A partir del año 2011, cuando la empresa ex Donnelley despide a una veintena de obreros, comenzaron a organizarse las esposas de los trabajadores de esta planta para enfrentar el ataque. Pusieron en pie la Comisión de Mujeres y, después de incorporados los despedidos, continuaron peleando por otras demandas. Participaron en los últimos Encuentros Nacionales de Mujeres, se movilizaron por el derecho al aborto y por el Día Internacional de las Mujeres. Estuvieron luchando codo a codo con los despedidos de Lear y juntos enfrentaron las represiones. Pero del otro lado, dentro de la fábrica, sus esposos peleaban contra la patronal, al tiempo que enfrentaban los prejuicios más injuriosos que inculca la clase dominante a los obreros. Discutieron contra la violencia y opresión de las mujeres, por los derechos de los homosexuales, y lograron que una compañera trans deje de ocultar su identidad.
Nos reunimos con algunas de las integrantes de la Comisión de Mujeres para hablar de por qué su organización trascendió los marcos de la lucha sindical y cómo su experiencia es una muestra de que la unidad de las filas obreras se logra con la activa participación de las mujeres.
Anahí: Entrar a la Comisión me cambió todo; yo no conocía que tenía ciertos derechos y creo que hacía todo lo que la sociedad me imponía. Sólo asociaba el machismo al hombre golpeador y no lo veía en otras cosas. Pensaba que, si soy mujer, me tengo que encargar de las tareas domésticas. Después de intercambiar con mis compañeras de la Comisión, fuimos viendo junto a mi compañero la desigualdad que hay entre hombres y mujeres. No es que resolvimos los problemas que nos trae esto, pero ahora somos más compañeros.
Érica: Comenzar a reunirme me permitió tener otra relación familiar. Nos ayudó a estar más unidos, nos sirvió a los cinco, a mis nenes y a nosotros. Cuando fue el 2001 yo vivía en una burbuja, no me di cuenta de lo profundo que era lo que estaba pasando. Comparto lo que dice Anahí: organizarnos me cambió como mujer, pero también nuestra pareja. Yo seguía los pasos de mi mamá, estar ocupada sólo con las cosas de la casa. Ahora tengo proyectos; antes no me interesaba la política, ahora sí.
Anahí: Estaba en contra del aborto y hasta pensaba que eran malas las madres que lo hacían. Ahora soy consciente que mi cuerpo es mío y nadie puede decidir qué hago con él. Para peor, los que te prohíben este derecho no garantizan educación sexual en las escuelas, ni anticonceptivos. Fui mamá a los 18 años porque quería, amo a mis hijos, pero pienso que me salté una etapa. Pienso que hubiera visto las cosas distintas si hubiera estado organizada en la juventud del PTS. Pero ahora, junto a muchas compañeras, nos organizamos para enfrentarnos no sólo a la patronal, sino también para luchar por los derechos de las mujeres que para nosotras fue un mundo nuevo. Hasta pensaba que los ricos eran ricos porque se mataron trabajando y después me di cuenta que no trabajan y viven a costa de los trabajadores.
Entre anécdotas resumen los momentos en que enfrentaron, junto a sus esposos, a los empresarios que pretendían vaciar la fábrica y los 123 despidos. Cuentan que se pusieron en acción inmediatamente. Bloquearon la planta cuando la patronal desviaba la producción. Por la tarde recorrían el barrio, le contaron a los vecinos la lucha que tenían que enfrentar. La solidaridad fue inmediata. Recibieron alimentos y apoyo para su lucha; instalaron una carpa en la puerta de la fábrica, y le declararon la guerra a la patronal.
Érica: Cuando comencé a organizarme se nos hizo difícil a los dos; todavía es difícil. Haber construido esta organización antes de que la patronal abandonara la fábrica, hizo que todo este proceso fuera menos difícil. Creo que ellos (los obreros NdR) solos no hubieran podido, o les hubiera sido mucho más difícil.
Anahí: Ellos no podrían enfrentar todos estos problemas si las mujeres no participáramos, o peor aún si hubiéramos estado en contra de su lucha por el control obrero. O hubiera quedado reducida a una pelea por sus puestos de trabajo. Incluso muchos trabajadores podrían haber dejado la fábrica para buscar laburo en otro lugar, pero ellos también avanzaron y hoy se mantienen firmes. Con nuestra organización, ellos tienen que pelear por todos nuestros derechos.
A la Comisión se sumaron nuevas compañeras que salieron a la lucha casi sin conocernos, pero lo bueno es que hoy continúan.
Celeste: Tengo cinco hijos, de 7 a 15 años. Comencé a organizarme por mis hijos, ellos querían participar. Muchas veces cuando llego a casa, después de un día de lucha, los chicos prepararon la comida. La fortaleza de mis hijos me empujó a organizarme. Hoy hablamos con mi compañero no sólo de problemas de la casa y los hijos, sino también los de la fábrica. Pero si bien no es fácil resolver los problemas que hacen a tener una vida familiar donde los dos tengamos los mismos derechos, tratamos de cambiar para lograrlo.
Celeste, Anahí, Érica y María de los Ángeles concluyeron en destacar que la experiencia de esta Comisión de Mujeres demuestra que para socavar las bases del capitalismo y su sistema de explotación, es necesaria una organización que pelee también contra las aberrantes formas de someter a las mujeres. Contra la esclavitud sexual, la trata de personas, la violencia en todas sus formas, y por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Que esto, junto a todos los prejuicios machistas, donde se sostiene la superioridad de los hombres y se legitima el sometimiento de las mujeres, no hace más que fortalecer a la clase dominante. Y que a ésta sólo se la puede enfrentar uniendo las filas obreras, entre hombres, mujeres e inmigrantes. Esta experiencia incipiente demuestra esta perspectiva. |