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La Izquierda Diario
31 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Compañia del Gas
El reloj de la Compañia del Gas
Ricardo Curcho | Trabajador de Montevideo Gas

¿Quién no ha advertido la alta torre que se levanta al sur de la calle Florida, en la rinconada que forma en ese lugar, la rambla de Montevideo? Esta, está enmarcada sobre un importante edificio de estilo neoclásico, construido en 1867. Y bajo ese conjunto, se despliegan también, las hoy ruinosas instalaciones de la Usina del Gas, y sus Carboneras.

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Edificio de la Usina 1920 Archivo de la Compañía del Gas

¡Este reloj, ha mirado desde entonces a la ciudad; acompasado el paso del tiempo, que él mismo registró. Y que por más de un siglo, dio el pie al llamado del silbato de vapor; para el comienzo y fin de las jornadas laborales, a centenares de obreros, que con su abnegado compromiso y laboriosidad; aportaron a esta ciudad, el fruto de su función de trabajadores gasistas.

Antecedentes

Asegura la leyenda que, Galileo Galilei en su juventud (1564-1642) viendo oscilar una lámpara suspendida en la catedral de Pisa, midió con su pulso el período que esta generaba en su oscilación al balancearse. Descubriendo una de sus leyes fundamentales: “un péndulo tarda siempre el mismo tiempo en recorrer un arco, aunque éste no tenga la misma amplitud”; (es la ley llamada del isocronismo).

Galileo concibió la idea del reloj de péndulo en 1637. No pudo concretarla debido a la disminución creciente de su visión, por la cual terminó ciego. Su hijo inició la construcción del mismo, en 1649, pero nunca lo terminó.

Las teorías elaboradas por Galileo, predecían las cualidades de tal oscilador como un estable y preciso medidor de tiempo que se confirma siempre que el ángulo se mantenga pequeño.

Retoma esta idea el holandés Christian Huygens (1629-1695) generando un prototipo en 1656, patentado el reloj de péndulo al año siguiente.

Tal aplicación, motivó la invención más tarde del escape de áncora alrededor de 1670, Estos sistemas perfeccionándose a través de los años fueron conformando toda una industria de la relojería, aplicada a la construcción de grandes máquinas, de gran fiabilidad y precisión.


Ubicación

A principios de 1860, la Junta Económico Administrativa de Montevideo definió como única materia prima para la elaboración del Gas el carbón mineral, y dispuso que las instalaciones de la usina productora debían instalarse en la última manzana de la calle Florida, sobre la costa sur. Ante esta costosa alternativa, los hermanos Ísola, que eran por entonces los dueños y que ya enfrentaban una situación deficitaria, cedieron la concesión y las instalaciones a otros interesados, (Diego Bell y Federico Nin Reyes) que con el aporte de un nuevo capital, prometían dar un incentivo a la Empresa de Iluminación y su traslado a la ubicación exigida. Pero estos, tampoco pudieron cumplir con las exigencias, y poco después, la cedieron al Barón de Mauá, que con capitales británicos llevó a cabo el traslado, generando además un nuevo impulso al desarrollo de la empresa, extendiendo a otras zonas más apartadas la distribución de las cañerías y el correspondiente sistema de alumbrado.

Para fines 1867 el edificio principal de la usina estaba terminado. Se utilizó como forma constructiva, un sistema de muros portantes de piedra y ladrillo, pudiendo ser categorizado su aspecto y terminación, como de estilo ecléctico, el cual fue coronado con la torre y el reloj.

Desde entonces los cuadrantes de las tres esferas del reloj miran a la costa montevideana, brindando su cometido al observador, (y por lo tanto, la cara que da al mar no tiene esfera), dando de esta forma su mirada y su aporte a la ciudad. El nuevo servicio esta vez, a carbón mineral, se ponía en marcha y el Reloj comenzaba a contar sus primeras horas.

Sobre la fachada principal del edificio (en la cara que da al oeste), se lee: “1853 –1867”, (comprendiendo el período de existencia la Empresa hasta ese momento), y la leyenda “EX FUMO DARE LUCEM” (Del humo sale la luz), en alusión clara al proceso de manufactura de la materia prima para obtener el gas; y que como combustible resultante, se transformaría en luz. Esta misma leyenda, fue inscripta en el frontón del edificio de la calle de 25 de Mayo y Juncal, pero esta vez, con la fecha 1853-1910. (Año este último, en que se inauguró el principal edificio de Administración de la Empresa)

Todo el complejo, las instalaciones, y gran parte de la ciudad, eran dominadas desde la altura de la torre; pues, esta tenía una suerte de balconada en todo su perímetro, a manera de mirador, que también sirvió para el mantenimiento exterior de las esferas.

La Máquina

El reloj fue manufacturado en Inglaterra por la empresa J.W. Benson Ludgate Hill London. Esta empresa familiar de relojeros fue fundada bajo el nombre SS & JW Benson en 1847 y dividida en dos fábricas en 1855. Establecidas en Londres, estas se encontraban en distintas localidades, una en Cornhill dirigida por Samuel Sukley Benson y la otra en Ludgate Hill, dirigida por James William Benson. De esta última proviene nuestro reloj; como lo detalla la inscripción que está sobre un extremo de la bancada del mismo. (J.W. BENSON LUDGATE HILL LONDON)

Cabe agregar que ‘JW Benson’. fue el relojero oficial para los más importantes destinos de Europa y el mundo habiendo llevado a cabo desde el comienzo una serie de encargos especiales para la reina Victoria y el Príncipe de Gales).

En el otro extremo de la bancada de la máquina puede leerse: CLOCK MAKER TO H.R.H THE PRINCE OF WALES. (Reloj construido a su Real Excelencia el príncipe de Gales).

“Esto denota la importancia que atribuía Inglaterra a los negocios en sus filiales”.

Máquina del reloj

Características

Estas máquinas constaban de un sistema de pesas instaladas en unos platos receptores que estaban al final de unas largas lingas de acero, las cuales eran recogidas en unos tambores, (cuando se daba cuerda) acumulando una potencial energía, que asociada al peso y a la gravedad, contribuían con su desplazamiento a la generación de la fuerza de rotación que imprimía la “rueda motor” al tren de engranajes de marcha y de sonería. Esto provocaba el continuo bateo del péndulo, que con su escape regulado, a través del áncora y la rueda de escape, imprimía impulsos sincronizados y precisos, activando el movimiento de coronas y piñones, para avanzar una cantidad fija en cada oscilación e imprimiendo la marcha del estabilizador o venterol girando al toque de las campanas.

Las tres campanas de las que dispone, están fabricadas con aleaciones de cobre, níquel, zinc y estaño. Sobre el curtido bronce de las mismas, (en su borde superior), está inscripta la fecha de su fundición, 1858 y el nombre de su autor, Robert Stambar, London; lo cual, pude leerse claramente, a pesar el paso de más de un siglo y medio sometidas a los embates de la intemperie. El conjunto del campanario, proyectaba tres sonidos con distinta intensidad y timbre. La función de las tres campanas consistía en la campana mayor, para las horas, la media, para las medias horas, y la menor, para los cuartos.

El Reloj habría dejado de funcionar regularmente a mediados de los años ’70. La Empresa ya tenía serios problemas con la adquisición de la materia prima (carbón mineral) para la manufactura del Gas. Inglaterra había dejado de producirlo y en el mercado internacional se cotizaba a muy elevado precio, no siendo rentable por su costo y su baja calidad.

Torre del reloj y campanas

Una Nueva Etapa

Las condiciones eran adversas, para los objetivos mercantilistas de la compañía inglesa. Esta, comunica al Estado que tiene el objetivo formal de abandonar las instalaciones y el servicio público. Y para el 31 de diciembre de 1970, se retira, y deja en manos del gobierno todos los inmuebles, instalaciones de la fábrica de Gas, tendido de red en existencia y todo el capital humano que era imprescindible para mantener la industria en función.

Transición
Enero 1971

Para asegurar la continuidad de la explotación, durante el período de transición; se genera en primer lugar una Comisión Administradora, la cual fue integrada en un comienzo por los mismos trabajadores uruguayos- que cumplieron funciones de dirección- y un pequeño número de directores ingleses que se quedaron mientras duró el breve período de traspaso.

Seguidamente el Poder Ejecutivo afirma que “ se asegurará la continuidad del servicio de gas por cañería y los cometidos que realiza el Dique Seco por intermedio de una Comisión Interventora, que tendrá personería jurídica”.

Esta Comisión fue integrada por tres miembros designados por el Poder Ejecutivo, uno de ellos a partir de una terna presentada por los trabajadores.

Pero a pesar de que esta ya estaba en funciones- a dos meses de la retirada inglesa-; recién vino a consolidarse con la promulgación de la Ley de Expropiación 14.142 el 20 de junio de 1973. (Cabe resaltar que fue de las últimas leyes votadas por el Parlamento, una semana antes de su disolución por la Dictadura).

El Gobierno consigna entonces: “Se declara de utilidad pública la expropiación por el Estado, de la Compañía del Gas y Dique Seco de Montevideo Limitada”.

Tras la regulación de las funciones; la situación con la materia prima seguía siendo difícil y deficitaria. Se sugiere entonces como solución, la posibilidad de reconvertir el proceso de manufactura, e instalar una nueva Planta generadora de gas, a partir de derivados de petróleo.

Una Nueva Planta

Vista de la nueva planta

El mantenimiento que requería la antigua usina después de la situación de abandono en que había quedado, exigía grandes inversiones. (Esta sólo se pudo mantener en función gracias a la labor responsable de los trabajadores).

Llegó entonces una comisión técnica de ingenieros, conformada para estimar posibilidades. Esta aconsejó, que la instalación de una nueva planta generadora de gas mediante el cracking de nafta liviana, era la mejor alternativa tomando en cuenta que la materia prima sería un producto excedentario de ANCAP, (en el proceso de refinamiento y destilación del petróleo). Se evaluaron costos, y se proyectó que estos rondarían en los 2 millones de dólares (incluyendo el transporte de los equipos de Francia, más la instalación y puesta en marcha), “argumentándose que esta suma era equivalente a la que se gastaba con la importación del carbón”.

Planteada la alternativa ante el Poder Ejecutivo, este le da el visto bueno.

Se toma al fin esta determinación, y se adjudica tras Licitación, a la empresa Le Gaz Integral de Francia, en junio de 1974. La generación de gas a partir del carbón mineral utilizada a partir de principios de 1860, va a llegar a su fin.

El 18 de noviembre de 1975, por resolución gubernamental se declara Monumento Histórico Nacional, a la usina, edificios e instalaciones donde resaltan como fundamentales: el edificio principal, la torre y el reloj.

Para setiembre de 1977 queda instalada la Planta Nueva.

Cuentan los memoriosos que en el transcurso de esos últimos siete años la plantilla del personal afectado a las tareas de la manufactura del gas en la usina se fue reconvirtiendo. Pasando a cumplir funciones en la nueva Planta según sus calificaciones: tareas administrativas, operadores, mecánicos, torneros, herreros, electricistas, soldadores, en el área de mantenimiento, etc.

Mientras unos se jubilaban o solicitaban el retiro o pasaban a ANCAP, ingresaba nuevo personal para cumplir funciones específicas.

Esto sucedió con la instalación de la nueva Planta.

Lázaro

¿Quién levantará sus pesas, soltará su péndulo, y lo pondrá en marcha?
Era el año 1977 y el reloj había permanecido detenido casi permanentemente los últimos años.

El personal que se encargaba de su mantenimiento, hacía ya mucho que se había retirado de la empresa. Pero con el personal designado a Dirección de Obra, para el armado y puesta en marcha de la Planta; llega alguien con grandes inquietudes y anhelos:

Crónica De un ex funcionario

Los esfuerzos por reflotar el reloj de la Cía. del Gas sólo conocieron éxitos efímeros. Yo entré en 1977, trabajé en la planta de carbón hasta que ésta cerró en diciembre de ese año, y desde mediados del ’77 trabajé en paralelo junto a la Dirección de Obra de la futura Planta Nueva.

”Nombrado por la Compañía como técnico responsable de la obra, fue el Ingeniero Manuel Elbio Lúgaro Bortagaray —hombre excepcional en todos los órdenes”.
“El Ingeniero Lúgaro sólo disponía de escaso tiempo libre, dadas las enormes responsabilidades de su función; pero en una parte de ese tiempo disponible se ocupaba, por iniciativa propia, de reflotar el reloj de la torre. Creo recordar que primeramente hizo consultas con los relojeros especializados en ese tipo de máquinas, inusuales por su tamaño; pero por ese lado no se avanzó mucho: la obra era compleja y faltaban piezas”.

“Ahí fue cuando el Ingeniero Lúgaro empezó la etapa heroica: ¿faltaban piezas? ¡Que se confeccionen, pues! Y así fue como empezó a encargar las piezas necesarias al Dique Mauá (que por entonces, y hasta 1979, todavía formaba parte de la Empresa). (Donde él mismo se encargaba de proveer al Dique (Al área de matricera y tornería), de los croquis y las instrucciones necesarias para la confección de las requeridas piezas). Estos intentos se llevaron a cabo entre 1977 y 1978. Algún progreso se logró, pero fue efímero”.

“Otro trabajador notable que intervino después en el intento de poner en marcha el reloj, fue Roberto Laurens que entonces era encargado del área de Mantenimiento de Planta, tornería y mecánica. Uno de esos personajes con gran conocimiento el cual daba magisterio con su relato. Pero los resultados obtenidos fueron parecidos a los del intento del Ing. Lúgaro: esperanzadores, pero breves”.

“El problema con que se enfrentaron tanto Laurens como Lúgaro fue el hecho de tener que trabajar en los escasísimos ratos libres de que disponían. Al Ing. Lúgaro alguna vez le tocó recibir un "rezongo" de la Interventora por el tiempo que le dedicaba al reloj de la torre (rezongo respetuoso y hasta amistoso, pero rezongo al fin). Y no era para menos. En 1977, la Planta Vieja apenas podía mantener el suministro a Montevideo, y la terminación de la Planta Nueva, su puesta en marcha y su aceptación oficial debió hacerse a contrarreloj. No estaba la cosa como para romanticismos históricos. Lo de Laurens fue parecido: muchas y complejas tareas, muy poco personal durante mucho tiempo, y... siempre el deber de mantener la Planta funcionando y los gasómetros llenos”.

"Conclusión: hace 40 años, todavía quedaban quienes amaban las cosas del pasado, y eran capaces de desafiar cualquier dificultad para recrearlo, sin pedir nada a cambio más que la satisfacción moral del heroísmo de realizarlo. En nuestro siglo, eso ya no existe. "

Ultimo Intento

Más tarde, es decir, diez años después, en 1987. La Comisión Interventora, tuvo la iniciativa de poner en marcha el reloj. Y consultó quién de la empresa podía hacerse cargo de esta tarea.

Por entonces era de acuerdo que el personal que entrara en el sector Medidores, proviniera preferentemente de UTU, y de la rama de relojería o mecánica. (Para que tuvieran una idea previa en la reparación, del tren de engranajes del que se componía, el integrador de registro) (reloj indicador de M3). Fueron designados en primer lugar, dos compañeros: uno oficial de Medidores, y otro administrativo (que había tenido un previo pasaje por el Taller): ambos relojeros. (Rubén Romano y Juan Doldán) Y poco después nos sumamos nosotros, que cumplíamos funciones como oficial también, en el Taller de reparaciones de Medidores.

Se realizaron las tareas de limpieza, ajuste y puesta a punto; sincronización de áncora y cambio de los cordones de acero que levantaban los martillos de las campanas. Pero faltaban piezas: era necesario reponer la rueda de sonería (llamada rueda caracol). Pudimos entonces obtener de un viejo reloj de carillón un ejemplar de esta pieza; aunque de muy pequeñas dimensiones. Pero servía como modelo. Fue allí, que me aboque a la tarea de definir la técnica de su trazado, sus ángulos, su estructura, su función. Y tracé, y realicé a la escala requerida, el gran engranaje que nos hacía falta.

El Reloj funcionó, y las campanas cantaron las horas. Cada dos días había que ir a cargar la cuerda, a hacerle algún retoque, para que siguiera funcionando. Y sucedió lo de siempre, no había interés de nuestros superiores inmediatos, en que destináramos tiempo en esta tarea. Había muchos medidores para reparar y una producción que cumplir.

El Reloj una vez más volvía a detenerse.

Final

Desde su emplazamiento fue transformarse en un ícono de referencia sobre la rambla sur, mientras su noble máquina, por más de 100 años se mantuvo en funcionamiento.
Entre tanto, bajo su alta égida fungió el referente de generaciones de obreros, que siendo estos testigos y parte de un pasado industrial, contribuyeron en este largo período con su desempeño y laboriosidad, a la conformación de la Industria del Gas, acompasado con su labor, la proyección y el crecimiento de un servicio, que ha venido desde el comienzo, proporcionando a la ciudad un suministro de energía limpio y de calidad.

A pesar de ser Declarado Monumento Histórico, el viejo edificio y el significativo reloj, luego de la reconversión al gas natural, se abandonaron. Por consiguiente, las instalaciones de la Usina y toda su infraestructura, y con esta, la conservación y mantenimiento de esta magnífica máquina, condenándola al abandono.

Nueva Iniciativa

El pasado 19 y 20 de febrero, por una iniciativa del MIEM, IMM, y la FADU. Se convoca a la visita pública: ABRE MAUA. En busca de hacer visible el potencial de esta zona de la costa de Montevideo. Tras el proceso iniciado con el concurso de ideas urbano arquitectónicas, convocado por el MIEM en 2019. Con este evento, se procuró lograr que el conjunto de la población fuera parte de interesada en las posibles transformaciones que tendrá el lugar, una vez otorgado el capital para llevar a cabo el proyecto ganador.

Conclusión:

Cada vez que surgen esta clase de iniciativas, nos llama profundamente la atención el desapego y la falta de interés, en cuanto a la conservación histórica. En muchos casos, cuando se pone algún esfuerzo en un referente histórico determinado, para ponerlo en valor; éste, termina siendo muy trastocado y perdiendo al fin su esencia original. Esperamos que este no sea otro caso más. Y cuando se decida recuperar y conservar este referente, sean designados para ello, profesionales capaces, que estén a la altura de asumir responsablemente, semejante desafío, reconstruyendo este acervo patrimonial con la dignidad que se merece.

Fuentes:

- Galileo y el Péndulo (M. Biagioli. Katz Editores Bs.As 2011)

  •  The British Horological (El reloj Británico)
  •  Manual de relojería: Donald Carle (J. Montesó Editor. 1968 Bs.As.)
  •  La Planta (Archivo de la Cía. del Gas)
  •  
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