Laura Magnaghi
| Trabajadora del Hospital Alende, integrante de la CD de ATE Sur, dirigente del PTS-FIT
El jueves pasado nos dejó Guille, un trabajador de la salud de Lomas de Zamora con el que compartí años de vida. Estaba a punto de jubilarse y falleció ¿Quién cuida la salud de las y los trabajadores de la salud?. Una reflexión sobre nuestra vida.
Con guille nos conocíamos desde el ´92 cuando entré a trabajar en el dispensario de Lomas de Zamora hace 27 años. Desde esa época trabajábamos juntos y luego nos trasladamos al Hospital Alende y nos sumamos al resto del sector de laboratorio y de guardia. Allí pasábamos largas jornadas que incluían intercambios, festejos y no pocas discusiones.
Construimos una relación en el trabajo que tenía una genuina variedad de buenas y malas, afinidades y disidencias. Pero siempre compartiendo la vida del otro y el proyecto de cada uno que eran parte de nuestras charlas, como la fiesta del fin de semana, el esfuerzo de años por cambiar el auto, el viaje tan ansiado luego de ahorrar "pesito a pesito", la dura tarea de llegar a fin de mes, de pagar el alquiler, de mudarse, etc.
Tanto él como yo estuvimos en situaciones importantes de cada una de nuestras vidas: yo presencié su casamiento, compartí la emocionante llegada de sus 3 hijos y él vio el nacimiento de mi hija.
Llegar al hospital, en cada día de rutina, implicaba un viaje pesado. Y ahí estaba Guille que se ofrecía a darte el aventón por la mañana porque siempre “pasaba cerca”. Y esos minutos eran por demás gratificantes ya que se compartía problemas, nuestras vidas y nuestros esfuerzos. Los hechos políticos, los cambios sociales, y también la “incorporación tecnológica” (las compus) que iban cambiando un paradigma de trabajo y al cual había que adaptarse. También eran parte de nuestras conversaciones las (recurrentes) crisis económicas, el avance sinigual de las mujeres en sus derechos y ubicación política ganando las calles... Y así, entre viaje y trabajo, la vida nos transcurrió…
El jueves 5/3 llego al hospital como de costumbre esperando ver el auto de Guille, siempre estacionado en la calle Claudio de Alas, bajo la sombra del único árbol que hay cerca. Pero ese día el auto no estaba, y al ver esa ausencia mi cabeza no sabia si era jueves o miércoles (ya que los miércoles él tenía otro trabajo). Varios trabajos y los ritmos acelerados profundizan mi confusión de no saber en que día estoy. Es algo que compartimos muchos los que trabajamos en salud, que las guardias nos complican los horarios de vida. A veces no registramos el comienzo de la semana o si entras a las 7 o a las 19hs, o al despertar no sabes si fue una siesta o si dormiste de noche. Solo sabes que tenes que ir a trabajar porque sos el relevo de una compañera o compañero que te espera para ir a dormir o comenzar su día y que tenes que cubrir la guardia con compromiso.
Ese jueves apenas entré saludando, el servicio arrancó a atender normalmente y una compañera me dice: "¿Te enteraste de lo de Guille? ¡No! ¿Qué pasó? Falleció de un infarto". Ahí mismo, mientras se me hacía un nudo en la garganta al escuchar la noticia y las lágrimas empezaban a brotar, teníamos a los pacientes delante, mirándonos fijo y esperando que los atendamos. No lo podía creer. El martes, dos días atrás, habíamos trabajado juntos como todos los días. Guille ya casi se jubilaba y era hora de "bajar un cambio", de dejar de hacer guardia y horas extras. Pero su corazón no aguantó más...
El sistema de salud es un engaño. Vivimos cuidando a otros con dedicación pero... ¿Quién cuida la salud de las y los trabajadores de la salud?
Es por demás sabido que los sueldos son magros y en el municipio de Lomas de Zamora son el extremo de lo insuficientes, pero todos nos sumamos unas horas extras para poder hacer una diferencia más y eso pasa a ser parte de lo normal... ¡Y claro! Aumentó todo, el sueldo no te alcanza y te sale otro reemplazo y sumás otro y otro, y se enferma algún compañero y lo cubrís para que salga el trabajo, pero cuando te das cuenta (si llegás a verlo) estás más tiempo en el trabajo que afuera y vivís para trabajar en vez de trabajar para vivir, y te acostumbras a estar quemado...
Pero... ¿Cómo salir de esto? ¿Cómo decir basta? Si entraste tarde al sistema porque te costó recibirte y te faltan años para la jubilación, o si estabas precarizado, estudiando y pasaste 7 años contratado y los años no te dan y el cuerpo tampoco para sostener el ritmo de trabajo. Parece un laberinto...
La rutina y la alienación nos lleva a pensarnos como máquinas, siendo parte de un sistema más grande que actúa de manera sincronizada junto a otros. Pero somos trabajadores, con vida, emociones, dolor. Y cuando se va uno de los tuyos, se va una parte tuya también...
Guille era parte del laboratorio como cada uno de los que lo componen. Donde nuestras vidas se cruzan y dejan marcas...
A su familia, esposa e hijo hermanos amigos del fútbol de los miércoles, les digo que lamentamos su perdida profundamente. Pero para nosotros, sus compañeros, queremos que sepan que también nos ha dejado un gran dolor y vacío.
Pero también su partida refuerza una convicción: que para poder terminar con los ritmos que te queman, para que brindar salud no sea a costa de nuestra propia salud. Para poder disfrutar plenamente de la vida, los trabajadores tenemos que luchar para liberarnos de este sistema que nos oprime.