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La Izquierda Diario
28 de abril de 2015 Twitter Faceboock

CRÓNICAS MILITANTES
Un 1° de Mayo diferente para el Negro y sus compañeros
Rubén Ronal | Trabajador de Pilkington | Movimiento de Agrupaciones Clasisitas (MAC)

Tercera entrega de "Crónicas militantes". Por primera vez, en medio de la huelga, no vive el 1° de Mayo como un feriado sino como un día de lucha.

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«El 1º de mayo significaba establecer la jornada de ocho horas. Pero aún después de haber logrado este objetivo, ese 1º de mayo no fue abandonado. Mientras continúe la lucha de los obreros contra la burguesía y la clase dominante, mientras todas las exigencias no hayan sido satisfechas, el 1º de mayo continuará siendo la manifestación anual de esos reclamos. Y cuando lleguen días mejores, cuando la clase obrera del mundo haya logrado su objetivo, es probable que la humanidad entera también celebre el 1º de mayo, honrando las amargas luchas y los sufrimientos del pasado.[1]»

El Negro está sobre el techo. El sol de mayo calienta su cuerpo. Recostado sobre su espalda, el Negro mira al cielo. Como hipnotizado, busca formas en las nubes, que vienen desde el sur, como trayendo el invierno. El Negro se para y mira a su alrededor; es Primero de Mayo, y de varias casas se ve el humo de los asados que se elevan hacia el cielo. El Negro también comería asado ese día, pero no sería como cualquier día.

Él, más allá de que nunca se metió en política, siempre fue peronista. “Peronista de Perón”, decía. Había heredado de su padre ferroviario esa identidad. Los 1° de Mayo siempre eran de festejo, donde los trabajadores festejaban tener trabajo. No veía la contradicción de festejar, justamente dejando de hacer eso que se festeja. Ese año sería un Primero de Mayo diferente.

El Negro baja del techo, con cuidado por una estrecha escalera, camina hasta el comedor, donde todos los platos y cubiertos están listos para comer. Mira hacia la cocina, el asado se hace sobre la llama de gas, no hay parrilla ni lugar donde hacer fuego. El Negro, y sus compañeros, están en la fábrica. La huelga que comenzó en marzo aún continúa en ese Primero de Mayo y ellos estaban ocupando la planta. Sería la primera vez que el Negro no festeje ese día. Sería la primera vez que ese día encuentre al Negro luchando.

Sale el asado, el Negro se sienta en una mesa, ya no elige a quien tiene al lado. Siempre se sentó junto a sus compañeros de sector, pero ya no veía esa división. El Negro comenzaba a sentirse parte de algo más grande que él, su sector de trabajo o su fábrica. Sin comprenderlo aún, el Negro se estaba sintiendo parte de su clase, se estaba sintiendo parte de la clase obrera.

Luego de comer, una delegación de obreros va hacia la Plaza de Mayo. Los militantes de izquierda los habían invitado y esa sería una buena ocasión para difundir su conflicto y juntar plata para el fondo de lucha, pensaba el Negro. Pero lo que no imaginaba es que ese día no volverá a la fábrica solamente con plata, volverá con una sensación nueva, volverá siendo parte de la clase obrera.

Sube al colectivo que los llevaría a la plaza, acompañados de otros trabajadores y militantes de izquierda. El Negro charla con varios; aún se sorprende al escuchar a trabajadores que hacen política. Su tradición “peronista” naturalizaba que eso era “trabajo de los políticos”. Por primera vez escucha la historia de los mártires de Chicago. Sus ojos están redondos, abiertos a más no poder por la sorpresa: él creía que ese día lo había dado Perón para que los trabajadores festejen. En la plaza conoce a otros trabajadores que están luchando. Hipnotizado, como cuando miraba el cielo esa mañana, escucha a los oradores del acto; eran trabajadores como él y, desde sus lugares, hablaban también de lo que vivía él.

El Negro se dio cuenta que su realidad no era solo suya. Sino que era la realidad de algo mucho más grande, su realidad era la realidad de todos los trabajadores, era la realidad de la clase obrera. Ese día terminaría con un acto en la puerta de su fábrica. Varios micros se movilizarían desde la Plaza de Mayo hasta Munro, donde estaban ocupando la planta.

El Negro y sus compañeros volvieron ese día a la fábrica junto a la izquierda. Lo que el Negro aun no sabía es que su conciencia había emprendido un viaje que no tiene vuelta.

[1] Rosa Luxemburg, El origen del Primero de Mayo, (febrero 1894), https://www.marxists.org/espanol/luxem/1894/0002.htm

 
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