En el medio de la crisis del regimen político, marcada por los casos Penta, Soquimich y Caval, la presidenta Bachelet anunció la promulgación del fin del binominal, la que ya está lista para ser ley.
Entre otras cosas, se amplía el número de senadores de 38 a 50, y el de diputados de 120 a 155. En su presentación, Bachelet señaló que “eran un gran día para la democracia” y que luego de 25 años “finalmente atrás un sistema que no reflejaba lo que somos”.
En una alusión a la dictadura, la presidenta señaló que el binominal fue concebido a partir del miedo a la “la libre determinación de las personas, a la representación plena”. Enfatizó también que se llegó a esto por el diálogo entre distintos sectores, saludando especialmente a los parlamentarios de oposición, los mismos que presentaron –como fue el caso de la UDI, un recurso al Tribunal Constitucional para impedir su promulgación-. Otra de las modificaciones es la ley de cuotas, donde se asegura que un 40% de los cargos sean representados por mujeres.
El nuevo sistema es proporcional moderado, con cupos en base a la proporción de votos de cada lista, también se rebaja a un 0,25% el número de firmas para formar un partido y se reducen los distritos.
El sistema binominal fue una más de las transformaciones que impuso la dictadura, con una lógica autoritaria y anti democrática, que buscaba controlar la representación parlamentaria, dejar fuera a partidos más pequeños y consagrar el autoritarismo y la estabilidad, entendiendo por ello la continuación de las políticas de la dictadura. A pesar de estos moderados cambios, tanto RN como la UDI se oponen, señalando que la reforma está hecha a medida de la Nueva Mayoría o que rechazan al aumento de parlamentarios, aun cuando sí asistió a la ceremonia el vicepresidente de Renovación Nacional. Ambos partidos fueron férreos defensores de la dictadura, además de tener entre sus filas a personas que participaron como funcionarios durante esos años.
Este sistema fue mantenido durante décadas por los gobiernos concertacionistas y por Piñera, inclusive la propia Bachelet en su primer gobierno. La reforma al binominal fue una de las políticas que la Nueva Mayoría impulsó para mostrarse activa ante las demandas sociales, junto a la reforma educacional, tributaria, laboral, etc. y que es una forma de tratar de morigerar la crisis del régimen, primero abierta luego de las grandes movilizaciones del 2011 en adelante, donde se instaló en las calles la demanda de educación gratuita por parte de los estudiantes, o de critica al anti obrero Código del Trabajo de la dictadura, por parte de los trabajadores.
La crisis actual del régimen producto de los escándalos de corrupción continúa y ninguna de las reformas parciales de Bachelet parece ser suficiente para calmarla. La desconfianza a los partidos, coaliciones e incluso la misma presidenta es más alta que nunca, con fuertes índices de rechazo y desaprobación. |