantel, hiriendo a dos de los estudiantes que resguardaban el plantel, los cuales tuvieron que ser trasladados al hospital.
En el CCH-Sur, la asamblea estudiantil repudió las agresiones contra cubículos estudiantiles, como el que utiliza la Agrupación Juvenil Anticapitalista, una acción realizada probablemente por personas ligadas a las autoridades, cuyo objetivo es enrarecer el ambiente de unidad dentro del plantel, donde más de 2 mil estudiantes pararon.
Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista repudiamos estos ataques contra los estudiantes en lucha y responsabilizamos a las autoridades universitarias, del ambiente de polarización y violencia que se vive dentro de la UNAM,
Masificar la lucha con independencia de las autoridades y sus instituciones
Es evidente que la comunidad universitaria debe repudiar las declaraciones de las autoridades y esta campaña contra el movimiento que está surgiendo, a la par que abrir la discusión en las asambleas sobre qué curso debe adoptar el mismo.
Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista y Pan y Rosas México, planteamos la necesidad de un plan integral contra la violencia de género, que retome distintas demandas progresivas, que sea discutido de forma independiente de las autoridades, por los tres sectores que conformamos la comunidad universitaria, y que sea opuesto a cualquier intención de legitimar y fortalecer las reaccionarias instituciones universitarias (como el Tribunal Universitario) bajo una lógica punitiva.
A la par, consideramos fundamental incorporar a esta lucha la denuncia de la precarización laboral -que afecta en primer lugar a las mujeres- y la solidaridad con las luchas que están dando sectores de trabajadores en la UNAM y otras universidades. Hay que impulsar la unidad de estudiantes y trabajadores universitarios contra la rectoría, responsable tanto de que se mantenga la violencia de género en la universidad como de la precarización laboral que afecta a miles de trabajadores administrativos y académicos.
Planteamos estas propuestas políticas bajo una perspectiva que considera que la violencia contra las mujeres es un fenómeno estructural cuya mayor expresión son los feminicidios y las redes de trata, y que para enfrentarlo hasta el final hay que enfrentar al Estado capitalista, con una perspectiva anticapitalista y revolucionaria. Para eso es que hay que impulsar un gran movimiento de mujeres, que luche contra la violencia patriarcal y la precarización laboral, y que se unifique con las y los trabajadores, dentro y fuera de la universidad. |