Plomo, cobre, zinc y arsénico existe de manera concentrada en los suelos cercanos al Complejo Industrial, lo que pone especialmente en riesgo la vida de los niños menores de 5 años que habitan la zona.
Los niveles de arsénico, en particular, están por sobre el umbral aceptado según los parámetros de la Enviromental Protection Agency de EEUU, lo que es otra dramática muestra más de la condena de las y los habitantes de las zonas de sacrificio, que en el país abundan, organizadas para maximizar las ganancias de los empresarios, pasando por encima de la vida de pobladores y trabajadores de la zona.
Esto se suma a los ya casi reiterados casos de nuevas intoxicaciones en esta bahía, mientras por su parte el gobierno se lava la cara, Piñera trata de posar, hipócritamente, de ambientalista frente a la “comunidad internacional”, declarando en la COP 25 que se terminarán con las zonas de sacrificio.
Nada más que una farsa de este presidente-empresario que sabemos que nada hará para enfrentar de fondo esta crisis socio ambiental.
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La crisis de Quintero y Puchuncaví, abierta el año 2017, está lejos de cerrarse o aplacarse. Muy por el contrario, los habitantes de la zona siguen expuestos permanentemente a riesgos de enfermedades, y ahora, respaldadas las denuncias de las organizaciones sociales por estudios científicos, también los niños y niñas.
Estos casos son parte de este sistema capitalista depredador del medioambiente, que al mismo tiempo condena a pueblos enteros a enfermedades y a la miseria con tal de llenar los bolsillos de un puñado de millonarios.
Esto es producto del Chile capitalista, de este país heredado de la dictadura militar, y que se ha puesto en cuestión profundamente desde el 18 de octubre con la rebelión chilena.
En ese marco es que la pelea por una Asamblea constituyente realmente libre y realmente soberana, tiene que estar ligada a que esta discuta un programa que resuelva de fondo las crisis de las zonas de sacrificio.
Por eso se vuelve necesaria y urgente una salida obrera y popular frente a esta crisis permanente, contra la contaminación y la depredación capitalista, expropiando sin indemnización a las empresas que se nieguen a un plan de reconversión ambiental, nacionalizando los recursos naturales y poniéndolos bajo gestión de sus trabajadores y de las comunidades afectadadas para que junto a la asesoría de profesionales independientes a los empresarios sean quienes decidan frente a estos casos.
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