El Partido Comunista de España (PCE) ha entrado, ni más ni menos, al gobierno monárquico e imperialista liderado por el PSOE. Lo hace con Alberto Garzón como ministro de Consumo y Yolanda Díaz como ministra de Trabajo. Un hecho que ha abierto un debate entre buena parte de las y los jovenes comunistas que aspiran a una sociedad liberada de la esclavitud asalariada y la opresión estatal, pero que comienzan a ver frustradas sus expectativas. Sobre todo cuando esta misma semana Alberto Garzón ha dejado claro que ni siquiera puede enfrentarse a las grandes empresas de las casas de apuestas y Yolanda Díaz ha fracasado en impedir que el despido por enfermedad siga siendo libre.
La sumisión a la monarquía y la reivindicación a ultranza de la Constitución del 78 que hemos visto por parte de Unidas Podemos es ya el “pan de cada día”. No debemos perder de vista que el nuevo gobierno está liderado por el PSOE, el partido que más ha gobernado en la democracia del 78, uno de los “padres fundadores”, junto al PCE de Carrillo que hoy Garzón reivindica, del régimen del 78 y defensor como ninguno de los intereses imperialistas y capitalistas del IBEX35 35.
Justamente, el marxismo revolucionario y los partidos comunistas se forjaron en la lucha incansable contra el ala derecha de la socialdemocracia, es decir los Bernstein y los Kautsky. Lucharon contra la idea utópica de que se podía luchar contra el Estado de los capitalistas ingresando en los mismos ministerios burgueses, y de esa forma ir ampliando los “espacios democráticos” de dicho Estado avanzando pacíficamente hacia el socialismo. Grandes revolucionarios como Rosa Luxemburg o Lenin lucharon contra esta lógica.
Rosa Luxemburgo advertía que “con la entrada de un socialista en el gobierno, la dominación de clase continúa existiendo, el gobierno burgués no se transforma en un gobierno socialista, pero en cambio un socialista se transforma en un ministro burgués”. O Lenin en 1919 recordaba que “cualquiera sea la forma con que se encubra una república, por democrática que sea, si es una república burguesa (…) entonces ese Estado es una máquina para que unos repriman a otros. Y debemos poner esta máquina en manos de la clase que habrá de derrocar el poder del capital.”
La práctica del PCE, ya desde su otra experiencia gubernamental con el Frente Popular de 1936, renunció a estos principios elementales del análisis marxista de la Estado capitalista y de la estrategia revolucionaria. ¿Alguien puede imaginarse a Lenin o Rosa Luxemburgo entrar como ministros del gobierno del PSOE? Imposible.
Para el PCE y sus juventudes (UJCE) es posible “dar pasos hacia el socialismo” pactando con la monarquía y el ala “progresista” del capitalismo español. Según afirman en un reciente informe político (https://www.pce.es/informes-politicos/), “el principal valor” del gobierno de coalición es hacer más difícil “a las fuerzas del capital” consolidar un nuevo régimen “más antisocial y autoritario que el del 78”. Y para ello, la “gran estratagema” es aliarse con el partido “progre” de la gran patronal, los mismos que han aplicado todos los contraataques neoliberales contra clase obrera, privatizaciones y la forzosa reconversión industrial, la entrada en la OTAN, las reformas laborales, generalización de las ETT y la precariedad laboral y el escandaloso caso de los GAL.
Para el PCE pactando con el social-liberalismo, aceptando su programa neoliberal, su régimen político e integrándose en sus instituciones se va a parar la deriva “antisocial y autoritaria” del régimen y se conseguiría frenar a las derechas. Eso sí abriendo las puertas a una regresión en clave social-liberal como las que ya enseñaron González o Zapatero el PSOE son expertos.
Experiencias recientes de gobiernos con consejeros “comunistas”
Lo cierto es en estos 42 años de democracia del 78, IU y el PCE han ensayado diversos intentos para acceder a cualquier tipo de gobierno o acuerdo institucional. Las experiencias en multitud de ayuntamientos y comunidades autónomas, tanto en la etapa inicial de la democracia como muy especialmente a partir de 1999, deberían ser prueba suficiente de que más bien la “táctica” ministeralista y de gestión de cargos en los gobiernos capitalistas siempre va a favor del mantenimiento del régimen político y no de su ruptura, y de lo esencial de las políticas neoliberales con rostro “progre”.
El nivel de oportunismo político ha sido tal, que no sólo son se ha formado cogobierno o dado el apoyo a investir gobiernos del PSOE en multitud de ayuntamientos y comunidades autónomas, incluso también en pequeñas alcaldías han llegado a pactos con el PP.
Algunos casos significativos de estos antecedentes son difíciles de olvidar. Como el del “Tripartit” catalán junto al PSC y ERC, recién entrado el siglo XXI. Allí vimos al “camarada” Joan Saura —de la coalición Esquerra Unida y Alternativa- Iniciativa per Catalunya Verds, impulsada entre otros por el PSUC-Viu y el Partido Comunista de Cataluña— al frente de la Conbselleria de Interior ordenando el desalojo en marzo de 2009 de los estudiantes anti-Bolonia que estaban encerrados en el Rectorado de la UB. O, más recientemente, las experiencias de gobierno de coalición de IU con el PSOE en la Junta de Andalucía, sosteniendo y avalando así al partido del escándalo de los EREs y del ajuste al funcionariado público. Una corrupción que afectó incluso directamente a IU en Madrid, sin necesidad de gobernar, con el caso Bankia y la malversación de fondos públicos con cuatro consejeros de IU implicados.
Y rebajando expectativas... ¿Se puede desde el gobierno con el PSOE avanzar en medidas sociales?
La UJCE, en un comunicado público, dicen que apoyará al nuevo Gobierno en todas medidas “mínimamente” progresivas que reviertan los últimos 10 años de ataques neoliberales. Gracias a los “camaradas” ministros podrán aplicar el programa pactado con el PSOE, a cambio de “olvidarse” de los otros 32 años de ataques antiobreros de los gobiernos del PP, pero también del “progresista” PSOE.
Como ellos mismos reconocen en el mismo informe político “sin ser ilusos y creer que se va a derogar el art. 135 de la Constitución, y sabiendo que el programa negociado para el gobierno de coalición no va a ser nuestro programa electoral, vamos a trabajar por derogar todo lo posible las últimas reformas laborales que restringían la acción sindical y limitaban seriamente los derechos laborales, así como para derogar artículos de la Ley Mordaza y del Código Penal que implantaban un sistema autoritario que limita la capacidad de lucha de la clase trabajadora”.
Pero incluso estos objetivos limitados se rebajan día a día. Y no lo hace Pablo Iglesias o Pedro Sánchez, su propia “camarada” ministra de Trabajo, ya adelanto que derogar por completo la reforma laboral del PP -la de Zapatero está fuera de discusión que permanecerá- sería “irresponsable”.
¿Hasta dónde llegará el nivel de concesión, sin lucha de clases mediante, en un contexto tendiente a la vuelta de la recesión económica? Todo lo que la patronal y el PSOE estén de acuerdo. Es posible que el gobierno trate de hacer algún gesto como la ridícula subida de 50 euros del SMI.
Los “camaradas” ministros y sus agendas quedarán subordinadas a las tesis neoliberales de Nadia Calviño y compañía aceptadas en lo hecho ahora por el PCE, ya que como reconocen las decisiones del conjunto del gobierno “nos afectará a nuestra tarea de gobierno las decisiones que se adopten en esos departamentos” como son Exteriores, Justicia...o Economía.
Así pues hasta las políticas que hasta hace poco aún eran parte de la tradición de IU y el PCE han quedado abandonadas. Por ejemplo, nada se dice ya de los 550 soldados españoles que son parte de la misma misión de la OTAN en Iraq, a pesar de que el parlamento de este país exigió recientemente su retirada. Algo tan elemental hace solo unos años, como sería la exigencia de la salida de las tropas españolas de Iraq -que hasta Zapatero tuvo que conceder ante el masivo movimiento contra la guerra de 2003- y en todos los países donde se tiene presencia, se ha convertido en una renuncia más de la larga lista de la nueva y la vieja izquierda reformista. El cierre de la base de Rota – contra la que desde 1985 la izquierda andaluza se moviliza anualmente – o el No a la OTAN son parte también de esta lista.
En definitiva, el gobierno “progresista” garantizará la aplicación del artículo 135 de la Constitución que subordina el gasto social a garantizar el pago de una deuda que no hemos generado los trabajadores y cumplir las órdenes de la UE; la permanencia de buena parte del legado de las reformas laborales y de pensiones, la ley mordaza, el Plan Bolonia y todos los recortes sociales y educativos; la no separación de la Iglesia y el Estado; el mantenimiento incuestionable de la monarquía; la negación del derecho a la autodeterminación; los candados que impiden cualquier apertura de procesos constituyentes para decidirlo todo... y un largo etcétera que convierten al actual programa neoliberal del gobierno de coalición en un texto que cumple a la perfección de las expectativas del IBEX 35.
Los “camaradas” ministros se contentarán con intentar “desmontar, aunque sólo sea en parte, algunas de las reformas neoliberales aprobadas entre 2010 y 2015”, aunque el programa de gobierno se lo impide, y la patronal, el PSOE, la Judicatura, el Rey, la UE y el conjunto de instituciones, estarán ahí para recordárselo. ¿Y cómo se preparan para enfrentar a estas instituciones? De ninguna manera.
¿Presionar o luchar contra el gobierno?
La UJCE nos habla de que tienen “un solo camino”: construir “poder popular” con “el objetivo prioritario es tumbar el Régimen del 78, con la Monarquía a la cabeza, a través de un Proceso Constituyente que se impulse en la organización y movilización de las clases populares”. Ahora bien, no dicen nada al respecto de cómo supuestamente se construye ese “poder popular” siendo parte de un gobierno que a todas luces aspira justamente a restaurar el régimen en crisis.
Ciertamente no parece que sea apostando por la movilización, porque la retórica de “un pie en las instituciones, mil en las calles”, en la práctica concreta se muestra bien distinta, como se ha visto en la huelga general en Euskal Herria de este 30E. La UJCE formó parte de la política de Unidas Podemos que, ahora en el gobierno, no apoyó la huelga —sólo hay que mirar sus redes sociales para observar el absoluto vacío y boicot que hicieron a la convocatoria—.
Y se está viendo del mismo modo con la organización del 8M este 2020, donde no están apostando este año por una convocatoria de huelga general feminista y combativa, tal y como están denunciando las compañeras de Pan y Rosas.
IU y el PCE están pues preparando todo lo contrario a ese “poder popular”, más bien refuerzan lacorrelación fuerzas a favor de la burocracia sindical, la patronal y el régimen político. Algo que tampoco es nuevo, las UJCE deberían explicar por qué no dicen ni una palabra de que las burocracias sindicales de CCOO (de las que forman parte) y UGT que llevan años sin convocar una huelga general desde 2012, a pesar de los efectos demoledores de las últimas reformas laborales.
La huelga del 30E debería ser un ejemplo a extenderse. Pero esta movilización no va a desarrollarse desde el gobierno, sino contra él, con una política independiente y combativa, como la lucha de la clase trabajadora de Francia. Podríamos tener a cualquier presidente contra las cuerdas, como tienen a Macron, pero en cambio organizaciones como las UJCE prefieren seguir sosteniendo a Pedro Sánchez ¿Es que aún no conocen qué es el PSOE?
Además, la movilización no es un simple “medio de presión”, es el proceso en el que surgen espacios donde pueden confluir las distintas demandas sociales y construir realmente alternativas.
Como vemos en Francia con los “chalecos amarillos” o con la huelga general contra la reforma de las pensiones, la sociedad entera se politiza y comienza un cuestionamiento de conjunto a las lógicas capitalistas.
La huelga debe servir para poner en movimiento a los sectores más combativos y estratégicos de la clase obrera para luchar e imponer todas las demandas y preparar la lucha contra el gobierno de coalición, cuyo objetivo es recomponer la crisis del régimen el 78 en clave “social liberal” frente al bloque de la derecha y la extrema derecha que pretende hacerlo en clave “conservadora liberal”. La lucha en las calles, la movilización en contra de las medidas neoliberales y de su gobierno “progresista” es el mejor antídoto para disputarle las calles a las derechas.
El “estimable” servicio del PCE y sus juventudes a esta democracia para ricos comandada por Felipe VI va camino de ser intachable. A estas alturas, las derechas no deberían asustarse porque tengan tal o cual ministerio, en multitud de países los PC ha ido integrando a los Estados capitalistas. Que más hubiera querido Santiago Carrillo tener ministros o cargos en el Estado, Garzón se ha convertido en el mejor discípulo del carrillismo eurocomunista.
Ni la Transición fue un producto inevitable, ni a la restauración reaccionaria del Régimen del 78 solo cabe oponerle su supervivencia senil o una regeneración democrática superficial como la que propone Unidas Podemos. La correlación de fuerzas para lograr una salida en favor de la clase trabajadora y los sectores populares, que resuelva íntegramente también todas las demandas democráticas, está por construirse. Los que tenemos como objetivo político el comunismo defendemos una perspectiva anticapitalista de clase y revolucionaria, tenemos por delante el reto de poner en pie una izquierda que se lo proponga. |