Escucho la radio camino al trabajo, y una voz de locutora dice ’al dengue lo combatimos entre todos’ poner cloro en las piletas, vaciar los floreros, mantener limpias las cascadas de casa. A quienes no tenemos ni pileta, ni florero ni casada nos toca ’descacharrar’.
Des-cacharrar: dícese del acto de deshacerse del recipiente con el que se junta agua de lluvia.
Sí, porque en el 2020 de las tecnologías y los satélites espaciales existen barrios enteros en los que el agua de lluvia es la de uso cotidiano.
Pero al dengue lo combatimos entre todos, dice la radio.
El lugar donde yo trabajo es una salita de atención primaria, en un barrio alejado del centro de la Plata, lejos del centro de Romero, lejos de la mirada de los gobiernos, lejos de los servicios básicos. Lejos. La lejanía se vuelve cercana en la salita.
Hoy, en mi lista de turnos son todos bebés. Desde 6 días hasta 15 meses. Acompañadxs por sus mamás a quienes les repito como un cassette, ’¿Sabes lo que es el dengue? Bueno, hay brote. Es importante que no le piquen los mosquitos’.
Repelente para ofrecerles, no hay. Inventar un mosquitero con un tul, y andar cubiertos. Es lo que nos queda.
Llega el turno de Abi. El cuello, las orejas, los cachetes, marcas de picaduras por todos lados. (No, dengue no fue, no tiene ningún síntoma. Tranquila). Le pongo play a mi cassette y en un intempestivo stop, su mamá me dice: vivimos en el 10 de mayo.
El 10 de Mayo es un conjunto de cuadras, casas y familias que conforman un barrio por el que pasa un brazo del arroyo, que es oportunamente utilizado de basural.
Se le traba la cinta a mi cassette. ¿Cuál de todas las recomendaciones de la radio aplica en el 10 de Mayo?
Para quienes trabajamos en salud pública, no hay novedad en esto.
Ya sabemos que los brotes de enfermedades infecciosas, están siempre cerca.
También llegan antes de tiempo las crónicas, como hipertensión y diabetes
Llegan lxs pibxs con obesidad y talla baja por mala alimentación. Los dolores musculares por trabajar todo el día haciendo más fuerza de la que se tiene, y los dolores de cabeza porque la plata nunca alcanza.
Parece que lo que nos queda lejos son las políticas preventivas.
Y no por falta de creatividad. Nosotras, las que trabajamos en la salita, nos acomodamos en ronda para mirarnos las caras y todas las semanas discutimos la manera de hacer malabares con las pocas cosas que quedan.
Faltan insumos, faltan medicxs y consultorios, faltan vacunas y medicamentos. Nos sobran las historias de las faltas. En el plato, en la mochila de lxs pibxs que no pudieron empezar las clases, en los hospitales, en las casas y la salita.
El vaciamiento de años, en salud, se nos vuelve cotidiano a lxs trabajadores. Las recomendaciones del municipio contra el dengue, parecen (o son) una burla desubicada.
Cambiar esta realidad, se nos hace urgencia. Porque definitivamente, no hay repelente que aguante tanta bronca |