Las empleadas domésticas que trabajamos en zonas de los countries como Nordelta y otros lugares, somos obligadas a concurrir a nuestros puesto de trabajo, como si fuera que estas mujeres y hombres de la alta sociedad no pudieran cuidar o limpiar sus casas solos. Ponen en riesgo nuestra salud como si fuésemos descartables. En Uruguay, una reconocida empresaria, Carmela Hontou, contagió a su empleada doméstica de coronavirus, la hizo ir a trabajar sabiendo que estaba infectada con COVID-19. Hoy nos llega la noticia que en Brasil muere una compañera porque la patrona no le avisó que “creía estar enferma”, cuando llegó de Italia.
Pero el desprecio de clase no tiene fronteras. En Argentina pasa lo mismo. El miércoles pasado, cuando el gobierno salió a decir “cuarentena obligatoria” nos llegaban mensajes a nuestros celulares. Eran las patronas diciendo: “no vengas porque hay cuarentena hasta el miércoles”. A las chicas con cama directamente las tomaron de rehén diciéndoles: “María, hace la cuarentena con nosotros, avisale a tu familia. Mirá que sino no vas a cobrar nada este mes”. A Raquel le dicen: “Fijate cómo haces, pero mañana te necesito, si no busco a otra”.
De esta manera fuimos muchas trabajadoras amenazadas para que sigamos trabajando. Incluso cuando los propios patrones debían cumplir la cuarentena obligatoria porque recién volvían de zonas de riesgo, como en el caso de Carina. A ella le permitieron la cuarentena porque su patrona fue obligada cuando la noticia tomó estado público, ya que hacía dos semanas estos miserables venían del exterior. Sabían que podían contagiar a su empleada, pero no les importó. A estos personajes nadie los controla, para ellos y ellas tiene más prioridad la limpieza de sus mansiones que la salud de nosotras, las trabajadoras. Solo recibimos desprecio e insensibilidad. Pero no nos sorprende. Sabemos que estas casas son el lugar donde más probabilidades tenemos de contagiarnos el coronavirus, ya que la mayoría viaja siempre al exterior.
UPACP Sindicato, ¿para representar a quiénes?
En plena cuarentena el sindicato de las trabajadoras de casas particulares saca un comunicado diciendo que las trabajadoras 5°, 3°, 2° y 1° estamos exceptuadas de ir a trabajar, teniendo el derecho de cobrar nuestro sueldo sin ningún tipo de descuentos. En tanto, las trabajadoras de 4° categoría (cuidadoras del hogar) podemos seguir cumpliendo nuestras tareas habituales por ser consideradas como “actividad esencial”, dejando en mano de los patrones, las patronas y nosotras la negociación de bajo qué condiciones vamos. Sí, nos sugieren que “apelemos al diálogo” con la calaña de gente que no querían viajar con nosotras en las MaryGo, con las que nos tienen en negro y con salarios de hambre que no cubren ni la mitad de lo que cuesta la canasta básica familiar. Pero, ¿qué podemos esperar de un sindicato que aceptó unas paritarias vergonzosas, de un miserable 10%? ¿Qué se puede esperar de esta gente infame, que hace mucho se olvidó de la realidad de las trabajadoras domésticas que tantas veces por necesidad soportamos trabajar bajo condiciones deplorables?
Necesitamos urgente que nuestro sindicato deje de arrodillarse y se ponga al frente de la pelea por garantizar las condiciones de higiene y salud que corresponden para resguardar nuestras vidas y las de nuestras familias. Es totalmente injusto que nosotras tengamos que dejar a nuestros hijos solos para ir a cuidar a los hijos de la patrona sin ningún tipo de resguardo. Desde el miércoles no trabajo por la cuarentena obligatoria, pero no me van a pagar los días porque me tienen en negro. Tengo cinco chicos y alquilo. No sé cómo voy hacer para llegar a fin de mes. Decí que en la escuela me dieron una bolsa de mercadería preparadas por docentes y auxiliares.
A nosotras y nuestras familias nos controlan, ¿y con los ricos qué pasa?
Mientras tanto el gobierno dicta cuarentenas para unos, y para otros nos decreta sobrevivir como podamos. Las noticias muestran cómo detienen a cientos de trabajadores que laburan en negro, que deben salir obligados a ganarse el pan, pero no controlan a las patronas que obligan a sus empleadas a ir a limpiarle la mugre y criarle los hijos al countrie, ni a los patrones que obligan también a sus operarios a seguir produciendo sin parar. Sí, a nosotras nos obligan a elegir entre arriesgarnos e ir igual o hacer la cuarentena sin goce de sueldo, y los nuestros son los mismos patrones que también obligan a producir en las fábricas a nuestros hijos, esposos, hermanos y hermanas, para mantener sus ganancias.
Sin duda ante la crisis sanitaria y la policía en las calles, los trabajadores y las trabajadoras tenemos que tomar el ejemplo de otros que ponen los recursos productivos al servicio de la población, como es el caso del Astillero Río Santiago que produce alcohol en gel, o las trabajadoras textiles en Neuquén que fabrican barbijos. Acá en Tigre, como nombré más arriba, las docentes de nuestros hijos reparten bolsas de mercadería a las familias que más lo necesitamos. Es un pequeño ejemplo de cómo poner los medios productivos al servicio de la población y no al servicio de que unos pocos se hagan cada vez más ricos a costa nuestra. |