La cifra de desempleo alcanza un 7.4% siendo las más alta desde el 2011 también bajo la dirección del Estado a manos de Sebastián Piñera. La información la entregó en conferencia de prensa Sandra Quijada, directora del INE:
“Tenemos que el total de ocupados aumenta 2.1% incidido, principalmente, por profesionales científicos, técnicos, comercio y las actividades de salud (…) la tasa de desocupación migrante para este trimestre es de 6.7% y para nacionales 7.4%”
Probablemente los expertos en materia económica y asesores del gobierno, nos hablarán de pronósticos más o menos pesimistas, de cómo esto es culpa del estallido social, y el gobierno de Sebastián Piñera accionará un paquete de medidas que incluyen programas de empleo y capacitaciones y quién sabe si bonos. Pero no hablarán de que el año 2019 las cifras de desempleo no pararon de subir producto de los despidos y los cierres de varias fábricas. Ni tampoco que es un síntoma de un modelo depredador: el capitalismo.
El estado y los grupos empresariales son los principales beneficiarios con los altos indices de desempleo, ya que al ser dueños de los medios de producción y al tener a su favor una serie de leyes, definen las jornadas laborales, las condiciones laborales y los sueldos para así mantener, aumentar y optimizar la producción y con ello cuidar sus ganancias. Por ende, no estará en sus intenciones dar una solución real al problema del desempleo, las condiciones del mercado laboral y la calidad de vida de la y los trabajadores. ¿Por qué? Porque eso implicaría que ellos y ellas cedan privilegios y sus ganancias, y si eso ocurre las lógicas capitalistas que sustentan la economía chilena se verían debilitadas.
El desempleo les sirve al punto de hacernos creer que los necesitamos para poder vivir y así naturalizamos un modelo que solo privilegia a 10 familias y sus seguidores. Para ellas y ellos las ganancias valen más que la vida de las y los trabajadores.
Si a esta realidad le sumamos un sistema de pensiones que obliga a millones de personas a vivir una vejez de carestías ya no tenemos nada más que perder. Por eso debemos enfrentarlos y no conformarnos con las mínimas concesiones que nos dan.
Reorganizar la jornada laboral equitativamente para que ocupados y desocupados puedan acceder a un trabajo, con jornadas que no sobrepasen las 6 horas en 5 días a la semana, con sueldos mínimos no inferiores a una canasta familiar básica, podría descomprimir el problema del desempleo, pero los empresarios no entregarán ninguna concesión porque, además de significar una disminución de su riqueza y privilegios, implicaría una pérdida de poder y en un contexto de lucha social la correlación de fuerzas es determinante.
Chile despertó y eso implica que su población quiere romper con esta cadena de poder económico y político que ha gobernado a Chile históricamente y que solo beneficia a un grupo de familias mientras la mayoría vive en condiciones precarias y endeudadas. Pero no podemos esperar a que por buena voluntad los empresarios otorguen concesiones o cedan en sus privilegios, nunca lo han hecho en la historia de la humanidad, es por esto que debemos avanzar en la unidad de la clase trabajadora, juventud, mujeres, diversidad sexual y pueblos originarios que construyan un plan de lucha con paros efectivos para alcanzar una huelga general que nos permita imponer nuestros términos y poner fin a las herencias de la dictadura. |