“Miss Telefónica 1930 en el calabozo”. Los periódicos se hacían eco de esta noticia, unos con admiración y otros con distintas combinaciones de burla y condena. Y es que en julio de 1931 la huelga de la Telefónica había llegado a las calles de Madrid, Sevilla, Barcelona o Zaragoza entre ciudades de todo el Estado y estaba atravesando todas las convenciones de la época.
En la década de 1930, Telefónica trataba de dar una imagen de empresa moderna y contrataba mujeres en sus centralitas para ser "chicas del cable". La fortísima división sexual del trabajo en la época hacía que los capitalistas pagaran a las trabajadoras de media un 55-60% del sueldo de sus compañeros varones, aunque generalmente no las contrataban para oficios considerados “masculinos”. Cuando se extendió el uso del teléfono, la compañía Telefónica promocionó a bombo y platillo el hecho de contratar mujeres, aunque éstas tuvieran que ser jóvenes, solteras y pasar estrictas reglas sobre el largo de la falda y otros aspectos.
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Para seguir con esta publicidad, llegó a organizar un concurso de Miss Telefónica. Sin embargo, la sorpresa se la llevaron cuando Miss Telefónica 1930, o mejor dicho, María Luisa Fernández Cuevas, afiliada a la CNT, apareció en un piquete de Madrid de esta huelga telefónica de julio de 1931, uno de los primeros grandes conflictos obreros de la II República.
¿Cómo se había llegado a esta huelga?
Telefónica fue creada el 19 de abril de 1924 durante el gobierno dictatorial de Primo de Rivera en régimen de monopolio como filial de la empresa norteamericana ITT bajo el nombre “Compañía Telefónica Nacional de España” (CTNE). En 1931 los efectos del crack del 29’ ya habían dado la vuelta al mundo y, mientras el desempleo crecía en el Estado español (especialmente en el campo de la mitad sur), la multinacional ha llevado adelante durante dos años cientos de despidos por goteo de técnicos, operadoras y otros sectores del teléfono.
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El 4 de julio de 1931 la CNT lanza una convocatoria de huelga indefinida en Telefónica. Sus reivindicaciones son la mejora de la seguridad para los técnicos, especialmente castigados por los accidentes laborales, un aumento salarial y la recuperación de los puestos de trabajos destruidos. A éstas se suma una reivindicación específica de las trabajadoras: contratar tanto a casadas como a solteras.
Sin embargo, aunque la CNT dirigió esta huelga, no fue la única que participó. Y es que este conflicto marcó un antes y un después para los sectores socialdemócratas. La UGT y el PSOE formaban parte de la coalición del primer gobierno de la II República, que había prometido tanto derechos democráticos y sociales a las clases populares, como tranquilidad y beneficios a la inquieta burguesía estatal y extranjera.
Las órdenes de esquirolear la huelga ahondaron la crisis de las bases trabajadoras de estos sectores, que en casos como Sevilla desobedecieron la orden y fueron a la huelga y en otros, como Madrid o Córdoba llegaron a formar parte de los servicios especiales de rompehuelgas.
Esta huelga se extiende a lo largo de casi todo el mes de julio, haciendo parar a 6200 de los 700 trabajadores, con un seguimiento que llegó a ser máximo en Barcelona, Sevilla, Zaragoza y Madrid. Se extienden las acciones de sabotaje a las líneas por Murcia, Bilbao y Tarragona, entre otras ciudades.
En la capital andaluza fue clave la solidaridad de una huelga general el 20 de julio, pero la represión tampoco se hizo esperar, dejando a lo largo de julio cerca de 2000 detenidos, 30 muertos y 200 heridos entre noticias de cargas policiales con fuego real en el Parque María Luisa de Sevilla, asesinatos por parte de pistoleros de la patronal en Zaragoza y la declaración del Estado de Guerra en Barcelona del 22 al 29 de julio.
A pesar de los ataques, las mejoras en seguridad laboral y la contratación de casadas fueron conquistadas, no así la recuperación de los salarios y puestos recortados. A la represión se sumaron los despidos antisindicales, más de 1500 como represalia a la participación en la huelga telefónica.
Una de las despedidas sería la telefonista de la CNT Lucía Sánchez Saornil, que años después sería una de las fundadoras de Mujeres Libres, agrupación que congregaría a más de 20.000 de mujeres. La revocación de estos despidos y las demandas sin conquistar de la huelga de julio de 1931 serían alcanzadas con una nueva huelga en abril de 1936.
Para pensar hoy la lucha, es de vital importancia rescatar todas estas experiencias. Porque el terreno de batalla de la lucha de género, es un terreno en la lucha de clases, para desde ahí recuperar y conquistar los derechos perdidos y por ganar de todas las mujeres. Y es en el terreno de la lucha de clases que las trabajadoras han hecho historia. |