Mucho se ha dicho en torno al proceso constituyente y respectivo plebiscito -el cual se ha comparado y que incluso analistas prevén que supere las dimensiones de lo que fue el plebiscito de 1988-, en donde detrás las diversas fuerzas políticas comienzan a alistarse y preparar sus motores cuando quedan ya 64 días para este proceso, mientras que la franja televisiva será transmitida diariamente en los canales de televisión a partir del 27 de marzo y hasta el 23 de abril, tres días antes del plebiscito.
Sin embargo, lejos de ahondar en materias de las que bastante se ha dicho, como la marginalidad de los grupos que van por el “rechazo” o incluso de su hipocresía con su “primera línea facha” que ha agredido a manifestantes, o incluso de los comandos desde la vieja exNueva Mayoría y sus puentes con el Frente Amplio, conglomerado que ha sido acogido bajo el amparo de este sector para llenar de ilusiones a la gran población hacia el proceso tramposo que ha pactado desde Piñera hasta Gabriel Boric.
Es frente a este proceso que muchos dicen hoy: “No tengo ninguna confianza con este proceso. No es más que una aspirina. Algo debe ocultar el Gobierno con esto. Nos quieren sacar de las calles”, inclinándose por un voto desesperanzado por la “convención constituyente”.
Sin embargo, y hago esta pregunta directamente a la lectora o lector que se encuentre leyendo estas líneas ¿ha pensado una tercera opción? ¿Si tenemos desconfianza de este proceso, no sería mejor hacer algo con eso, más que conformarnos con las opciones que nos han impuesto Sebastián Piñera, la UDI y sectores del Frente Amplio?
No olvidemos que uno de los planteamientos iniciales de la población fue la de una asamblea constituyente libre y soberana, y no esta lógica -y una serie de otras más- bajo las cuales la derecha de Sebastián Piñera ha anunciado su “proceso constituyente”, una fiesta que organizaron ellos mismos a su imagen y semejanza y nos están obligando a asistir, y bailar bajo la propia playlist que han hecho los empresarios nacionales como internacionales para mantener la herencia de la dictadura.
Pero, muy lejos de como piensan hacer desde el comando que se encuentra organizando el Partido Comunista, la situación no esta en sólo votar convención constituyente, sino que reducen la exigencia de una asamblea constituyente libre y soberana a escribir en la papeleta AC.
¿Si hay comandos por el rechazo, y hay comandos por el apruebo en este proceso, por qué no organizar un comando por una verdadera asamblea constituyente libre y soberana? Nos quieren hacer creer que no hay más que dos opciones, cuando desde nuestra propia organización, unidad, y fuerza que hemos demostrado en las calles podemos ir por mucho más.
Desde ya es sabido que la constitución heredada de Pinochet no va más, sin embargo, la única forma de acabar con las AFP, la privatización y el saqueo de las trasnacionales de nuestros recursos a bajo costo, es seguir movilizados. Pero no bajo cualquier movilización, sino que una que paralice el corazón productivo del país, mediante la alianza entre los distintos sectores de las y los trabajadores, en unidad con esa juventud sin miedo que resiste y hace frente a la represión del Gobierno.
Y es que no puede ser de otra forma. Si se rechaza en el plebiscito la nueva constitución, se mantiene la Constitución de Pinochet, si se aprueba, y es bajo Convención Mixta o Constituyente, se podrá cambiar el rostro del régimen, pero los pilares que impuso el pinochetismo con dictadura y balas se mantendrán intactos.
La derecha se prepara con la “primera línea facha”, comprando impunemente armamento bélico, y hablando hipócritamente de la violencia. Así mismo, desde el Gobierno inundan con más dólares a Carabineros para tener mayores herramientas para reprimir al pueblo.
Por ello, la única manera de conseguir lo que hemos exigido durante estos cuatro meses es fortalecer nuestra acción y unidad, a través de una paralización nacional de los sectores productivos, organizada desde las bases, convocada por las centrales sindicales, como la CUT, el Colegio de Profesores, la Mesa de Unidad Social, o incluso los organismos estudiantiles, como la ACES, la Confech o la Cones, con una unidad que ponga a la clase trabajadora y a la juventud en primera línea, así como organizar comandos desde los trabajados, los lugares de estudio, los barrios, por una asamblea constituyente verdaderamente soberana y libre.
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