La prensa siempre ha sido una herramienta poderosa al servicio de proyectos políticos, y no sólo los socialistas, sino de todo tipo. Entre los revolucionarios, el ejemplo de la Iskra es muy conocido: Lenin vio en la publicación los medios para unificar al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), darle coherencia alrededor de un programa y ajustar la coordinación de sus diferentes secciones y locales como una organización nacional.
De igual forma, Antonio Gramsci fundó el periódico L’Ordine Nuovo con el propósito de elevar los debates entre los marxistas italianos y los trabajadores socialistas. Mientras que Angelo Tasca quería enfocarse más en la economía marxista y los debates ideológicos, Gramsci luchó dentro del comité editorial para darle una orientación hacia los trabajadores más avanzados que dirigían los comités de fábrica en las áreas industriales del norte de Italia. Asociaba los comités de fábrica con los soviets, que apenas unos años antes habían jugado un papel decisivo durante la Revolución Rusa. Pronto, él y otros editores fueron invitados a hablar en distintas fábricas y L’Ordine Nuovo se convirtió en el periódico de los comités de fábrica.
Estos son ejemplos de la relación dialéctica entre la prensa y los proyectos políticos a lo largo del siglo XX. Más recientemente emergió Público, un periódico español directamente ligado a Podemos, el cual jugó un papel prominente en el desarrollo del partido, impulsando los perfiles de los candidatos y difundiendo sus ideas. En los Estados Unidos, Jacobin es otro ejemplo de cómo una publicación puede servir como plataforma para lanzar un proyecto político o darle forma a un movimiento con sus ideas y políticas. Jacobin se ha construido un espacio en la izquierda estadounidense y ha logrado darle forma al ala pro-Bernie Sanders de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), adoptando una estrategia denominada “dentro y fuera” del Partido Demócrata.
Los medios convencionales también tienen sus propios “partidos políticos” que tienen una línea, un programa. Tomemos de ejemplo al New York Times o al Washington Post. Incluso cuando alegan dar espacio a una variedad de opiniones (y lo hacen cuando se trata de cuestiones secundarias), su línea editorial es clara, así como lo es la agenda que impulsan en todas las cuestiones políticas importantes. [1]
Todo el que trabaja para Left Voice es un militante revolucionario. Todos estamos fuertemente comprometidos por la lucha por el socialismo y tenemos una visión relativamente concreta de lo que para nosotros constituye un cambio social. En primer lugar, sabemos que una revolución será necesaria si queremos llegar al socialismo. Sobran ejemplos de intentos fallidos en los que se intentó llegar a ese objetivo por medio de la vía electoral. Estamos hablando de una revolución social en la que las masas tomen su destino en sus propias manos, no una “revolución política” en las superestructuras de poder en la que la mayoría de la gente son sólo espectadores o, en el mejor de los casos, partidarios pasivos.
Pero las revoluciones, a diferencia de los levantamientos de masas, no ocurren de manera espontánea. Cuando las masas se alzan sin una orientación o dirección política, el proceso revolucionario se desvía, coopta o es aplastado. En esas circunstancias, el rol dirigente está reservado al partido revolucionario, uno con militantes forjados que saben qué están haciendo. Un partido enraizado en los centros de trabajo, en los sindicatos, en las organizaciones combativas del movimiento estudiantil y del movimiento de mujeres a tal grado que puede tomarle el pulso a las masas y movilizar a los ejércitos de oprimidos en momentos de agitación, confusión y abierta confrontación—en otras palabras, un partido que pueda dar dirección en el momento clave.
La cuestión es cómo construir esta herramienta política, una organización revolucionaria que pueda jugar un rol decisivo en el momento adecuado. La realidad es que no hay una fórmula mágica. Por ahora, queremos construir una publicación que sea leída por toda la izquierda estadounidense, por cientos de miles. Poco a poco estamos logrando este objetivo. Conforme avanzamos, publicando más artículos, reuniendo colaboradores, simpatizantes y lectores, desarrollamos nuestras posiciones y programa; probamos nuestro entendimiento de las políticas actuales, aprendemos de los intercambios con otros en la izquierda, con nuestros redactores invitados, etc.
Consideramos el trabajo que hacemos para Left Voice como parte del andamiaje necesario para construir una organización revolucionaria. Eso es lo que nos guía.
Left Voice es parte de un medio internacional que produce contenido diario en 12 países y ocho idiomas. La Izquierda Diario es el nombre de la red en Argentina, Chile, México, y otros países hispanohablantes. En Francia, Révolution Permanente ha creado un espacio para sí mismo entre el activismo de izquierda del movimiento Nuit Débout y, más recientemente, los elementos más radicales de los Chalecos Amarillos.
Creamos la red Izquierda Diario en 2014 porque estamos convencidos de que la izquierda revolucionaria tiene algo importante que decir. Hoy, nuestro sitio en Argentina llega a tres millones de personas cada mes. En Brasil, tenemos dos millones de visitas mensuales, en Francia más de un millón. Recientemente en Chile llegamos a más de dos millones de visitas mensuales con nuestra cobertura de las movilizaciones masivas contra el gobierno de Sebastián Piñera. Contradiciendo la suposición de que las ideas revolucionarias son marginales hoy, creamos una red de noticias para llegar a millones entre la juventud y la clase obrera, diseminando nuestra política y ayudando a radicalizar a más gente. Asimismo, nuestra red es internacional porque somos parte de un proyecto político internacionalista. En todos los países fuera de Estados Unidos hay una organización política detrás de cada publicación, una que es miembro de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional.
Como Marx decía, “la clase obrera, para poder luchar, tiene que organizarse como clase en su propio país, ya que éste es la palestra inmediata de su lucha”. [2] Y después explicaba que, a pesar de eso, la lucha de la clase obrera es nacional sólo en su forma, pero no en su contenido. Esto significa que uno debe ser un socialista tanto en el terreno de los asuntos domésticos como en la política externa. En Estados Unidos, esto significa ser antiimperialista.
No podemos aspirar a liberar al proletariado estadounidense mientras su gobierno oprime a otros países. Por eso es que uno de los aspectos más problemáticos de la nueva “insurgencia democrática” es su nacionalismo. Los DSA, por su parte, han justificado de hecho este nacionalismo apoyando a Bernie Sanders y Alexandria Ocasio Cortez a pesar de sus deficiencias nacionalistas. Su razonamiento político se puede resumir de la siguiente manera: “si queremos ‘Medicare for All’ [seguro de salud para todos], tenemos que ignorar la política exterior de Sanders y Ocasio Cortez”.
Pero no podemos dejar de lado el hecho de que hace unos meses el gobierno estadounidense intentó llevar a cabo un golpe de estado en Venezuela y que ahora está forzando a México a mantener migrantes en su territorio a cualquier costo mientras construye campos de concentración dentro de sus propias fronteras. No podemos ignorar que la intervención de Estados Unidos en Puerto Rico perpetúa el sufrimiento del pueblo en la isla y asegura el mandato colonial estadounidense. Como decía Marx: “una nación que esclaviza a otras forja sus propias cadenas”.
Así que nosotros nos proponemos influir a jóvenes y trabajadores que están girando a la izquierda a que abracen una perspectiva antiimperialista. Es una tarea estratégica porque si los pueblos oprimidos por Estados Unidos quieren liberarse a sí mismos, deben tener un aliado fuerte en el corazón de la bestia. Esa es la razón por la cual, cuando la administración de Trump hizo su movida en Venezuela, publicamos numerosos artículos contra la intervención estadounidense y tampoco guardamos ninguna crítica hacia Sanders y Ocasio Cortez por no oponerse con fuerza al golpe y, por el contrario, apoyar la retórica de Trump de brindar “ayuda humanitaria”, la cual sólo era una maniobra para fortalecer la oposición de Juan Guaidó.
Otra característica de Left Voice, una que compartimos con todos los miembros de nuestra red de medios internacional, es la lucha por la independencia de clase. Creemos que la clase trabajadora y sus aliados —los pobres urbanos, los campesinos del Sur Global y los pueblos indígenas del mundo— tienen un enemigo común internacional en las instituciones que apuntalan al estado capitalista: los patrones y sus partidos políticos, la policía y las burocracias sindicales. Nosotros, la clase obrera, tenemos que tener nuestras propias organizaciones, nuestros propios periódicos, nuestro propio programa.
Por eso es que no votamos por demócratas ni republicanos, y en todos los países donde tenemos presencia electoral nos rehusamos a brindar cualquier apoyo a los partidos de la clase dominante.
En el movimiento obrero, luchamos por sindicalizar a nuevos sectores y por que los trabajadores se organicen democráticamente para que sus organizaciones sean herramientas para la lucha. La pelea contra la burocracia sindical es una pieza central en nuestra lucha por el poder de los trabajadores. En cada país del mundo la burocracia sindical está al servicio de algún partido capitalista y ayuda a controlar a la clase obrera a desalentar a sus elementos más radicales, sofocando cualquier disidencia como una policía dentro del movimiento obrero y maniatándolo hacia la representación política burguesa. Cuando las enfermeras de Nueva York tuvieron que confrontar a su dirección sindical para ganar mejores condiciones para ellas y sus pacientes, estuvimos ahí para amplificar su lucha. El lector podrá encontrar en nuestras páginas las voces de militantes de base luchando contra nuestros enemigos de clase, los patrones, y la burocracia sindical.
De igual forma, Left Voice está comprometida a luchar contra todas las formas de opresión. No podemos concentrarnos solamente en demandas económicas y posponer la lucha contra la opresión racial y de género hasta que llegue el socialismo —éstas no van a esfumarse automáticamente tras la toma del poder. Debemos luchar contra todo tipo de opresión aquí y ahora. Creemos que los socialistas tienen un papel que jugar en influir a la juventud y a la clase obrera con una perspectiva intransigentemente antirracista y antipatriarcal. Luchar contra la opresión fomenta la solidaridad de clase y fortalece la hegemonía obrera —es decir, la idea de que sólo la clase obrera puede dar una solución a todos los grandes males del capitalismo. La lucha contra la explotación y la opresión capitalista van de la mano.
Son estas las ideas que queremos expresar en Left Voice. Valoramos la teoría porque, como Lenin reconoce, “sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”, pero no somos una publicación compuesta solamente por intelectuales; somos militantes revolucionarios: obreros, estudiantes, migrantes, mujeres, miembros de la comunidad sexodiversa y gente de color. Queremos abrir nuestra publicación a más y más gente que quiera denunciar la barbarie del capitalismo y las instituciones del Estado capitalista, tales como la policía y su brutalidad, pelear contra la opresión de raza y género y defender una perspectiva antiimperialista.
La izquierda estadounidense se encuentra en un momento único: hay un renacimiento del socialismo, con cientos de miles de personas uniéndose al movimiento. La corriente dominante en él indudablemente es el reformismo y la izquierda revolucionaria ha llegado a su punto más bajo en la historia reciente. No hay el día de hoy una organización socialista revolucionaria en los Estados Unidos, sino solamente sectas pequeñas u organizaciones amplias, eclécticas que mezclan a comunistas, anarquistas, estalinistas y reformistas de izquierda. Este tipo de organizaciones no tiene futuro; cuando sea la hora de tomar decisiones importantes, sus miembros se darán cuenta de que no tienen tantos acuerdos como ellos pensaban y la organización se resquebrajará.
En ese mismo sentido, los DSA están tomando un paso muy claro en ser absorbidos por el Partido Demócrata. Esto no se ve muy favorable para la izquierda estadounidense. Pero vemos este fenómeno dialécticamente: el ascenso del reformismo traerá —luego de que la generación de socialistas jóvenes viva el fracaso del reformismo— un nuevo movimiento socialista revolucionario. Aún no sabemos cómo surgirá la izquierda revolucionaria, pero queremos ser parte de ella. Queremos debatir con los revolucionarios y socialistas que están girando a izquierda en cómo avanzar y queremos colaborar y ser parte de esa nueva izquierda revolucionaria que surgirá.
En ¿Qué Hacer?, Lenin plasmaba los principios guiadores para construir una organización revolucionaria que pudiera estar a la altura de los acontecimientos cuando el momento lo ameritara. En los preparativos para su segundo congreso, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso estaba en un estado de desorientación y atomización, dominado por lo que Lenin denominaba “métodos artesanales” (falta de preparación, economicismo, desdén por la teoría). Lenin planteaba que era necesaria la construcción de una organización de revolucionarios profesionales. Es muy revelador que su principal prescripción para los revolucionarios haya sido el crear una publicación para toda Rusia.
Él preveía que Iskra podía servir múltiples propósitos: podía dar cohesión entre múltiples regiones, ponerlas en la misma orientación, permitir que se compartieran perspectivas políticas y unificar la lucha contra el zarismo. Al mismo tiempo, podía jugar un papel en la educación política de los cuadros partidarios. Más importante, empero, Lenin veía al periódico como un organizador colectivo.
La prensa podía ayudar a organizar las actividades políticas, plantear prioridades y ayudar a quienes militaban en ella a estar al tanto de la situación política. Lenin hablaba de la prensa como el andamiaje que provee la estructura para la construcción de una organización política.
Es con este marco en mente que hablamos de Left Voice como un proyecto militante. En nuestra experiencia, una publicación puede abrir conversaciones significativas con colaboradores y llegar a acuerdos comunes, o, por el contrario, a darnos cuenta de que tenemos diferencias irreconciliables.
A través de este proceso es que nos acercamos al principal objetivo de Left Voice: construir una corriente de ideas, una plataforma en la cual revolucionarios de ideas afines puedan conectarse y discutir las cuestiones más importantes de nuestros días: cómo luchar contra el imperialismo estadounidense, cómo revolucionar nuestros sindicatos y quitárselos de las manos a la burocracia sindical, cómo luchar contra el racismo y el machismo en nuestras vidas, lugares de trabajo y escuelas, y cómo construir la herramienta política que pondrá fin al capitalismo.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en el número 5 de la revista impresa de Left Voice.
Traducción: Óscar Fernández |