A principios del año pasado, los acuerdos con Repsol, el Club de París y el CIADI se sellaron en función de una vuelta a los “mercados” que permitiera levantar la alicaída economía con dólares frescos. La ofensiva de Thomas Griesa y los fondos buitre hicieron fracasar ese plan durante largos meses.
Por eso el gobierno salió a festejar con bombos y platillos la colocación de Bonar 2024 por 1.416 millones de dólares que efectuó el martes pasado. Es el desahogo luego del fallido canje de diciembre de 2014 y del revés que sufrió en febrero último al intentar emitir bonos de la mano de bancos internacionales.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, ahora se tomó revancha. Dijo que los buitres se quedaron “calentitos” por no haber podido impedir la exitosa operación. De hecho, durante el martes pasado Paul Singer y sus amigos buscaron generar incertidumbre sobre la cancelación de la emisión que estaba encarando el gobierno. Incluso, la agencia Moody’s bajó la calificación de la deuda argentina. Todas esas maniobras no lograron impedir el ingreso de dólares a la economía.
Pero hablar de un triunfo oficialista sobre los buitres es querer hacer intencionadamente un balance parcial y hasta engañoso.
Los buitres que litigan en Nueva York contra Argentina constituyen un sector radicalizado de los especuladores imperialistas. Hay otro sector que venía haciendo buenos negocios con el gobierno, entre varios otros el magnate George Soros.
Estamos frente al inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento que anticipa lo que vendrá después de diciembre. La regularización de las relaciones con el capital financiero imperialista está inscripta en el programa económico de todos los candidatos patronales (Scioli, Macri o Massa) con mayores posibilidades de suceder a Cristina Fernández de Kirchner.
Según el oficialista Página 12, el 90% de los fondos que captó la emisión del Bonar 2024 proviene del extranjero. El Deutsche Bank habría colaborado en secreto y no se descarta que haya fondos especulativos involucrados con la operación. El futuro irá aclarando los tantos.
Más allá de esas elucubraciones, en el cómputo del resultado de esta batalla parcial con los buitres hay que anotar el importante avance del capital financiero imperialista sobre Argentina.
Una expresión de este avance es el costo del “triunfo” del equipo económico. El Bonar 2024 tiene un llamativo récord. Paga una tasa exorbitante en comparación, no sólo con los países centrales que se endeudan a tasas cercanas a cero, sino también en relación a países latinoamericanos. Brasil está pagando alrededor de 3,5% y Chile aproximadamente 1,8%. México colocó un bono a 100 a años a 4,5%. Argentina paga 8,94%. Por eso los especuladores festejan aún más que el oficialismo.
Se fortalecen las reservas, se devalúa el relato
En los últimos días se volvieron a fortalecer las reservas del Banco Central a un nivel cercano a noviembre de 2013 cuando rondó los 32 mil millones de dólares, pero bien lejos de la cifra récord alcanzada en 2011 con aproximadamente 52 mil millones.
Es que, además del Bonar 2024, también hubo una colocación de deuda de YPF por 1.500 millones de dólares la semana pasada, algo que se volvería a repetir en la que acaba de empezar. Pronto saldrán al “mercado” la Ciudad de Buenos Aires gobernada por Mauricio Macri y la Provincia de Buenos Aires comandada por Daniel Scioli. Más divisas entrarían a través de la extensión del “swap” (intercambio de monedas) con China.
El gobierno está garantizando una transición sin turbulencias cambiarias y reduciendo la brecha entre el “blue” y la cotización del dólar oficial. Esto tiene un costo: enterrar el relato del desendeudamiento.
Veranito en invierno
La inflación es el método elegido por las patronales y el gobierno para erosionar el salario. Con el torniquete sobre los dólares destinados a importaciones y la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores (reconocida hasta por la CTA oficialista), la economía está en recesión hace varios meses.
El enfriamiento de la actividad fue la política elegida por Kicillof para lograr cierta estabilidad cambiaria. Con el ingreso de dólares en curso y los aumentos en paritarias (aunque están muy trabadas), el gobierno y los analistas económicos esperan un veranito en los meses venideros. A esos factores objetivos, se suma la necesidad que tiene el oficialismo de que se fortalezca el consumo para afrontar la pelea electoral.
Se trata de un experimento de laboratorio que consiste en generar cierta ilusión en el consumo obrero y popular para ganar votos, pero el plan estratégico de todas las variantes patronales que se disputan la sucesión es bien distinto.
¿Invierno en verano?
Tanto los candidatos encolumnados en la oposición patronal, como los que revisten en las filas del oficialismo (véase a Scioli), prometen que removido el escollo del kirchnerismo, en diciembre lloverán dólares y la economía tomará vuelo. Son meras promesas electorales. Los verdaderos planes son otros.
Es notable que mientras la producción de granos alcanzará un nuevo récord este año, el “agrobusiness” viene escamoteando la liquidación de divisas. La cantidad de dólares liquidados es menor que en 2014. Esto se debe no sólo a que los precios están desinflados. Aún a los precios actuales, la rentabilidad sigue siendo alta. Justamente, la cosecha récord es una muestra de eso. El motivo central de la menor liquidación de divisas es la espera (y la presión) de una corrección cambiaria en el próximo gobierno.
Lo mismo ocurre con los sectores más concentrados de varias economías regionales. Bodegueros de Mendoza, ingenios azucareros del norte del país, entre otros, están obteniendo concesiones del gobierno para mejorar su ecuación de negocios mientras también reclaman solapadamente (o no tanto) incrementar sus ingresos con un dólar más caro. Los industriales no le van a la zaga.
Toda la clase empresarial y el establishment económico toman nota del atraso cambiario que implica el dólar prácticamente estancado desde hace meses. Varios países devaluaron su moneda. La desvalorización que más impacta, por las relaciones económicas con nuestro país, es la del real de Brasil. Pero también el euro se está devaluando en relación al dólar. La Unión Europea también es un socio comercial muy importante de Argentina.
Economistas apologistas de la corrección cambiaria estiman que el tipo de cambio real está tan atrasado que alcanza un valor que se aproxima al vigente al fin de la convertibilidad. Lo cual implica que esperan, aunque no lo digan, una devaluación a lo Duhalde.
Salvando todas las diferencias existentes con el menemismo, para que no se enoje el público de 6, 7 y 8, (pero no olvidando las continuidades en precarización, extranjerización, etcétera, para no negar la realidad), el oficialismo, por el contrario, viene practicando una estabilización de la inflación y de la tasa de cambio a lo Domingo Cavallo. Un “ancla cambiaria” que empujó la economía a la recesión. Practica un ajuste moderado y en cuotas con algún condimento de consumo extra a la medida del año electoral.
La discusión entre los postulantes a la presidencia se reduce a la alternativa “shock” o gradualismo para llevar adelante las correcciones “necesarias”. Macri habló de sacar el “cepo” al dólar en diciembre. Sería una aventura desde la perspectiva capitalista. Miguel Bein (Scioli) y Roberto Lavagna (Massa) hablan de ajustes graduales. Aunque se orientan a representar distintos sectores burgueses, todos acuerdan en lo esencial y tienen como enemigos a los trabajadores. Se diferencian en matices sobre los ritmos que tomará el ajuste que preparan. No se trata sólo de una corrección cambiaria. El déficit fiscal también está en la mira de los aspirantes a la presidencia.
El recorte difícilmente vendrá por los onerosos pagos de la deuda externa que registra el presupuesto público (que se incrementarán con el nuevo ciclo de endeudamiento que está en sus comienzos). El ajuste fiscal empezará por educación, salud, vivienda y salarios. La única alternativa política que se planta para enfrentar esos planes patronales es el Frente de Izquierda y los Trabajadores. |