Según informó el medio El Día de Escobar el niño de nombre Rodrigo habría tratado de cruzar las vías a la altura de la calle Mocoví en el barrio Los Pinos hacia el barrio Ovejero en pleno temporal. Aparentemente, se resbaló en el camino y terminó cayendo al agua, de la que no pudo salir.
Aunque hay dudas sobre cómo ocurrió la tragedia, el medio local expresó que los “familiares de la víctima y otros vecinos apuntan contra el Municipio por dejar una obra inconclusa que, directa o indirectamente, provocó el fatal desenlace”.
“Mi hermano no estaba jugando como dicen. Murió por culpa de ese maldito agujero que era tan profundo que resbaló, cayó y lo chupó, porque el Municipio empieza un trabajo y no lo termina”, denunció la hermana del difunto ante el diario escobarense.
Estamos en presencia de un crimen social: La muerte de Rodrigo es fruto de la desidia y la decisión política consciente de no invertir en las obras de infraestructura que evitarían tanto dolor. Pasan los gobiernos y el Arroyo no cuenta con las medidas necesarias para prevenir cualquier contingencia.
Cada vez que hay temporales son los trabajadores y los sectores populares quienes los sufren. Por su parte, los countries del distrito no tienen inconvenientes ya que cuando hay tormentas abren sus compuertas para sacar el agua de sus propiedades y de esta manera pasársela a los barrios linderos.
La muerte de Rodrigo se podría haber evitado si la planificación urbana estaría al servicio de las necesidades del pueblo trabajador y las obras no fueran un negocio de especulación para unos pocos. Es necesaria la organización de los trabajadores y estudiantes, mujeres y vecinos de los barrios de Escobar para exigir un plan de obras públicas controlado por ellos mismos. | 
