Organizaciones socialistas revolucionarias de Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Estado Español, Argentina, Brasil, México, Chile, Bolivia, Venezuela, Uruguay, Costa Rica y Perú, integrantes y simpatizantes de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional, publicamos la siguiente declaración en momentos en que la crisis de la pandemia del Coronavirus está en pleno desarrollo. La situación desastrosa de los sistemas de salud en la gran mayoría de los países evita respuestas adecuadas (como los test masivos y la infraestructura hospitalaria necesaria), genera miles de muertes evitables y provee información confusa de la realidad de la pandemia en cada país. Los efectos económicos y financieros de la crisis buscan ser descargados sobre las y los trabajadores y sectores empobrecidos, que a su vez son los más desprotegidos frente al peligro de infección. Proponemos medidas urgentes para que los grandes empresarios que siempre se beneficiaron con los ajustes en la salud pública y en la precarización del trabajo, llevados adelante por los gobiernos, estados y partidos a su servicio, sean los que paguen los costos de esta crisis. Son banderas de lucha para la organización de los trabajadores, las mujeres y la juventud. A grandes crisis, grandes soluciones.
1. La crisis del coronavirus comenzó golpeando centralmente a China, y desde allí a la economía mundial. Luego se extendió a Italia, Irán, Corea del Sur y muchos otros países. Se combinó con la crisis (derivada) del petróleo (por la falta de acuerdo entre Arabia Saudita y Rusia para limitar la producción y contener la baja de los precios), dando un salto el 9 de marzo con el desplome de las bolsas de todo el mundo, que continuó toda la semana con nuevas caídas, particularmente agudas el jueves 12. De crisis sanitaria limitada, pasó a crisis económica (parálisis de la producción en China y su consecuencia en las cadenas globalizadas de producción, tendencias recesivas y devaluatorias acentuadas en todo el mundo) y a crisis financiera (que está en pleno desarrollo). A su vez, la crisis sanitaria misma siguió desarrollándose, con la declaración de la OMS de “pandemia” (miércoles 11) y las medidas extraordinarias tomadas por los gobiernos de Italia (poner a todo el país en cuarentena) y Estados Unidos (suspender vuelos con Europa, declaración de la “emergencia nacional”). Mientras China parece comenzar a superar la crisis, todos los gobiernos pronostican un agravamiento de la pandemia en otros países, con consecuencias impredecibles si llegara con fuerza a los países más pobres de África, Asia o Latinoamérica.
2. ¿Qué tipo de crisis sanitaria se está desarrollando? ¿Qué tipo de enfermedad es la que genera el COVID-19? Según los datos conocidos hasta ahora (teniendo en cuenta la posibilidad de mutaciones del virus y consiguientes cambios en su comportamiento) parece haber un consenso entre los “especialistas” que, respecto a la gripe común, para tomar como parámetro una enfermedad virósica que causa entre 290.000 y 650.000 muertes al año, se trata de un virus que tiene una mayor tasa de contagio (lo más preocupante) y también una mayor tasa de mortalidad o letalidad (sobre todo en los adultos mayores, aunque menor que el SARS y otros virus similares, y muchísimo menor que el Ébola y otras enfermedades). El límite es que por ahora no ha llegado a afectar a la proporción de la población mundial que afecta la gripe común (influenza) que se calcula entre un 10 y 20% del total (difícil determinar porque mucha gente pasa las gripes sin atención médica y, por lo tanto, sin registro). Además de la inexistencia de vacunas contra el COVID-19, lo más preocupante parece ser la tasa de contagio alta, ya que hace que la enfermedad se propague con mayor rapidez y esto genere crisis sanitarias. En los “picos” no alcanzan las infraestructuras hospitalarias, en particular las “unidades de cuidados intensivos” y los respiradores artificiales para los casos más críticos. Los médicos italianos informaron que el 10% de los infectados que llegaron a los hospitales requirieron asistencia respiratoria, lo que se suma a que, según la experiencia en China, los respiradores mecánicos ayudan pero aumentan los contagios en el hospital, por lo que dicen que lo más efectivo es la intubación, de la que hay mucha menos disponibilidad. Además, requiere períodos relativamente largos de internación (entre 15 y 20 días). La tasa de mortalidad es incierta ya que no son fiables las cifras de infectados en cada país sobre las que se calculan (sobre todo en Italia y China, donde las tasas fueron cercanas al 4%, contra un 0,8% en Corea del Sur). La gran diferencia es que en Corea del Sur se realizaron casi 200.000 test contra unos pocos miles en países como Italia y EE.UU., comparando las primeras semanas, por lo cual hubo detección temprana y aislamiento de los infectados. ¡Este es un dato clave para definir las medidas que debemos exigir! ¡En Estados Unidos los test se venían haciendo sólo a las personas con todos los síntomas, con orden médica y con un costo de hasta 3.000 dólares, mientras la Reserva Federal decidió destinar miles de millones de dólares para rescatar a los especuladores financieros y las Fuerzas Armadas norteamericanas siguen gastando miles de millones, manteniendo incluso bloqueos salvajes a países golpeados por la pandemia como Irán!
3. Los gobiernos que fueron negligentes desde el comienzo (Estados Unidos, Irán, Italia y tantos otros) están reaccionando con medidas que se limitan a prohibir vuelos y fortalecer las cuarentenas y el aislamiento, pero sin establecer respuestas más profundas que permitan reducir lo más posible las muertes. Temen demostrar incapacidad frente a una crisis sanitaria de este tipo. Trump, a último momento, declaró la “emergencia nacional” y acordó con los demócratas en el Congreso un paquete especial para licencias y tests rápidos. Si aparece como incompetente frente a la crisis y suman miles los muertos, puede perder la presidencia de EE.UU., incluso frente a Biden y su “deterioro cognitivo”. Lo mismo cualquier otro gobierno. De paso, se imponen medidas de control policial sobre la población. El gobierno chino ahora aparece como “exitoso” pero las primeras semanas desde que apareció el nuevo coronavirus, practicó un negacionismo típico de la burocracia capitalista restauracionista, desoyendo las advertencias que podrían haber reducido las muertes (entre ellas la de Li Wenliang, el médico que advirtió sobre la epidemia, fue acusado por las autoridades por “propagación de rumores” y luego falleció por el COVID-19). China fue el más extremo ejemplo de autoritarismo, con un férreo control burocrático que impide tener noticias directas de Wuhan y demás zonas afectadas.
4. La crisis de los sistemas de salud pública viene siendo una demanda muy sentida en varios países, en particular en EE.UU. donde las encuestas mostraban que ya antes de esta crisis se encontraba entre las principales preocupaciones de la población, por las deudas que genera a las familias y porque hay 27,5 millones de personas sin ningún tipo de cobertura. ¡A Bernie Sanders lo atacan duramente, no solo Trump sino también el demócrata Biden, por plantear un seguro de salud universal (Medicare for all)! Todos los sistemas de salud están organizados en función de los negocios de los grandes laboratorios. La decadencia de la salud pública no es algo privativo de las fuerzas de derecha, sino también de las fuerzas que se dicen “progresistas” o de centroizquierda, como se ve en Latinoamérica donde los gobiernos “progresistas” no cambiaron la estructura de una salud “de primera” y privada para los ricos y una salud pública en decadencia absoluta para los pobres, degradando a su vez la investigación científica estatal. Siendo las y los adultos mayores los que más necesitan y sufren la falta de atención médica y sanitaria, es indignante el ataque a las jubilaciones que recorre todos los continentes y gobiernos, transformando el aumento en la expectativa de vida de las personas en un “drama” para los presupuestos de los estados capitalistas, que por un lado precarizan el trabajo y por el otro reducen impuestos a los más ricos.
5. En distintos países, en especial donde hay mayor lucha de clases, los gobiernos buscarán hacer un uso político de la crisis sanitaria del COVID-19, con el objetivo de restringir las libertades democráticas e impedir manifestaciones de descontento y lucha. El caso de Chile lo muestra: el gobierno de Sebastián Piñera, pasó de una completa desidia a un discurso en el que señala que las consecuencias del virus pueden ser enormes por lo que toma medidas como la cancelación de eventos masivos pero no establece que el pueblo trabajador pueda tener acceso a los test gratuitos y el sistema de salud pública sigue fuertemente desfinanciado y en crisis. Así, comienza a gestar un clima para desincentivar las movilizaciones, que todas las semanas se desarrollan en los principales centros urbanos del país. Querrá usar el argumento sanitario para aprobar leyes represivas como la que pretende facultar al presidente para decretar la militarización de la “infraestructura crítica” (hospitales, puertos, etc.). Rechazamos cualquier medida represiva disfrazada de política sanitaria, contra las masas y sus movilizaciones (organizadas o espontáneas). No debe ser el gobierno quien decida si se hace o no una manifestación sino las organizaciones en lucha con asesoramiento de profesionales de la salud e investigadores.
6. La dinámica de la crisis económica y financiera llevará a una profundización de las tendencias recesivas, agravando los efectos de la crisis sanitaria, haciendo depender la duración y profundidad de la combinación entre ellas. Las caídas bursátiles están pinchando una burbuja que ayudaba a mantener el débil crecimiento económico (en particular en EE.UU.), sin haber resulto ninguno de los problemas estructurales que estallaron con la crisis del 2008 (baja productividad, baja inversión). Las empresas están endeudas más que en aquel año, por lo que una serie de quiebras (aerolíneas, empresas petroleras de shale en EE.UU., turismo, etc.) podría golpear a los bancos. A diferencia del 2008, los bancos están aparentemente mejor, pero todo depende de la profundidad de la recesión. Hay otras grandes diferencias con aquel momento: lejos de una coordinación entre los gobiernos de las principales potencias que se vio sobre todo en 2009 (obviamente aterrorizados por la profundidad de la caída), hoy vienen primando los enfrentamientos por las tensiones geopolíticas y la competencia despiadada no sólo entre Estados Unidos y China, sino también del primero con Alemania (con fuerte vinculación económica con China) e incluso entre el Reino Unido y la Unión Europea.
7. Por todo esto, llamamos a lxs trabajadorxs, las mujeres y la juventud a tomar en nuestras manos la lucha por medidas para enfrentar la crisis. Ya en Italia estamos viendo trabajadores que se rebelan contra la falta de medidas de protección y licencias pagas en las fábricas y empresas. Presentamos medidas que en cada país tendrán su expresión concreta:
• Que los estados garanticen la distribución gratuita de todo lo necesario para la detección temprana de la infección: desde los elementos básicos (alcohol en gel, ¡jabón!, mascarillas, guantes, etc.) hasta los necesarios kits de test para que se realicen en forma gratuita y masiva a todo el que tenga síntomas, asumiendo el control de los grandes laboratorios privados. Según cada país, esto puede implicar la producción local o garantizar fondos para la importación de emergencia, junto a la confiscación de las empresas que producen todo esto y puesta a producir bajo control de sus trabajadores y técnicos. Producción a cargo el estado de todos los medicamentos que tengan efectividad (probada por los organismos de control) para enfrentar la pandemia.
• Centralización de todo el sistema de salud, incluyendo toda la salud privada (desde los grandes laboratorios a las clínicas y hospitales privados), bajo gestión pública y control de trabajadores y especialistas, para garantizar lo señalado en el punto anterior y todas las instalaciones necesarias para recibir a los eventuales infectados que necesiten internación: confiscando todas las salas que falten (hoteles, etc.) y proveyendo respiradores (mediante producción de emergencia, importación, etc.).
• Licencias con goce de sueldo al 100% (a cargo de las empresas y del estado) de toda persona infectada o en peligro de contagio, así como de todas las personas mayores de 65 años y de padres y madres que no pueden enviar sus hijas e hijos a las escuelas que cierren. Licencias pagas por el estado y empresas para las y los trabajadores en negro, “de plataformas” o inmigrantes indocumentados en zonas afectadas para que no se vean obligados a trabajar exponiéndose a la infección para recibir su salario. Prohibición de despidos. Congelamiento de los alquileres a diciembre del 2019 y moratoria de su cobro en aquellos países donde la oleada de despidos y suspensiones está dejando a cientos de miles en la calle. Suspensión de todo juicio de desalojo, pues todas las familias verán sus ingresos reducidos.
• Ampliación de emergencia de todo el personal el sistema de salud pública, empezando por hospitales y clínicas. Capacitación inmediata y aumento de salarios. Reincorporación de todo el personal médico y de enfermería despedido en los últimos años o desocupado.
• Comisiones independientes integradas por profesionales idóneos y miembros de las organizaciones de trabajadores y populares, que controlen toda la información que maneje el estado sin ningún tipo de censura: datos de la evolución de la epidemia, comparación con otras epidemias, medidas preventivas que se aconsejan a la población, etc. No puede quedar en manos del estado, que siempre responde a los lobbies de las grandes empresas, la información sobre la salud pública. La OMS también debe ser controlada (recordemos el escándalo de sobornos de los grandes laboratorios que envolvió su gestión de la crisis de la gripe H1N1).
• Comisiones de Higiene y Seguridad en todos los lugares de trabajo, con plenos poderes para investigar, consultar, cuestionar, las medidas que hacen a la seguridad de las y los trabajadores y usuarios (en caso de servicios públicos).
• Aumento de emergencia de los presupuestos de salud y asistencia social, dejando de pagar la deuda externa e imponiendo impuestos progresivos y extraordinarios a los grandes capitalistas. Levantamiento de las sanciones de Estados Unidos a Irán, uno de los países más golpeados por la pandemia, Venezuela y Cuba.
Impulsamos que las organizaciones de la clase trabajadora intervengan con un programa independiente de las distintas fracciones capitalistas en la crisis, a la vez que señalamos la necesidad de enfrentar el poder de los capitalistas para poner fin a su explotación irracional de las y los trabajadores de todo el mundo y del mismo planeta (cambio climático). Luchamos por gobiernos de las y los trabajadores y la revolución socialista para cambiar de raíz esta sociedad que demuestra estar organizada en función de las ganancias y no de la vida de las clases laboriosas. A grandes crisis, grandes soluciones.
La Fracción Trotskista está conformada por las siguientes organizaciones: Argentina: Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Brasil: Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT), Chile: Partido de Trabajadores Revolucionario (PTR), México: Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS), Bolivia: Liga Obrera Revolucionaria (LOR-CI), Estado Español: Corriente Revolucionaria de Trabajadoras y Trabajadores (CRT), Francia: Courant Communiste Révolutionnaire (CCR) que forman parte del NPA (Nouveau Parti Anticapitaliste), Alemania: Revolutionären Internationalistischen Organisation (RIO), Estados Unidos: compañeros de LeftVoice, Venezuela: Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), Uruguay: Corriente de Trabajadores Socialistas (CTS)
Firman también las organizaciones simpatizantes: Italia: Frazione Internazionalista Rivoluzionaria (FIR), Perú: Corriente Socialista de las y los Trabajadores (CST) y Costa Rica: Organización Socialista. |