En las últimas semanas hemos visto como “nuestro” rey emérito ha sido salpicado por un escándalo de corrupción y blanqueamiento de dinero de una supuesta comisión entregada por la monarquía saudí a Juan Carlos I en el año 2008, suceso que, junto a la negativa del gobierno formado por el PSOE y Unidas Podemos de abrir un proceso de investigación judicial contra la corona, ha levantado una profunda indignación y rabia. El escándalo ha sido mayúsculo, ya que según distintos medios tanto Felipe VI como la princesa Leonor, primera en la sucesión, y su hermana, la infanta Sofía, figuran como beneficiarias de una de las fundaciones de Juan Carlos I en Suiza.
Ante el escándalo, el actual rey, ha tratado de salvar la imagen de la Casa Real y ha anunciado que rechaza la herencia de su padre, algo totalmente simbólico y sin valor real alguno para nuestra población trabajadora. ¿Cuántos escándalos más vamos a tener que soportar por parte de esta monarquía corrupta y déspota que vive a nuestra costa?
En el marco de la enorme crisis sanitaria que estamos viviendo a escala global, han sido miles las críticas. A través de mensajes de WhatsApp y en las redes sociales, va circulando este mensaje: “Los ciudadanos, a través de las redes sociales, piden a la Casa Real que obligue a Juan Carlos de Borbón a donar a la sanidad pública los millones de euros recibidos de Arabia Saudí. Este dinero contribuiría a paliar la falta de material clínico y equipos sanitarios y ayudaría a frenar el coronavirus cuanto antes”.
Además, se ha empezado una recogida de firmas en la plataforma digital Change.org, exigiendo que toda esa fortuna opaca escondida que posee, sea donada a la sanidad pública para ayudar a acabar con la crisis provocada por el COVID-19.
Llevamos aguantando 42 años de democracia borbónica heredera del franquismo. No aguantamos más, y no basta con hacer exigencias a la Casa Real. En el marco de una enorme crisis generada por el Coronavirus hay demandas básicas como la abolición de la institución más autoritaria del estado como es la monarquía, la devolución de todo el dinero robado y la expropiación de todo el dinero de la Casa Real (pagado por los impuestos del pueblo trabajador) y del Rey Emérito, puesto a la disposición de las necesidades sociales.
Ya basta de aguantar escándalos de corrupción reales de individuos que aglomeran el poder del estado sin que nadie los haya elegido. Hoy más que nunca hace falta una izquierda rupturista que no se arrodille ante su majestad y que pelee por procesos constituyentes libres y soberanos para que podamos decidirlo todo.
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