En las redes, daban la vuelta al mundo las imágenes de la policía griega, a las órdenes de la UE atacando a cuatrocientos refugiados que hoy han llegado a Lesbos en embarcaciones precarias. También han actuado con impunidad y violencia bandas fascistas contra los refugiados que llegaban. Incluso se ha incendiado un centro del ACNUR en la isla. Los periodistas que cubrían la llegada fueron amenazados en caso de cubrir las agresiones fascistas.
La represión se ha cobrado la vida de un inmigrante sirio que trataba de cruzar de Turquía a Grecia, el cual ha muerto tras las heridas ocasionadas por las fuerzas de seguridad griegas que intervinieron para evitar el paso de migrantes reunidos en la frontera.
Son miles las personas refugiadas que se encuentran hacinadas en campos de las islas griegas, en unas condiciones del todo infrahumanas. Mientras el gobierno conservador griego de Nueva Democracia refuerza su política antimigratoria con una reforma de la ley que ha servido para que se rechacen muchas más peticiones de asilo que antes, al mismo tiempo que anuncia deportaciones masivas.
La forma en que la UE “resolvió” la oleada inmigratoria incluyó un acuerdo con Erdogan para evitar que los refugiados pasen por el territorio turco para llegar a territorio de la UE. Sintéticamente la UE pagó 6.000 millones de euros para que Turquía se quede con los refugiados que Europa no quiere recibir. Además, la flota de Frontex se desplazó en la zona marítima que separa Turquía de Grecia para impedir que el éxodo pueda llegar a la “civilizada” Europa.
Turquía lanzó este domingo la “Operación Escudo de Primavera” en Siria en respuesta a los ataques del gobierno de Al Assad. Se teme que las tensiones arrastren a Rusia y Turquía a enfrentamientos militares de mayor envergadura. La batalla por Idlib se ha vuelto un punto de inflexión en la guerra siria y ha desplazado a más de un millón de personas.
Hasta el momento la guerra siria ha devastado ciudades enteras, 13 millones de personas fueron desplazadas y más de medio millón ha perdido la vida. También las políticas racista europeas se han cobrado de la vida de uno de cada siete inmigrantes que intentan cruzar el mar. Y la Europa fortaleza, cada vez más fortaleza, sigue blindando sus fronteras a base de leyes racistas al servicio del capital. |