El día lunes, el Instituto Nacional de Estadísticas entregó su informe sobre el trimestre noviembre 2019 - enero 2020 en el cual se registró un aumento significativo de los empleos informales a nivel nacional.
El boletín indicó que en Chile la fuerza laboral informal, aumentó en 201.899 personas durante los últimos 12 meses. La mayor porción de estos trabajadores se encontraría en comercio e industria manufacturera.
Según los mismos datos del INE la informalidad afecta con mayor fuerza a las mujeres (30,9%) que a los hombres (28,6%) y principalmente al segmento etario entre 35-44 (+2,8%).
En una nota publicada en El Mercurio, la economista de derecha Cecilia Cifuentes, culpó a las manifestaciones que se produjeron a partir del 18/O como uno de los principales factores que estarían influyendo en el aumento del desempleo, pero el aumento de la cesantía venia siendo una tendencia desde el 2018 con una gran cantidad de cierres de fabricas y despidos en el sector del retail producto de los malos resultados económicos.
¿Revanchismo empresarial?
Sin dudas octubre y noviembre marcaron un pick en la movilización social, se cuestionaron los privilegios con los que empresarios y políticos a su servicio han vivido los últimos 30 años.
Estos privilegios se pusieron en cuestión al momento de que las calles se llenaron de cientos de miles de trabajadores, mujeres y jóvenes en todo el país demandando transformaciones profundas, demandas que ponen en riesgo las jugosas ganancias que han acumulado por años.
Por eso los sectores conservadores y privilegiados, que se articulan para defender el legado de la dictadura, hoy quieren generar pánico justificando los despidos en la crisis social y de esta forma “castigar a quienes se movilizan”.
Hoy las salidas al proceso constituyente buscan tranquilizar a los empresarios para que estos puedan seguir acumulando millones sin tener que hacer grandes concesiones, pero desde la otra vereda, quienes han dado una pelea contra la represión y la herencia de la dictadura no están dispuestos a dar su brazo a torcer.
Un programa de emergencia para enfrentar la cesantía y la precariedad laboral.
La clase trabajadora no puede seguir a la deriva de los gustos empresariales. Sabemos que muchos de estos despidos no son producto de la crisis política y social que vive el país. Los trabajadores y trabajadoras demostraron el 12 de noviembre la enorme fuerza que poseen para enfrentar la desidia con las que los empresarios los miran.
Para enfrentar la cesantía hay que luchar por la reducción de la jornada laboral y la distribución de esas horas entre ocupados y desocupados, con un salario mínimo igual a la canasta familiar, acabar con el subcontrato y los contratos a plaza. Que toda empresa que cierre pase a manos del Estado y mantenga su administración bajo control de sus propios trabajadores. |