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La Izquierda Diario
25 de marzo de 2020 Twitter Faceboock

Coronavirus
Pandemia y reclamo en las unidades carcelarias: "Somos sujetos de derecho"
Vera García

En los últimos días, junto con la expansión del Coronavirus, se acentúan las preocupaciones entre la población carcelaria por las condiciones de vida y salubridad. Medidas ineficaces y la ausencia de visitas de familiares, agravan la situación y promueven las protestas y los reclamos.

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Estamos en alerta mundial por el renombrado Coronavirus, una pandemia que ya se llevó la vida de miles de personas en diferentes países del mundo.

¿Qué pasa en este contexto con el sistema carcelario? Como sabemos, ahí es donde se conjugan y acentúan las mayores penurias. Quienes se encuentran entre muros también lo saben.

En las últimas horas se suscitaron protestas en distintas cárceles del país que se continúan expandiendo, con el saldo de al menos cinco muertos en la provincia de Santa Fe.

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En el caso de la Unidad Penitenciaria Nº 1 de Lisandro Olmos, circuló un video confeccionado en el día de ayer. Quienes se encuentran allí alojados, exigieron por las medidas sanitarias básicas, y aseguraron “… no estamos reclamando la libertad…estamos reclamando que se respete la constitución…los derechos de todas las personas privadas de la libertad deben ser respetados…somos sujetos de derecho… esto no es un campo de concentración...nos van a matar…pero (…) no con un virus…”

Tal como denunciamos en diversas ocasiones desde La Izquierda Diario, la superpoblación (hacinamiento), la falta de alimentación acorde, las dificultades para acceder a atenciones de salud y tratamientos, la ausencia general de higiene y la falta de insumos, son una constante histórica que sufren las poblaciones carcelarias. HIV, Tuberculosis, entre otras, suelen ser problemáticas de salud expandidas entre aquellos que pasan su vida entre muros. La muerte y el encierro siempre estuvieron ahí, antes de la pandemia.

En diversos testimonios y datos estadísticos recogidos podemos detectar, en todo este contexto desfavorable, la importancia de las renombradas “visitas”. Es que la visita de familia y/o amigos, para cualquier persona privada de su libertad, no solo implica un lazo con “el afuera”, saber del resto, pasar un rato, preguntar “cómo va la causa”. Fundamentalmente es la respuesta a la necesidad. Es la mercadería para comer, para higienizarse; es la medicación que la Unidad no provee; es, en definitiva, la posibilidad de sobrevivir.

En el contexto previo a la declaración de la actual pandemia, en todas las Unidades Carcelarias del país se venían suscitando diversos reclamos por la falta de insumos básicos de higiene, esos que nunca estuvieron, y siguen sin estar. Tan básicos como jabón y lavandina. A eso se sumó, en las circunstancias actuales, la necesidad de que el personal penitenciario -el que viene “de afuera” y tiene contacto permanente con la población carcelaria-, sea provisto de barbijos y guantes, única forma de proteger a los detenidos. Esos reclamos, una vez más, no tuvieron respuesta.

Pero además, hace unos días, el Gobierno Nacional dispuso cuarentena obligatoria, como medida para frenar el brote del coronavirus. Esta medida, por cierto insuficiente en sí misma, se implementa con fuerzas de seguridad en las calles, lo que implica el control de la población para circular. Y en este caso significa, además, lisa y llanamente el fin de las visitas al familiar que se encuentra en la Unidad Carcelaria, consecuentemente la falta de provisión de la mercadería y de los elementos de higiene más básicos.

En medio de una pandemia mundial, las condiciones mínimas de vida de salubridad no están garantizadas para la población carcelaria, ahora ni siquiera a través de la visita de familiares y amigos.

En las últimas horas, dada la extrema situación, trascendió que la provincia de Buenos Aires habría resuelto autorizar algunas visitas a Unidades Carcelarias. Dicha resolución resulta provisoria y totalmente insuficiente, en el marco de la desidia de un sistema que colapsa, con una pandemia que acecha. Al respecto debe tenerse en cuenta, entre otras cosas, como pudo haber afectado (aún más), la actual situación, al bolsillo de las familias. Esto último también es un límite, en relación a lo que pueden llegar a acompañar y proveer a un familiar detenido.

El reclamo de las personas en contexto de encierro en nuestro país, se multiplica también en distintas cárceles del mundo donde la pandemia avanza. Se desarrollan motines y fugas.

Debemos expresar con claridad que no se sale de esta situación, sin recursos puestos al servicio de la salud de toda la población. No hay cuarentena que resulte de utilidad, si ello no es complementado con inversión que se traslade al sistema sanitario, y a atacar la situación de auxilio de las grandes masas, en este caso de las personas en contexto de encierro carcelario.

Definitivamente, el nuevo coronavirus vino a mostrarnos las rendijas por donde se filtran los mayores crímenes del sistema mundial. La pandemia, hoy en boca de todos, resulta una alerta en ese sentido.

 
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